Enrique IV el Grande rey de Francia de 1589 a 1610, rey de Navarra y Copríncipe de Andorra de 1572 a 1610
CASA DE BORBÓN
Nacimiento: El
13 de diciembre de 1553 en Pau.
Fallecimiento: El
14 de mayo de 1610 en París.
Padres:
Antonio de Borbón y Juana III de Navarra.
Rey de Francia: Desde
el 2 de agosto de 1589 al 14 de mayo de 1610.
Rey de Navarra y Copríncipe de Andorra: Desde
el 9 de junio de 1572 al 14 de mayo de 1610.
Enrique
IV de Francia, Enrique III de Navarra. Nació en Pau, el 13 de
diciembre de 1553. Su padre era Antonio, duque de Vendôme, uno de
los “príncipes de sangre” de Francia, ya que era descendiente de Robert
de Clermont. Su madre, Juana III de Albret, era
heredera de los reyes de Navarra y vizcondesa de Bearn, dos territorios
que pretendían ser independientes, sin depender de Francia. La muerte de Enrique
II de Albret, en 1555 y el ascenso de Felipe
II a la Monarquía de España, en 1556, animaron a Antonio de
Borbón a reivindicar una solución al contencioso de Navarra. Los
contactos diplomáticos fueron intensos entre 1558 y 1562, con ocasión de las
negociaciones de paz entre ambas monarquías, y de los problemas sucesorios y
religiosos en Francia. Pero la reunificación de Navarra no maduró antes de la muerte
del duque de Vendôme, en 1562. Al producirse esta, Enrique y Catalina
de Borbón quedaron huérfanos bajo la tutela de Juana III.
Enrique
fue educado por preceptores calvinistas, la religión que su madre había
profesado desde 1556. Su padre nunca tomó una postura en cuanto a religión, más
preocupado por engrandecer territorialmente su casa y, por aumentar su
influencia en el gobierno de Francia. Enrique fue llevado a la Corte de París,
donde cursó estudios de Humanidades en el Collège de Navarre, junto con
los duques de Anjou y de Guisa, hermanos de Carlos
IX de Francia.
Siendo
lugarteniente general, gobernador y almirante de Guyena, cargos heredados de su
padre, se vio inmerso en las luchas de la Corte, justo cuando se iniciaban ocho
guerras civiles-religiosas. Enrique de Borbón se alineó, por
motivos familiares y convicción, junto a la facción “hugonote” liderada
por el almirante Gaspar de Coligny, frente al partido católico de
la familia Guisa.
En
1572, la regente Catalina
de Médici, en un intento de restablecer la paz entre ambas
facciones, al tiempo que se fortalecía la posición de su hijo el rey, negoció
el matrimonio de Enrique de Borbón con su hija Margarita de
Valois. El novio en la boda celebrada el 18 de agosto de 1572, era el rey
de Navarra, ya que Juana III había muerto dos meses antes. Esto le
permitió salvarse en la matanza de hugonotes de la Noche de San Bartolomé,
que se desató en París con ocasión de las ceremonias nupciales. El 26 de
septiembre abjuró, por primera vez, de su fe calvinista y, durante unos años,
Enrique III de Navarra permaneció junto al rey de Francia, dentro de la Iglesia
católica. En 1576 huyó de la Corte, volvió a la confesión calvinista y la Asamblea
de Montauban le proclamó protector de la unión de protestantes y
católicos. Comienza entonces, su creciente protagonismo en las guerras internas
de Francia. Demostró su capacidad de moderar las reclamaciones de los
calvinistas, que le consideraban un nuevo David, además de atraer la
colaboración de algunos nobles católicos, que estaban descontentas con el monopolio
del poder que pretendían los Guisa.
En
1584, la muerte del duque de Anjou le convirtió en heredero del trono,
ya que el nuevo rey de Francia, Enrique
III de Valois, no tenía descendencia y Enrique de Navarra
era el candidato más próximo a la casa real por vía masculina. Esto agravó el
problema religioso y la fractura política del país. Sixto V le declaró
privado de sus derechos a la Corona, por favorecer la erradicación del
catolicismo, y el rey revocó los edictos de pacificación y prohibió, el año
1585, el culto reformado en todo el reino. Enrique de Navarra no
aceptó volver al catolicismo, y lideró la guerra con el apoyo de las iglesias
calvinistas, de sus estados patrimoniales, y de algunos nobles y ciudades que
estaban recelosas por la injerencia de la Monarquía española. Pero Enrique
III de Francia, dispuesto a desbaratar el poder de la Liga y de
los hermanos Guisa, ordenó su asesinato, en 1589, lo que suscitó una reacción
ultracatólica en París. Ante la rebelión de la ciudad, el rey se reconcilió con
el de Navarra. En 1589, durante el asedio de París, murió asesinado el rey de
Francia, no sin antes reconocer al de Navarra como su legítimo sucesor, gracias
a que éste prometía mantener la religión católica en su integridad.
Revillac es arrestado. Pintura de Charles Housez de 1859 |
Una vez
convertido en rey de Francia, Enrique de Borbón afrontó la resistencia
de la Liga Católica, liderada por el duque de Mayenne y sostenida
por Felipe
II, que la utilizaba para sus propios fines. En 1590, la Victoria de
Ivry, le permitió asediar París, aunque tuvo que abandonar el asedio ante
el socorro de las tropas de Alejandro Farnesio, Gobernador de los
Países Bajos españoles. Los “ligueurs” y la mayoría católica negaban
la legitimidad de Enrique de Borbón, considerado un usurpador
porque, como hereje, había sido despojado de su derecho por varios papas. Primero
se proclamó al cardenal de Borbón como Carlos X, pero murió, en
1590, a los pocos meses. Entonces, Felipe
II presionó para que los Estados Generales de Francia, en 1593,
aceptaran como reina a su hija Isabel Clara Eugenia. Pero esto, además
de contradecir la Ley Sálica que excluía del trono a las mujeres, entonces
Enrique de Borbón se apresuró a abjurar, el 25 de julio de 1593, en Saint-Denis,
lo que le permitió reconciliarse con los católicos. El 27 de febrero de 1594
fue coronado en Chartres, entrando en París, el 25 de marzo. El papa Clemente
VIII le levantó la excomunión y le reconoció como Enrique IV de Francia,
el 17 de septiembre de 1595.
Felipe
II
no aceptó una conversión que consideraba fingida y le declaró la guerra. Enrique
IV consiguió que la nobleza y las ciudades de casi toda Francia le juraran
obediencia. En la Paz de Vervins, del 2 de mayo de 1598, España tuvo que
devolver Calais y retirar sus tropas de Bretaña. Ese mismo año Enrique IV
publicó, el 13 de abril de 1598, un edicto en Nantes que, además de restablecer
el catolicismo en toda Francia, otorgaba a los calvinistas un estatuto de
privilegio, avalado por unas plazas de seguridad, era como un estado dentro del
estado.
Enrique
volvió a casar, en 1600, con María de Médici, de la que nació su
heredero. Restablecer la autoridad real, recuperar las finanzas y pacificar el interior,
centraron todos sus esfuerzos, de modo que su figura ha pervivido en Francia
como la del salvador de la nación, restaurador de la monarquía y pacificador
del país. En 1610 se comprometió, en apoyo de los príncipes protestantes del Imperio
Germánico, para frenar la hegemonía de la Casa de Austria, y decidió
reemprender la guerra, pero, cuando se disponía a encabezar sus tropas, fue
asesinado, el 14 de mayo de 1610, en París por François Ravaillac, un
ultracatólico.
Ramón Martín
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