Santuario de la Virgen de la Cabeza

 


La construcción de la ermita fue iniciada hacia 1287, acabándose en 1304. Tras una serie de pleitos interpuestos por la Cofradía Matriz en 1518, por bula papal, se confirmó a la Cofradía como propietaria del Santuario, así como la administración exclusiva del mismo. Alrededor de 1552, se sucedieron los pleitos interpuestos por la Cofradía, y en ese año, la bula Papal obligaba a la devolución a la cofradía Matriz del santuario. En dicha bula se advierte a cualquier autoridad civil o religiosa que la cofradía de Andújar y su pueblo son propietarios de la Imagen y del Santuario. En el siglo XVI, el Concilio de Trento fomenta el culto a la Virgen y los Santos, siendo clave en la expansión de la devoción a la Virgen de la Cabeza, con lo que, la cofradía Matriz va a intensificar este proceso ampliando el Santuario, comenzando esa ampliación en 1552. El año 1557 el obispo de Jaén don Diego Tavera, en su visita episcopal, propone a la cofradía Matriz que sea Andrés de Vandelvira quién realice nuevas modificaciones, evitando los pilares. El maestro, plantea a la Matriz un gran espacio abierto bajo una larga bóveda de cañón y capillas laterales insertas en los tramos situados entre sus contrafuertes, adaptándolo a las necesidades del culto, puesto que, al no existir soportes intermedios, se permitía la visión del altar mayor desde todos los puntos del templo y las capillas laterales. En 1590, la orden de los Carmelitas descalzos se valieron de favores para que, el Prioste y Diputados, hicieran donación del Santuario a su orden, siendo anulada dicha donación en 1593. En 1611 la cofradía Matriz terminó totalmente el santuario.

En 1816, el rey Fernando VII devuelve el Santuario a la cofradía Matriz, accediendo a la petición de ésta. Esto ocurre tras quedar suspendida la Romería durante décadas y limitarse la Cofradía a pedir limosnas solo en Andújar y no en el resto de Andalucía como venía haciendo. La falta de limosnas se reflejó en un gran deterioro del edificio del Santuario, hasta que fue devuelta a la Cofradía su posesión y sus derechos sobre la petición de limosnas para el mantenimiento del templo.

El 2 de septiembre de 1841, el general Espartero, mediante un nuevo decreto de desamortización, pasó el Santuario y sus pertenencias a manos del Gobierno. Esta ley durará tres años y al salir el partido progresista la ley fue derogada. Por petición de la Cofradía de Andújar, con el apoyo de las Cofradías Filiales, la reina Isabel II devuelve a la Cofradía de Andújar el Santuario, pero no los bienes que se encontraban en su interior; de este modo, nuevamente fue devuelvo a su propietario, la Cofradía de Andújar, su Santuario en 1844. Fruto del desgaste y poco número de hermanos en la Cofradía, en 1870, se establece en la Asamblea de la cofradía Matriz de Andújar el otorgar al obispado el poder/facultad de nombramiento de Rector, así como la administración económica del Santuario, pero con una serie de condiciones, tales como que la Cofradía fiscalizaría las recaudaciones de las fiestas y el resultante de la venta de mercaderías. No así el de limosnas y estipendios. De este modo, el Rector debe dar cuentas a la Cofradía y guardar el dinero sobrante en un arca (arca de 3 llaves) que pertenecía a la Cofradía. A su vez, el obispado velará por los bienes que allí hubiera y para ello debe dar inventario de estos bienes que en el santuario existen y en caso de que hubiera alguna falta, deberá el rector reponerla con aval personal. Se demuestra que la Cofradía tiene la potestad de otorgar acuerdo hacia el obispado y que éste lo acepta 8 años más tarde, avalado por dos juristas diocesanos.

En 1920, la cofradía Matriz, comenzó la construcción de la crujía norte (parte izquierda del santuario), llegando a realizar los sótanos y empezado los pilares. En 1929, esa nave, provocó que, la cofradía Matriz pidiera que cesaran allí los diocesanos y entrasen otra congregación que custodiase el santuario de la cofradía, ya que, al parecer, el rector desviaba los donativos entregados por los devotos en pro de la construcción, reflejándose como ingresos propios de su ministerio. El 1 de abril de 1930 el Obispo Manuel Basulto Jiménez pasó la gestión eclesiástica del santuario a los Trinitarios, siendo oficial en la celebración el día 12 de abril que se realizó en el santuario.




 

El santuario de la Virgen de la Cabeza sufrió un asedio durante la Guerra Civil, desde agosto de 1936 a mayo de 1937. La provincia de Jaén se había mantenido fiel a la República durante el golpe de estado de julio. Ante las presiones de las formaciones políticas de izquierda, el gobernador civil, Luis Rius Zunón, autorizó el reparto de armas entre los milicianos bajo la condición de que se hiciera bajo control. Mientras tanto, el Gobierno organizó una columna motorizada al mando del general Miaja para recuperar el control sobre la ciudad de Córdoba, en manos de los sublevados. En su avance, el 28 de julio de 1936 las tropas republicanas llegaron a Andújar. A principios de agosto un grupo de guardias civiles y sus familias se replegaron a la Sierra de Andújar, donde sufrirán un asedio de nueve meses. Por entonces, el Cuartel de la Guardia Civil de la ciudad estaba bajo el mando del capitán Antonio Reparaz Araujo, quien tras una tensa discusión con Miaja aceptó cederle cuarenta de sus noventa guardias. En los últimos días de julio, Andújar había sido escenario de una violencia que sembró el terror en toda la ciudad. La represión llegó hasta los monjes del Real Santuario, que fueron víctimas de algunos fusilamientos sin que las autoridades republicanas hicieran nada por evitarlos. Ante la grave situación y para evitar enfrentamientos armados, el capitán Reparaz obtuvo de Miaja permiso para replegarse con sus guardias hacia la Sierra de Andújar. A un grupo de cincuenta guardias civiles, comandado por el teniente Francisco Ruano Beltrán, se unieron otros veinticinco del puesto de Venta de Cárdenas, junto con una veintena de paisanos armados y algo más de doscientas personas, en su mayoría familiares de los agentes.

