En 1814, con Fernando VII regresa el absolutismo a España
Desde el 4
de mayo de 1814 al 8 de marzo de 1920, se abre en la Historia de nuestro país,
un periodo de seis años en los que se restablece, íntegramente, el Antiguo
Régimen; y digo íntegramente por qué el Estado absoluto hace su aparición en la
política, la administración, las instituciones, la economía, y en la sociedad
en general.
La explicación de esta dos fechas es la
siguiente:
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La
primera, 4 de mayo de 1814, es la de la promulgación de un Real Decreto que
anula toda la obra de Cádiz y la vuelta al Régimen absoluto.
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La
segunda, 8 de marzo de 1920, señala la recuperación del modelo constitucional,
al publicarse en la Gaceta, la simbólica aceptación por parte de Fernando
VII,
de la Constitución
de 1812.
Este
periodo constituye, para los liberales, un periodo de tiempo que estaba abocado
al fracaso, protagonizado por la obstinación del monarca y los privilegiados.
Mientras para los que contribuyeron al restablecimiento del absolutismo, fue un
paréntesis provocado por las Cortes gaditanas.
El
regreso al Antiguo Régimen no fue un hecho aislado en España, pues
respondió al contexto de la Europa de la Restauración en contraposición
a la Europa napoleónica, aunque la restauración realizada en España y la
consiguiente represión, fue la más radical. Esta diferenciación viene causada
porque, mientras en Europa la derrota de Napoleón no supuso la
desaparición de algunas de las aportaciones de la revolución francesa,
en España que, había elaborado muchos principios revolucionarios a través de
las Cortes de Cádiz o del propio aparato de José I, se abandonan todos
esos supuestos.
La
cohorte de protagonistas de la vuelta a la situación de 1808, con Fernando
VII a
la cabeza, es la misma que en marzo de 1808 había encabezado la versión más
absolutista. Era la vuelta a las posiciones del Motín de
Aranjuez,
y del nuevo Fernando
VII.
Este
inmovilismo quedó agotado en seis años, a causa de la propia debilidad y
agotamiento del Estado, dando paso a una nueva experiencia liberal en 1820. El
desmoronamiento no se centra únicamente en el continente, sino en todo el
Estado transoceánico. El problema de los procesos de independencia de las
colonias americanas forma parte de la crisis del Estado absolutista y la
desintegración del Antiguo Régimen.
A
finales de 1813, cuando se adivinaba próxima la finalización de la guerra, con
la retirada de las tropas francesas, excepto en Cataluña, van apareciendo las
discrepancias políticas. Para los liberales, la vuelta de El
Deseado,
debe ser como monarca constitucional; mientras para las élites ligadas
al Antiguo Régimen, la vuelta consistía en regresar a la legitimidad anterior.
Entre
diciembre de 1813 y mayo de 1814, se abre un periodo de presiones que culminan
con el regreso al absolutismo. La complicada situación militar en que se
encuentra Napoleón le lleva a zanjar la
herida abierta en España, por lo que propone a Fernando
VII,
su reconocimiento como rey de España, devolviéndole los derechos a los que
había renunciado en Bayona seis años antes. Reconocimiento y aceptación que,
adquirió forma legal, con la firma del Tratado
de Valençay,
el 11 de diciembre de 1813.
El
duque de San Carlos, un absolutista muy vinculado al monarca presentó en
Madrid, el tratado
firmado en Valençay, que fue rechazado por la Regencia, alegando que debía
hacerse con el concurso de las Cortes y la jura de la Constitución por parte de Fernando
VII.
El 2 de febrero de 1814, las Cortes aprobaron normas y protocolo de la vuelta
del rey, con su entrada en Madrid y la posterior jura de la Constitución.
Entra
Fernando
VII en
Madrid el 22 de marzo y, dos días después, está ya en la zona catalana dominada
por el ejército español. Se dirige después a Zaragoza, para continuar viaje a
Valencia. Lo que pretende es ganar tiempo y sortear a las Cortes. El 11 de
abril celebra una sesión con sus consejeros en Daroca, y cuatro días después en
Segorbe. Ese mismo día, el general Elío,
capitán general de Valencia, salía a su encuentro y le transmitía,
públicamente, su apoyo al régimen absoluto. El día 16 entraba el monarca en
Valencia, donde se firmará el Manifiesto de los persas, que apelaba a la
tradición histórica y a las Cortes medievales, justificando la vuelta al
régimen absoluto. El 4 de mayo, aun en Valencia quedó fechado, aunque sin
hacerse público, el decreto que declaraba, sin efecto, a la Constitución
de 1812.
