Juan I el Cazador, rey de Aragón, Mallorca y Valencia desde 1387 a 1396
También rey de Valencia. El 27 de diciembre de 1350 nacía en Perpiñán Juan I de Aragón, llamado “el Cazador” o el “Amador de toda gentileza”. Su padre, Pedro IV, quiso utilizar los matrimonios de su hijo para entablar relaciones internacionales. Así, en 1370 se celebraron los esponsales con Juana de Valois, que murió en Beziers, antes de llegar a la corte de Aragón. Dos años después se casó con Marta de Armañac, que falleció en Zaragoza en 1378. Con ella tuvo tres hijos y una hija, único vástago del matrimonio superviviente. Pedro IV intentando casarle con la heredera de Sicilia para afianzar el dominio de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. Sin embargo, esta vez Juan I no se doblegó a la voluntad de su padre y decidió por su cuenta casarse con Violante de Bar, sobrina de Carlos el Sabio, continuando así su aproximación a Francia. Este pequeño acto de rebeldía tensó mucho las relaciones entre padre e hijo y lo enemistó con su madrastra Sibila de Fortiá.
Al morir Pedro IV en enero de 1387,
Juan I le sucedió en el trono y lo primero que hizo como rey fue condenar a su
madrastra a prisión, tras acusarla de cometer grandes crímenes. Todos sus
bienes fueron confiscados y traspasados a su mujer Violante de Bar, quien se
hizo con muchísimo poder. El monarca dedicó su tiempo a sus aficiones
personales, que eran la caza, la astrología, las letras y las artes; dejando
las finanzas y los negocios públicos en manos de su esposa.
El resultado
fue que las finanzas de la Corona quedaron arruinadas porque se sumaban los
cuantiosos despilfarros de la corte y las extravagancias de la reina a una
política fiscal desastrosa. Mientras la economía europea se encontraba en
crisis a causa del despoblamiento que provocó la peste negra, en Aragón se
multiplicaron los gastos en banquetes y fiestas de la nobleza y se instaló la corrupción
en la corte, todo ello promovido por los excesos de la propia reina.
Por si la
crispación social fuera poca, se importó de Castilla a la Corona de Aragón un
movimiento antijudío, cuyo máximo acto de violencia fue la destrucción y el
saqueo en 1391 de
varios barrios judíos, como el de Barcelona. En el reino de Aragón no se
llegaron a producir estas matanzas, pero apareció un clima social bastante
conflictivo.
En política
exterior consiguió mantener la hegemonía de la corona aragonesa en el Mediterráneo.
Las revueltas de Cerdeña exigían
gastos que el monarca no dispensaba como debía, por despilfarrarlos en el
mecenazgo de una refinada corte. Además, la corrupción de los consejeros y de
la clientela real desviaba partidas que iban destinadas a sofocar la rebelión
de Cerdeña. Las cortes, a quien el rey tenía que solicitar financiación, se negaron
a sufragar a un rey tan despilfarrador como era Juan I. Por ello, tuvo que
recurrir a grandes préstamos a los grandes banqueros de Florencia, lo que ocasionó el inició
de la decadencia económica de Cataluña y el auge económico de Valencia y
Aragón.
En Sicilia
su hermano Martín afianzó
su autoridad frente a algunos barones sicilianos que, con el apoyo del
Papa nombraron como rey a Luis de
Durazzo, al casar a su hijo Martín con María de Sicilia. En Grecia, por
estos años Aragón perdió los ducados de Atenas y Neopatria, pérdida que no fue
muy sentida porque estos territorios siempre habían generado más problemas que
beneficios. Este fue el único pequeño descalabro que tuvo en política exterior,
que se caracterizó por unas buenas relaciones diplomáticas destinadas a
mantener la paz. La paz del reino tan solo se vio amenazada en los primeros
años por la penetración en el Ampurdán de
las tropas de su exsuegro, el conde de Armagnac, que se consideraba con
derechos al reino de Mallorca como heredero de Jaime IV. El resto del reinado estuvo marcado por unas buenas
relaciones con Francia.
Murió en 1396 en Torroella de Montgrí (Gerona), en un accidente de caza. A pesar de que tuvo ocho hijos con Violante de Bar, solo sobrevivió una hija del matrimonio, por lo que fue sucedido por su hermano Martín I.
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