El Cristo de Montserrat escultura de Alonso Cano

 


Se trata de una de las mejores obras del granadino Alonso Cano. Fue un encargo hecho por la reina Mariana de Austria en 1656, para el monasterio benedictino de Montserrat, en Madrid. Este monasterio estaba en la calle de San Bernardo, en el lugar, en el que años más tarde, se levantaría la Iglesia de Montserrat, con un proyecto de Sebastián de Herrera en 1668, y que está regentada por la comunidad benedictina de Silos.

Allí estuvo el Cristo hecho por Alonso Cano hasta que, a principios del siglo XIX, con la invasión francesa, fue llevado a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, para regresar al monasterio hacia 1814; hasta que, con motivo de la desamortización y la definitiva supresión del monasterio, en 1837, pasó de nuevo a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí permaneció hasta 1891, año en que fue donado al Colegio de los Padres Capuchinos de Lekaroz.

 

Cano, para la realización del Cristo, se basó en una versión pintada en la Real Academia de Bellas Artes de Granada. El cuerpo, tratado con naturalidad, destaca por la exactitud en sus proporciones. Se le representa exangüe, con la cabeza levemente inclinada sobre el hombro derecho; en su rostro destacan los ojos entornados, los cabellos con mechones lacios y la barba rizada. El resto del cuerpo presenta un canon esbelto en el que sus miembros han sido cuidadosamente modelados. Al igual que en sus demás crucificados, los dedos de las manos no aparecen extendidos, sino que se contraen. Cubre el cuerpo un reducido paño de pureza que se ajusta al vientre por una cuerda, cuyos dinámicos y complicados pliegues caen por detrás de la figura. La policromía logra un efecto dramático tanto por la palidez que aflora en su rostro como por la multitud de hilillos de sangre que caen por la cabeza, brazos, torso y piernas.


Ramón Martín

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