En su texto quedaba condenada la obra gaditana, por ilegítima y usurpadora, al
tiempo que justificaba la actitud del rey en Bayona. Era un golpe de Estado
en todas sus dimensiones. Sale el monarca hacia Madrid al día siguiente, donde
las Cortes ordinarias preparaban su recibimiento y jura.
El
día 10, el general Eguía, capitán general de Castilla, ocupa Madrid y comienza
a detener a las autoridades constitucionales. El día 11, mientras el rey
llegaba a Aranjuez, se cerraban las Cortes y se hacía público el Decreto del 4
de mayo. De esta manera caía, sin oposición, el Régimen Constitucional y el día
13, Fernando
VII,
entraba en Madrid.
Se
recuperaban las instituciones existentes en 1808, se restablecía el sistema de
Consejos, y se acentuaba el gobierno personal del rey. En lo que respecta a las
Cortes, no se llegaron a convocar jamás. El monarca se rodeaba, como gobierno
de las Secretarías, a modo de Ministerios: Estado, Gracia y Justicia, Hacienda,
Guerra, Marina y Ultramar. En cuanto a la Administración Provincial, se
recuperaba, plenamente, el modelo anterior a partir de los capitanes generales,
que sustituían a los jefes políticos, nombrados por el constitucionalismo
gaditano. El 15 de junio se suprimían las diputaciones provinciales, y diez
días más tarde, se restablecían las audiencias y chancillerías.
El
24 de mayo, en lo que respecta a la Administración Local, se suspendió la
formación de ayuntamientos y el cese de los ya constituidos; se sustituyeron
los alcaldes constitucionales, reponiéndose ayuntamientos, corregidores y
alcaldes mayores.
Nada
era nuevo, volvía el antiguo modelo de Estado, y la organización económica y
social del Antiguo Régimen. Se suspende cualquier fórmula desamortizadora y se
devuelven los patrimonios al clero. El Decreto gaditano de disolución del
Régimen señorial, queda sin efecto.
Se
había consumado un golpe de Estado, sin oposición.
Entre
1814 y 1816, con el duque de San Carlos y Pedro Ceballos al frente de la
Secretaría de Estado, España pasa a ser segunda potencia en el plano
internacional, tras tres siglos en el primer plano.
Durante
los seis años de Régimen Absolutista, hubo una represión sistemática,
cuyo objeto era anular cualquier oposición al rey. La alternativa liberal no
era tan consistente, por sí misma en términos sociales, como para derribar el
régimen por la fuerza, pero sí suficiente para precipitar su caída.
Entre
las intentonas de pronunciamiento destaca la liderada por el general Luis Lacy
en Barcelona el 4 de abril de 1817. Una trama que vinculaba a elementos civiles
y militares. La fragilidad de la coordinación dependió del fracaso en la ciudad
de Barcelona, que dejó descolocados a Lacy y a Miláns; por lo que
las fuerzas mandadas por Llauder apresaron a Lacy, que sería fusilado en
Mallorca el 5 de julio. También fracasaría una conspiración en Valencia,
llevada a cabo por el teniente coronel Joaquín Vidal.
Fue una pena, una oportunidad perdida de haber sido republica y de haberse librado de un nefasto rey. Saludos y buen fin de semana.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Federico. Un saludo.
ResponderEliminarNo se nos olvide que, si siguió siendo rey absolutista desde 1823, fue gracias a los "Cien Mil Hijos de San Luis".
ResponderEliminarSaludos.
Correcto. Una vez más, y no sería la última, Europa influyo en la situación política de España.
ResponderEliminarLástima el regreso del Borbon, un día negro en la historia de España y lástima de los fracasos de las intentonas de derribarlo, así lo pagamos después con varias guerras civiles. Muy buen artículo!! 😉 Saludos!! 🙋♂️🙋♀️
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Su regreso, la forma de hacerlo y las consecuencias para el país, fueron lamentables. ¡Que ocasión perdimos!
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