Juana I, reina de Castilla desde 1504 a 1555
Nacida en Toledo el 6 de
noviembre de 1479, fue la tercera hija de los Reyes Católicos. Los primeros
años compartió con sus padres la corte itinerante. Se educó con sus hermanas
menores, las infantas María y Catalina, el preceptor desde 1485 a 1496 fue el dominico
Andrés de Miranda, aunque se sabe que Beatriz Galindo la impartió clases de latín,
al igual que Alexandro Geraldino.
Los Reyes Católicos concertaron
el doble matrimonio con los hijos del emperador Maximiliano, el príncipe Juan con Margarita de Austria y Juana con Felipe el Hermoso. En agosto de 1496 Juana
se trasladó a Laredo junto con sus hermanos, de donde saldrían el 21 de agosto
de 1496 camino del puerto de Arnemuiden, al que llegaron el 8 de septiembre. Felipe el Hermoso no había acudido a recibirla y no se conocieron hasta el 20
de octubre de ese mismo año, enamorándose nada mas verse. Pero las relaciones
se fueron deteriorando progresivamente, incluso se da la circunstancia que Felipe incumplió las obligaciones económicas adquiridas. Juana comenzó a
comportarse de una forma extravagante, al parecer debido a los malos tratos
recibidos en la corte flamenca y la no aceptación por su parte de las
frecuentes infidelidades de su esposo. Así las cosas sus padres enviaron en
1498 a fray Tomás de Matienzo, el cual les comunicó que el estado de salud de
la princesa era bueno, a pesar de encontrarse en a punto de dar a luz. El 16 de
septiembre nacería la hija primogénita de Juana y Felipe, Leonor.
Las relaciones entre los Reyes
Católicos y Felipe el Hermoso se fueron deteriorando, sobre todo tras el
fallecimiento del príncipe Juan en 1497 y el de Isabel de Portugal en 1498, ya
que el archiduque, desde entonces, comenzó a titularse príncipe de Castilla. El
25 de febrero de 1500, nació en Gante su segundo hijo, Carlos. Felipe quiso
asegurarse la sucesión de Carlos, enviándole a educarse junto a los Reyes
Católicos. El 20 de julio de 1500 falleció el príncipe Miguel, convirtiendo al
matrimonio de Juana y Felipe en los nuevos Príncipes de Asturias. Felipe se propuso
en todo momento retrasar el viaje a España, y a finales de 1500 se encontraba
nuevamente embarazada de su tercera hija, Isabel de Austria, que nacería en
Bruselas el 27 de julio de 1501.
Tras este alumbramiento, los
Príncipes de Asturias emprenden viaje por tierra hacia España, en Blois Felipe prestó homenaje a Luis XII, no así Juana con la reina de Francia. Llegaron a
Castilla el 26 de enero de 1502, encontrándose con su padre en Olías, el mes de
abril y con su madre el 7 de mayo en Toledo. Tras recibir el homenaje de las
cortes de Aragón, Felipe comunicó su deseo de abandonar España. Al estar Juana
nuevamente embarazada, es Felipe quién parte el 19 de diciembre de ese mismo
año, el 10 de marzo de 1503 nacerá Fernando de Austria en Alcalá de Henares.
Juana quiso partir hacia los
Países Bajos, pues no soportaba estar separada de su marido, su comportamiento
se hizo cada vez más extraño, más aún al recibir una supuesta carta de su hijo Carlos, en la que la suplicaba que regresara lo antes posible. Los Reyes
Católicos cedieron, dejándola marchar en la primavera de 1504. A su llegada a
los Países Bajos no encontró a un marido cariñoso, e incluso la trataron con
desdén, circunstancia que no acató de buen grado y que originó numerosas peleas
con Felipe. Los ataques de ira de la princesa fueron continuos, llegando a
atacar con unas tijeras a la favorita de su esposo. Circunstancias que Felipe decidió informar a sus suegros, aunque este ignoraba que Isabel, sabedora de la
incapacidad de su hija para gobernar, incluyó en su testamento una clausula por
la cual si Juana no pudiera o no quisiera gobernar, la regencia sería ocupada
por Fernando el Católico, y no por su yerno, la cual se encontraba en su lecho
de muerte, cosa que sucedió el 26 de noviembre de 1504. Felipe entonces buscó
el acercamiento a Juana, quedando esta nuevamente embarazada, naciendo en
Bruselas el 15 de septiembre de 1505, María de Austria.
