Sibila de Fortiá, esposa de Pedro IV


Nacida en Fortiá en 1350, era hija de Berenguer de Fortiá y de Francesca de Vilamarí. En 1371 se casó con Artal de Foces, un noble aragonés, del que enviudó en 1374. Tres años más tarde, en 1377, se casó con el rey Pedro IV de Aragón, con el que ya tenía una hija, la infanta Isabel, convirtiéndose así en la cuarta esposa del soberano aragonés. Una vez casados, Pedro se rodeó de nobles ampurdaneses y familiares de Sibila. Al morir el rey en 1387, Sibila, temerosa de las posibles represalias que, pudieran tomar sus hijastros, en su contra, se refugió en el castillo de Sant Martí Sarroca. Posteriormente, el nuevo rey Juan I el Cazador, la recluyó en el castillo de Moncada. Finalmente, Sibila se trasladó a Barcelona, ciudad en la que murió en 1406. 

A su muerte, su cadáver recibió sepultura en el Convento de San Francisco de Barcelona, donde también recibieron sepultura numerosos miembros de la familia real aragonesa. Allí permaneció sepultado el cadáver durante varios siglos, hasta que en 1835 el Convento de San Francisco fue demolido, y la mayoría de los restos fueron trasladados a la Catedral de Barcelona. En el siglo XX, los restos de la reina Sibila fueron colocados en un sepulcro, en el lado izquierdo del Altar Mayor de dicha Catedral de Barcelona, en el que también se encuentran los restos mortales de otras dos reinas de Aragón, la reina María de Chipre, esposa de Jaime II de Aragón, y la reina Constanza de Sicilia, esposa de Pedro III el Grande. En el mismo sepulcro también descansan los restos de la reina Leonor de Aragón, reina de Chipre por su matrimonio con Pedro I de Chipre, y nieta de Jaime II de Aragón. Los sepulcros, en los que los restos de las reinas fueron depositados en 1998 y, fueron realizados por el artista catalán Frederic Marés. 
Ramón Martín

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