Alfonso III el Franco, rey de Aragón desde el año 1285 al 1291


    Apodado El Liberal y también El Franco, había nacido en Valencia en 1265. Fue rey de Aragón, de Valencia, como Alfonso I, el Franco, conde de Barcelona, y rey de Mallorca. Era el primogénito de Pedro III y Constanza de Sicilia. A la muerte de su padre, en Villafranca del Penedés, heredó los territorios de la Corona de Aragón, mientras que su hermano Jaime II, rey de Aragón heredó el Reino de Sicilia.
    El dominio de Sicilia, donde Alfonso había gobernado antes de ser rey, en 1282 cuando su padre marchó a la conquista de esos dominios, desbordó el marco aragonés, internacionalizándose, puesto que, por unas u otras razones, entraron en escena: el pontificado, la casa francesa de los Anjou y los reinos de Francia, Castilla, Sicilia, Mallorca y Aragón. Antes de morir, Pedro III había hecho prisionero al candidato pontificio, Carlos de Salerno, hijo de Carlos de Anjou. Los franceses, sus aliados, dirigidos por Felipe III, rey de Francia, amenazaron el valle de Arán, Aragón y Gerona, conquistando el valle aranés y la ciudad de Gerona. Esta invasión contó con la ayuda que el rey Jaime II, rey de Mallorca, tío de Alfonso III, prestó a la coalición franco-pontificia, dejando pasar a los ejércitos invasores a través de los territorios que el mallorquín poseía en el Rosellón, al otro lado de los Pirineos.
    Por otra parte, Sancho IV, rey de Castilla dejó desamparado al aragonés al no enviar los refuerzos previamente concertados. Como réplica, Alfonso III invadió las Baleares, mientras los franceses eran derrotados en Panissars. En represalia, en la lucha interna por el trono castellano se puso de parte del infante Alfonso de la Cerda, a quien proclamó en Jaca rey de Castilla, a la vez que atacaba militarmente a Sancho IV tras haber concretado un tratado de amistad con los benimerines. En compensación, Alfonso de la Cerda cedía a Alfonso III el reino de Murcia, cesión que nunca llegó a ser efectiva.
    Contrajo matrimonio con la infanta Leonor, hija de Eduardo I, rey de Inglaterra y Leonor de Castilla. Sin embargo, al ser excomulgado Pedro III por la cuestión de Sicilia, los padres de la infanta dilataron su traslado a Aragón. Finalmente el matrimonio se celebró por poderes el 15 de agosto de 1290 en la abadía de Westminster.
    Tras conquistar el Reino de Mallorca, desembarcó en Alicante, poniendo rumbo, a continuación, a la ciudad de Valencia, donde fue jurado rey el 2 de febrero de 1286. Posteriormente fue coronado rey de Aragón en la seo de Zaragoza el 9 de abril de 1286 por el obispo de Huesca.
    El rey de Aragón preparó la expedición para tomar la isla de Menorca al almojarife Abû ‘Umar. En las cortes celebradas el 18 de octubre de 1286, en Huesca convocó a los suyos en Salou para desde allí partir a la conquista de la isla. Menorca había sido tradicionalmente vasallo de Aragón, pero fueron acusados de aliarse con Túnez y Francia, para dar apoyo a diversas plazas norteafricanas, y convertirse en refugio de piratas, los cuales entorpecían el comercio.
    El 21 de noviembre salieron las naves de Salou, haciendo escala en Mallorca, donde estuvieron hasta después de Navidad. Estas fuerzas contaban con unos 20.000 hombres y más de 100 naves catalanas, aragonesas y sicilianas. Arribaron al puerto de Mahón el 5 de enero de 1287, aunque no desembarcaron hasta el 17 del mismo mes, día en que en la actualidad se celebra el día de Menorca. Aunque las tropas musulmanas opusieron resistencia, se vieron forzadas a replegarse al castillo de Sent Agáyz (Santa Águeda) y a pedir la rendición.
    El 20 de enero, en dicho castillo, se firmaron los Pactos de Sent Agáyz, por los que los habitantes de la isla pasaban a ser siervos del rey de Aragón y todos sus bienes, excepto las ropas, incautados a menos que pagaran siete doblas y media de oro en el plazo de seis meses. Los que no pudieron pagar fueron vendidos como esclavos en los mercados del norte de África de Bugía o Trípoli. Al rey Abû ‘Umar se le permitió partir hacia Berbería con familiares y allegados, además de su biblioteca, los restos mortales de su padre Said Ibn Hakam, cincuenta espadas y ajuar para el viaje.
    La isla quedó despoblada, repartiéndose sus tierras entre la nobleza, repoblándose con catalanes. Alfonso III, permaneció en Ciudadela durante 45 días, dictando las directrices para el gobierno de la isla y mandando construir la Iglesia Catedral sobre la antigua mezquita, aunque su construcción se demoró hasta 1300 cuando Alfonso III ya había fallecido.
    Mientras la nobleza aragonesa se sintió desplazada, al ser proclamado rey antes de la jura de los Fueros, viendo así cuestionados sus privilegios. En las Cortes celebradas en junio de 1286 en Zaragoza y en las de octubre en Huesca, hubo represalias y acciones militares entre la monarquía y los nobles, que amenazaron con dar el trono a Carlos de Valois, al que el Papa había nombrado soberano de los reinos de Pedro III. Para mejorar sus relaciones con la nobleza, en 1287 concedió el Privilegio General de la Unión, comprometiéndose a convocar anualmente, en Zaragoza, Cortes, que serían las que designarían el Consejo del rey, y a no proceder contra la Unión sin previa sentencia del Justicia y del permiso de las Cortes. En caso del que el rey no respetara este documento, los nobles podían “desnaturarse” (negar la obediencia y elegir otro soberano sin incurrir en nota de infidelidad). Esta condición dio motivo a Alfonso III a decir: “Que había en Aragón tantos reyes como ricoshombres”. En las Cortes realizadas en Monzón en 1289 y gracias al apoyo de valencianos y catalanes, logró reforzar el poder de la monarquía en contra del poder de los nobles.
    El matrimonio con Leonor de Inglaterra no llegó a consumarse, ya que cuando se estaban preparando en Barcelona los festejos, Alfonso sufrió un infarto glandular que le trajo la muerte en tan sólo tres días. Falleció el 18 de junio de 1291 a los 27 años de edad en la ciudad de Barcelona sin dejar descendencia. Legó los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca y los condados catalanes a su hermano Jaime, rey de Sicilia, bajo la condición de que éste renunciara a este reino y lo cediera a su otro hermano Fadrique.
    Alfonso III, fue sepultado en el Convento de San Francisco de Barcelona, en 1835 dicho convento fue demolido y los restos del monarca, junto con los de la mayoría de las reinas e infantes allí sepultados, fueron trasladados a la Catedral de Barcelona.




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