Berenguer Ramón II, Conde de Barcelona entre 1076 y 1097
Nacido en Rodés en 1082, fue, sin
duda el conde catalán más importante de su época, además de desarrollar un importante
papel en los asuntos europeos. La principal característica fue la lucha
constante contra los musulmanes y los, innumerables esfuerzos, dedicados a la
repoblación de los territorios reconquistados. Era hijo de Ramón
Berenguer II doña Mafalda de Pulla-Calabria,
y había nacido pocos días antes del homicidio de su padre, posiblemente, por
instigación de su tío Berenguer
Ramón II, que heredó todos los condados, siguiendo las indicaciones del
testamento de su padre Ramón
Berenguer I el Viejo.
En sus primeros, su tío, Berenguer
Ramón II el Fratricida, le negó
todos los derechos correspondientes a la herencia de Ramón Berenguer el Viejo, pero en mayo de 1085, Berenguer
fue acusado formalmente de participar en la muerte de su hermano, teniendo que defenderse
ante un tribunal presidido por el obispo de Vic, Berenguer Sunifredo, que entretanto tuvo la custodia del joven
Ramón Berenguer. Pero en la asamblea se decidió entregar el condado de Barcelona
a Alfonso
VI de Castilla. Pero esta determinación, no fue del agrado de todos, por lo
que al año siguiente hubo una nueva reunión de notables presidida por los
Cabrera. En ella se decidió entregar la custodia del niño a su tío durante un
periodo de once años, después de los cuales debería asociar al trono a su
sobrino.
En 1091 el papa Urbano II convocó a tío y sobrino, encargándoles la restauración de
la archidiócesis de Tarragona, acortando así el periodo de tutoría, por lo que,
al poco Ramón Berenguer III ya actuaba sin supervisión alguna y desde de 1093
tomó parte en el gobierno del condado como asociado al trono. Participó en 1095,
junto a su tío en el asedio de Tortosa. Pero pronto volvieron las diferencias
entre tío y sobrino. En 1096 se acusó formalmente a Berenguer, de asesinato,
por lo que a finales de ese mismo año, compareció a juicio ante la corte de
Alfonso VI. El conde fue desposeído de su título, que pasó a su sobrino, quien
desde entonces gobernó en solitario, aunque con los colaboradores de su tío, que
murió en peregrinación a Jerusalén.
Ramón Berenguer III se unió en 1097
a Artau I de Pallars, para juntos atacar Amposta. El año siguiente puso sitio a
Oropesa, posesión del Cid, acérrimo
enemigo del anterior conde, y en represalia don Rodrigo atacó a los musulmanes
de Morvedre, aliados de Barcelona. Al
levantarse el cerco de Oropesa, ambos llegaron a un acuerdo y decidieron casar
a la hija del Cid, doña María, con
el conde de Barcelona, matrimonio que tuvo lugar aquel mismo año de 1098. A finales
de año los recién casados viajaron al monasterio de Ripoll.
En 1107 los almorávides se
introdujeron en Barcelona por el Penedés y tomaron el castillo de Gelida,
destruyendo Olérdola a su paso. Ramón, entonces, no tuvo mas remedio que, pedir
ayuda a Luis VI de Francia, auxilio que
nunca llegó. Desde 1109 el conde favoreció la introducción de las Órdenes Militares en Cataluña, especialmente la de los Hospitalarios. En 1111 Ramón
Berenguer III se convirtió en señor de Besalú por extinción de la línea
dinástica. Un año después reconquistó Carcasona y Rasés, recibiendo homenaje
feudal del vizconde Ató de Beziers.
Unos años después, en el 1114, el
conde de Barcelona, comandó una expedición organizada por los pisanos, junto a hombres
del Languedoc y de la Provenza, cuyo objetivo era la conquista de Mallorca e
Ibiza. Debido al éxito, hubo un alto número de rescates de cristianos cautivos
y un elevado botín. Pero mientras el conde se encontraba en esta campaña, el
condado de Barcelona fue atacado por los almorávides por el oeste, siendo
rechazados; en primavera del 1115, lo volvieron a intentar por el sur,
coincidiendo con el regreso del conde, lo que contribuyó al éxito de las armas
catalanas. En contrapartida, Mallorca e Ibiza fueron retomadas por los musulmanes.
En 1116 Ramón
Berenguer proyectó una gran expedición contra los almorávides y viajó a
Provenza e Italia para buscar ayuda; pero en Roma, la muerte del papa Pascual II, entorpeció el proyecto, lo
que sumado al ataque de Alfonso
I de Aragón y Pamplona, frustró los planes del conde, ya que el nuevo
pontífice dio prioridad a los del monarca aragonés. En 1117 Ramón se convirtió
en conde de Cerdaña tras la muerte de Bernat
Guillem sin sucesión. Un año después encargó al obispo Olegario la repoblación de Tarragona y
su comarca.
Es por estos años, cuando se consumó
la independencia eclesiástica de Cataluña con respecto a las sedes francesas,
al ser nombrado Olegario arzobispo. En 1119 el conde favoreció la repoblación
de Les Garrigues, en un intento de aislar a Lleida desde el sur. Comenzando
entonces un periodo de rivalidad entre el conde y Alfonso I de Aragón, por la
posesión de Lleida y el avance hacia Valencia y Tortosa.
A partir de 1120, el conde volvió a
tener preocupaciones sobre Carcasona y Provenza, viéndose obligado a firmar un
acuerdo con el conde de Tolosa para establecer la jurisdicción sobre la
Provenza, en el 1125. En 1128 Ramón Berenguer III se convirtió en señor del pagus de Peralada después de desposeer
de el al conde Ponç II de Ampurias,
hecho prisionero tras rebelarse contra él.
Con el fin de asegurarse en el
juicio divino, las ventajas de que disfrutaban los eclesiásticos, era costumbre
en el medievo, ordenarse caballero de alguna Orden Militar, por lo que en 1130 Ramón
Berenguer III, que debía presentir su muerte, fue ordenado caballero templario
y murió un año después.
Tras la muerte de doña María, su primera esposa, en 1104, el
conde casó, en 1106, con doña Almodis,
hija del conde de Mortain, con la que vivió unos cuantos meses. En 1112 casó en
terceras nupcias con doña Dulce de
Provenza, lo que hizo que desde aquel año Ramón se titulase conde de
Barcelona y Provenza; con ella tuvo dos hijos: Ramón Berenguer IV y Berenguer
Ramón. En su testamento cedió sus estados peninsulares, Carcasona y Rasés a
su primogénito, mientras que a Berenguer le entregó el control de la Provenza. Además
tuvo una hija, doña Berenguela,
a la que casó en 1128 con Alfonso
VII de Castilla como medio para frenar la influencia de Alfonso I de
Aragón.
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