         Desde principios de agosto de 1936 dio comienzo un asedio que habría de durar nueve meses. El santuario había quedado abandonado después del asesinato de los padres trinitarios. El capitán Reparaz delegó el mando de la fuerza en el comandante Eduardo Nofuentes mientras él era requerido por Miaja. Los guardias y sus familias vivieron unos días de tranquilidad, alejados de los combates. Sin embargo, todo cambió el 22 de agosto, cuando Reparaz se pasó al bando sublevado, por lo que, las autoridades republicanas comenzaron a desconfiar de la lealtad de los guardias civiles del Santuario. El 25 de agosto llegó una orden desde Madrid en la que se instaba a que entregasen las armas y al día siguiente se presentó ante el Santuario una columna de milicianos. El comandante Nofuentes les entregó una parte de las armas mientras. La semana siguiente transcurrió sin que apenas se produjeran cambios mientras se entablaban negociaciones para solucionar la crisis. Nofuentes llegó a desafiar a la autoridad, y se negó a abandonar la posición tal y como se le había ordenado. Finalmente, se decidió consultar a los guardias civiles sobre la decisión a tomar.

Según recoge un informe de las autoridades republicanas, la mayoría se mostró de acuerdo con abandonar el santuario por lo que su comandante ordenó la evacuación. Cuando todo parecía que iba a terminar sin derramamiento de sangre, el capitán Santiago Cortés, asumió el mando de los asediados y ordenó suspender la evacuación, detener a Nofuentes y a los milicianos y guardias de asalto que quedaban en el cerro, y abrir fuego contra todo aquel que quisiera escapar o acercarse a sus muros. En su interior se atrincheraron cerca de mil personas entre, guardias civiles, sus familias y un puñado de paisanos armados. Tras vencer el ultimátum dado, las autoridades republicanas ordenaron entre el 15 y el 25 de septiembre bombardear el santuario. Los ataques, aún imprecisos, causaron las primeras víctimas entre los sitiados. El 31 de octubre se completó el cerco, y los guardias civiles se replegaron a las ruinas del edificio principal. Con el paso de los días la situación de los sitiados se volvió cada vez más desesperada. Para paliar el hambre y la falta de munición, aviones de los sublevados lanzaron suministros, que fueron insuficientes.

A primeros de diciembre de 1936, el general Queipo de Llano lanzó una ofensiva en el frente de Córdoba, siendo uno de sus objetivos la liberación del santuario, pero su avance se detuvo, a principios de marzo, tras ser derrotado en la Batalla de Pozoblanco. Entonces, el general Antonio Cordón García, nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército del Sur de la República, se mostró decidido a poner fin al asedio. Cuatro Brigadas Mixtas se prepararon para el asalto final. En el Santuario apenas quedaban un centenar de hombres en condiciones de seguir luchando, el 1 de mayo de 1937 los tanques abrieron paso a los milicianos y entraron en el recinto. El capitán Cortés resultó mortalmente herido por la explosión de un proyectil de artillería, y sus hombres, desmoralizados, no tardaron en izar una bandera blanca sobre las ruinas. En el balance final, cerca de un centenar de guardias civiles murieron tras los meses de asedio. A ellos se sumaron cincuenta y cinco civiles. Mientras el número de bajas entre los asaltantes se elevó a doscientos entre muertos y heridos. Los guardias civiles supervivientes fueron recluidos en varios campos de concentración, mientras sus familias fueron acogidas en el Viso del Marqués, realojados en el palacio renacentista que en su día había pertenecido a Álvaro de Bazán.




 

La reconstrucción del santuario se realizó entre 1940 a 1943, manteniendo el diseño y distribución originales, con una nave central, y Capilla Mayor separada por la reja del siglo XVI. Regiones Devastadas compró los terrenos alrededor del santuario que no eran propiedad de la cofradía Matriz de Andújar, sino de Teresa Dueñas. Junto al templo se levantó una hospedería, que sería más tarde Parador de Turismo, inaugurado en 1948.

El 16 de abril de 2013 la Junta de Andalucía acordó inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural (BIC), la romería de la Virgen de la Cabeza de Andújar, que considera una manifestación festivo-religiosa destacada por sus valores etnológicos e históricos y paisajísticos. Esta declaración también protege el territorio donde se desarrollan sus momentos más importantes: la zona del santuario, integrada por la basílica, las casas de cofradías, la fachada sur del Cerro de la Cabeza y el espacio de acampada vinculado a la fiesta; los caminos Viejo, de Carretas, de Caballerías y de Recepción de las Cofradías Filiales, y el lugar denominado Cuadro de la Virgen de la Cabeza. Junto con estas zonas se une a la protección una selección de los bienes muebles y documentales más relevantes vinculados al evento, que se conservan tanto en el núcleo urbano de Andújar como en el santuario y su museo. Además de la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza, destacan las andas procesionales, una pieza de orfebrería en plata fechada en la década de 1950 y la pintura conocida como ‘Cuadro de la Virgen’.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

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Ramón Martín


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