Enrique III rey de Francia de 1574 a 1589
CASA DE VALOIS
Nacimiento: El
19 de septiembre de 1551 en el castillo de
Fontainebleau.
Fallecimiento: El
2 de agosto de 1589 en Saint-Cloud.
Padres: Enrique
II de Francia y Catalina
de Médici.
Reinado: Desde
el 30 de mayo de 1574 hasta el 2 de agosto de 1589.
Nacido
en el castillo de Fontainebleau el 19 de septiembre de 1551, era el tercer hijo
de Enrique
II de Francia y de Catalina
de Médici, y solo pudo ascender al trono de Francia, tras la muerte sin
descendencia de sus hermanos Francisco
II y Carlos
IX. De los diez hijos de Enrique
y Catalina,
era el favorito de su madre, la cual presionó a Enrique
II para que, en 1567, una vez muerto Anne de Montmorency,
fuese nombrado teniente general de Francia, a pesar de ser sus
cualidades militares, más bien escasas.
No está
del todo clara la participación de Enrique, por entonces duque de Anjou,
en la Matanza del día de San Bartolomé, en la que, por orden de Carlos
IX, y de la reina madre, Catalina
de Médici, se ejecutaron a más de diez mil hugonotes en toda Francia. Sin
embargo, si está clara su participación en las Guerras de Religión, que
no solucionaron el problema que enfrentaba a católicos y hugonotes en Francia. En
1573 se encontraba en la Rochela, donde recibió la noticia de que había
sido elegido como rey de Polonia. Amenazado por Carlos
IX, abandonó París, donde se encontraba la princesa de Condé con
la que pretendía contraer matrimonio, para dirigirse a ocupar el inestable
trono polaco. Un año más tarde, el 30 de mayo, Carlos
IX, falleció. Francia no tenía rey al no haber dejado heredero directo,
por lo que Enrique se apresuró a volver a la patria para hacer valer sus
derechos.
Ya rey
de Francia se dedicó al lujo y las excentricidades, sin prestar el menor interés
por lo que aconteciese en Francia, dejando el gobierno en manos de ministros
como el pensador Jean Bodin. Entre 1575 y 1588 la autoridad real estuvo
ejercida por Catalina
de Médici que supo mantener el difícil equilibrio entre protestantes y
católicos, tan necesitado en Francia. En mayo de 1576, Catalina
de Médici, firmó el Tratado de Etigny-les-Sens, que puso fin a
la quinta guerra entre protestantes y católicos. Pero la falta de moral de Enrique,
sus devaneos con el protestantismo, las intrigas de los Guisa y de
España, dieron lugar a que los católicos formasen una Liga Santa.
Enrique, en un intento de controlar la situación, se hizo nombrar jefe de la
Liga, pero fue en vano, ya que, el auténtico líder de esta era Enrique de
Guisa.
En 1584
falleció, sin descendencia, el único hermano varón que le quedaba, Francisco,
duque de Alençon y Anjou. Como Enrique III tampoco tenía
descendencia masculina de su matrimonio con Luisa de Lorena, y de
acuerdo a la Ley Sálica, vigente en Francia, y que excluía a las mujeres del
trono, el heredero era un hugonote, Enrique de Borbón, rey de
Navarra. Los católicos, integrados en la poderosa Liga, no aceptaban
que un hugonote se sentase en el trono católico de Francia. Ante el peligro, Enrique
III, invitó al rey navarro a que renunciase a sus derechos al trono francés o
que se convirtiese al catolicismo. Enrique de Borbón, ya que con
ello perdería sus apoyos protestantes.
