Castillo de Elda
RUTA DE LOS CASTILLOS DEL VINALOPÓ
El origen de la población en el término municipal de Elda, se remonta a finales del Neolítico, sobre 4.000 años A.C., la actual ciudad de Elda tiene su origen en el siglo XII, cuando el Sharq al-Andalus tendió hacia la concentración de la población, que hasta entonces había vivido dispersa en alquerías rurales, y en pequeños núcleos urbanos agrupados entorno a una fortificación.
Hacia el año 1244 el infante Alfonso (Alfonso X el Sabio), incorporó la villa de Elda a los reinos cristianos. Situada en la frontera entre las coronas de Castilla y Aragón, gracias al Tratado de Almizra de 1244, y adscrita al reino de Valencia desde 1296, durante toda la Edad Media fue escenario de escaramuzas, ataques y conflictos entre castellanos y aragoneses. Momentos en los que el castillo de Elda, jugó un papel importante en la defensa del sur valenciano. Elda fue señorío de la Orden de Santiago y de caballeros diversos durante el siglo XIII, así como propiedad real como dote de las reinas de Aragón durante gran parte del siglo XIV. En 1424 fue adquirida por Ximén Pérez de Corella, quién en 1448 será ennoblecido por Alfonso V el Magnánimo como conde de Cocentaina.
La adquisición de Elda, Salinas, Aspe, y posteriormente Petrer, por parte de los Corella supondrá la estabilización de la vida de estas villas tan castigadas y sujetas a continuos cambios de señor durante el belicoso siglo XIV. La pertenencia de Elda a esta importante familia nobiliaria valenciana, trajo consigo la concesión de diversos privilegios comerciales a la villa, caso del mercado semanal en 1426; como en el ámbito comarcal, caso de la feria anual, concedida por Juan II de Aragón en 1466.
Sin embargo, a fines del siglo, el III conde de Cocentaina venderá las posesiones del Vinalopó con el fin de obtener fondos para hacer frente a la precaria situación financiera por la que atraviesa la familia Corella. Tras la venta de Aspe en 1497 a la familia de los Cárdenas, señores de Elche, venderá en 1513 la baronía de Elda (Elda, Petrer y Salinas) a Juan de Coloma, secretario personal de los reyes Juan II de Aragón y Fernando el Católico. Durante 324 años los señores de Elda, Petrer y Salinas serán los descendientes de Juan de Coloma.
El poder señorial encontrará su punto de apoyo más sólido en la creación del condado de Elda por Felipe II en 1577, en la figura de Juan Pérez Calvillo de Coloma, I conde de Elda. La villa se convirtió en residencia de la familia Coloma durante todo el siglo XVI y parte del siglo XVII. El otrora castillo medieval, fue convertido en palacio condal, digna residencia de una de las familias más importantes del Reino de Valencia, cuyos miembros llegaron a ser virreyes de Cerdeña, generales de los ejércitos españoles en Flandes, embajadores, gobernadores, marinos, obispos, miembros del Consejo de Estado y de la Real Audiencia de Valencia y alcaides del castillo de Alicante por varias generaciones, además de otros cargos menores de la administración de la monarquía de los Austrias.
Tierra de mudéjares hasta 1525, de moriscos hasta 1609, y de cristianos después, la pequeña villa de Elda, con una economía exclusivamente agraria, irá creciendo lentamente a lo largo de los siglos XVII y XVIII, siglos en los cuales fue consolidando su estructura en torno a las dos antiguas plazas del urbanismo gótico valenciano y llamadas de Arriba y de Abajo; y dominada por el palacio condal, la iglesia parroquial de Santa Ana.
Tras la guerra de la Independencia, y con los aires antiseñoriales de las Cortes de Cádiz, la villa de Elda elevará en 1815 un pleito de reversión a la Corona que le permitió conseguir en 1841 librarse definitivamente del yugo señorial; iniciando un desarrollo demográfico y económico. La economía local se vio revitalizada. En el siglo XX Elda dejó atrás su pasado agrícola para convertirse en una ciudad, titulo concedido en 1904.
Historia del castillo Elda
Fue construido por los almohades en el siglo XIII, con un carácter claramente militar y espartano. En julio de 1308 la reina Blanca esposa de Jaime II manda reparar los castillos de Elda y La Mola por estar en muy mal estado los dos. A su vez como propietaria, manda al alcaide de estas fortalezas que es el Sr. Pere de Montague le pase una renta de 60 caines de trigo como renta. A pesar de todo, en 1331, Alfonso IV de Aragón recibe el siguiente informe de Guillen de Senesterra: “Y también fui al castillo de Elda ,lo inspeccioné y lo encontré en muy mal estado, tanto por dentro y por fuera, y si no se hace obras y se repara su estado no es seguro”.
Pero el castillo continúa estando en muy mal estado. Así en el año 1383, la reina Sibilia de Fortiá, propietaria del señorío de Elda comunica a los mudéjares que deben hacer obras de reparación de la fortaleza. Diez años después, la reina Violante de Bar, propietaria entonces del señorío de Elda, manda al Cadí, la ejecución de nuevas obras de restauración.
Son constantes en este periodo las obras de restauración y remodelación, porque hay una actividad bélica muy frecuente entre Castilla y Aragón. Pero realmente su transformación el castillo palacio se empieza a realizar entre fines del siglo XIV culminando en el siglo XVI, al fijar la residencia la familia Coloma. Es en este siglo cuando ya se empieza hablar del castillo: “Elda es en el Reino de Valencia y tiene una fortaleza buena y está en una rambla sobre una peña”. Esto fue escrito por Hernando de Colon.
A fines del siglo XVII, hay otra pequeña referencia del castillo por el Conde Puñorrostro, que es el señor provisional de Villena y cita: “Hoy pasee por el estado de Elda que posee una fuerte Alcázar o Palacio”.
En el siglo XIX, a causa del abandono en que se encuentra el palacio de los condes de Coloma, que J. Montesinos dice: “Fue suntuoso, y hermoso, pero al presente, por el poco cuidado, está algo destruido, desde que los condes dexaro (dejaron) de habitar el Palacio, que está clamado por su reedificación, y lastimar de dexar de perder una obra tan sólida y fuerte”. Ente los años 1841 al 1846, esta fortaleza se va deteriorando en casi su totalidad. Perdida y olvidada por todos, solo queda en el cerro una triste silueta de un antiguo castillo Almohade y Palacio Condal.
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