Cuanto más empeoraba el estado
mental de la reina, más irracional se mostraba en los asuntos de su esposo,
llegando a prohibir que cualquier mujer se acercara a él. Juana abandonó los
Países Bajos el 8 de enero de 1506, una gran tormenta estuvo a punto de
malograr el viaje, haciendo que tuvieran que hacer escala en las cotas
inglesas, aprovechando la reina para visitar a su hermana Catalina. Finalmente
los nuevos reyes desembarcaron en A Coruña a finales de abril de 1506. Juana
volvió a quedar embarazada por sexta y última vez. El fallecimiento de Felipe el Hermoso fue un duro golpe para ella, permaneciendo los días que duró su
agonía, permanentemente junto a él. Tras la muerte de Felipe, Juana entregó el
poder a su padre Fernando, en esos momentos éste estaba fuera de España, lo
cual complicaba la situación, ya que Juana se negaba a firmar ningún documento sin
la autorización expresa de su padre.
El 20 de diciembre de 1506,
Juana llega a la Cartuja de Miraflores, donde estaban los restos de su esposo y
ordena disponerlo todo para trasladarlo a Granada. Ese mismo día se puso en
marcha la comitiva, que viajando siempre por la noche, llegó a Torquemada
cuatro días más tarde. En Torquemada nació la infanta Catalina el 14 de febrero
de 1507. En un principio decidió esperar allí a su padre, pero sin saberse las
razones, decidió partir a mediados de abril, llegando el 21 a Hornillos.
Finalmente el 29 de agosto se encontraron padre e hija en la villa de Tórtoles,
donde la reina entregó el gobierno de Castilla a su padre. Tras una breve
estancia en Arcos, Fernando la convenció para que se trasladara a Tordesillas.
Juana paso a estar bajo la custodia del aragonés Luis Ferrer, que se encargó de
que la reina estuviera totalmente aislada del mundo exterior. Tras la muerte de Fernando el Católico, asumió el poder el Cardenal Cisneros, Ferrer tuvo que
abandonar su cargo acusado de abuso de autoridad y de no haber logrado que
Juana se recuperara. El nuevo gobernador, Hernán duque de Estrada y de Guzmán,
cumplió el mismo cometido que su predecesor, aunque fue algo más permisivo.
La llegada de Carlos I a España
en 1517, supuso un cambio a peor para Juana, ya que éste debido a los
acontecimientos como la rebelión de las Comunidades, no sólo aisló a su madre,
sino que hizo todo lo posible para que fuera olvidada por todos. Despidió a
Hernán duque de Estrada y nombró a don Bernardo Sandoval y Rojas, segundo marqués de
Denia, que permaneció en el cargo desde el 15 de marzo de 1518, hasta el día de
su muerte en 1536, en que fue sucedido por su hijo Luis. La monótona vida de
Juana, solo se vio interrumpida por las visitas de sus familiares, aunque Juana
mostró poco interés por estas visitas. Si sintió alegría cuando sus hijos Carlos y Leonor la visitaron por primera vez, a su llegada a España, así como
la de sus nietos Felipe y María Manuela de Portugal cuando la visitaron tras su
matrimonio.
En 1552, el marqués de Denia
informó del deterioro de la salud de Juana, razón por la cual el futuro Felipe II, solicitó ayuda del jesuita Francisco de Borja. Juana se negó a cumplir con
sus deberes religiosos, Francisco de Borja. sintiéndose incapaz de conseguir que
los cumpliera, dejó el cuidado del espíritu en manos de fray Luis de la Cruz,
pero todos los intentos fueron inútiles.
Los últimos años de Juana
fueron un terrible calvario, quedó paralizada de las piernas, viéndose postrada
en una cama sin apenas movilidad, circunstancia que favoreció la aparición de
llagas, llagas que finalmente derivaron en gangrena. Se negó a ingerir las
medicinas que le preparaban sus farmacéuticos para aliviar su sufrimiento. Tras
perder el conocimiento durante unas horas, la reina falleció a las 6 de la
mañana del 12 de abril de 1555, sin la compañía de ninguno de sus hijos y
nietos. El marqués de Denia organizó un discreto funeral en la iglesia del
convento de Santa Clara, lugar donde permanecieron los restos hasta 1574, en
que Felipe II, decidió trasladar el cuerpo de su abuela a la catedral de
Granada.
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