En
julio de 1585 Enrique promulgó el Edicto de Nemours, declarando al protestantismo,
ilegal en Francia. La guerra estalló de nuevo. A este enfrentamiento se le
conoce como Guerra de los Tres Enriques, ya que en ella participaron:
Enrique III como jefe de los católicos; Enrique de Guisa como líder
católico y Enrique de Borbón como representante de los
protestantes. El mejor colocado en este enfrentamiento, era Enrique de
Guisa ya que ganase quien ganase él quedaría cerca del trono; dándose cuenta
Enrique III, decidió ordenarle que fuese a Champaña, y Enrique I de
Lorena, duque de Guisa, decidió consolidar su posición a través
de apoyos internacionales. Entró en tratos con Felipe
II de España, el cual apoyó su causa para debilitar a su vieja
enemiga, Francia, e incluso hacerse con el trono. Para este fin, Felipe
II envió en 1587 ayuda económica a Enrique de Guisa, que
entró en tratos con el papa Gregorio XIII, para que le permitiese hacer
la guerra al rey de Francia, aunque el objetivo fuese la guerra contra los
protestantes. El papa accedió, aunque también se había comprometido a ayudar a
Enrique III.
El 9 de
abril de 1588 Enrique de Guisa, se presentó en París, y el 12 de
mayo los parisinos se echaron a la calle apoyando al de Guisa. El movimiento
fue tal que Enrique III tuvo que abandonar la ciudad. Pero no tenía donde ir, la
Francia protestante pertenecía a Enrique de Borbón y la católica
a Enrique de Guisa. En tan dramática situación apareció el genio
político de Enrique III, firmando en Rouen un edicto por el cual confirmaba la
Liga, excluyó del trono a Enrique de Borbón y dio al duque de
Guisa una serie de plazas en las que asegurar sus posiciones, al tiempo que
lo nombraba lugarteniente general del reino. Medidas vacías, puesto que
la Liga era tan poderosa como para expulsar al rey de su capital, y no
necesitaba confirmación ninguna; por otro lado, el duque de Guisa ya era
dueño de las plazas que el rey le concedía. Estas disposiciones fueron, en realidad,
una confirmación de la situación en la que se encontraba el rey, y una forma de
ganar tiempo.
A
finales de 1588 Enrique III convocó los Estados Generales en Blois para
tratar sobre las reformas necesarias en el reino. El duque de Guisa fue
uno de los primeros en acudir a la llamada; una vez allí, Enrique III le llamó
a sus aposentos privados donde le esperaban una docena de hombres que le dieron
muerte. Su hermano, Luis de Lorena, arzobispo de Reims, fue
también asesinado al día siguiente. Catalina
de Médici recriminó duramente a su hijo por el asesinato de los dos
dirigentes de la familia Guisa. Enrique III perdía así gran parte de los escasos
apoyos que aún conservaba, la Liga condenó el crimen, la población se lanzó a
la calle en la Jornada de las barricadas, mayo de 1588, en una oleada de
protestas que obligó a Enrique III a refugiarse en Tours. Solo contaba con el apoyo
de Enrique de Borbón, representante de los protestantes. En tan
difícil situación, el Valois, entabló negociaciones con el rey navarro, negociaciones
que tuvieron éxito, ya que el monarca francés claudicó a todas las exigencias
del navarro. Los ejércitos protestante y lo que quedaba del real, se dirigieron
a sofocar la rebelión en París. El 30 de julio de 1589 comenzaba el sitio
parisiense. Enrique III pronunció amenazas contra los dirigentes de la
rebelión, amenazas que no pudo llevar a cabo ya que el 1 de agosto fue
asesinado por el religioso dominico Jacobo Clément, el cual se presentó
en Saint Cloud —centro de mando del sitio parisino—, y solicitó en su calidad
de religioso una audiencia con el rey, una vez conseguida se lanzó sobre el
monarca al que acuchilló. Clément fue ajusticiado por los seguidores del rey,
que no pudieron hacer nada por salvarle. Enrique III falleció al día siguiente,
tras nombrar como sucesor a Enrique de Borbón, por lo que con
Enrique III se extinguió la dinastía de Valois y se inició la de Borbón.
Ramón Martín
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