Catalina I


            Nacida en 1468, era hija de Gastón y de Magdalena de Francia. Sucedió a su hermano Francisco I el Efebo en el trono de Navarra, bajo la tutela de doña Magdalena. Catalina y su esposo Juan III de Labrit fueron los últimos reyes de Navarra, pues Fernando el Católico conquistó el reino navarro y lo anexionó a Castilla. Fue jurada reina de Pamplona en 1483, aun cuando su tío Juan de Foix pretendió ocupar el trono, basándose en la ley sálica: la lucha entre ambos duró varios años, hasta que don Juan consiguió algunas villas navarras sitas en la vertiente francesa, donde se había desarrollado la contienda.

            Las negociaciones del cardenal don Pedro y el infante don Jaime, tíos de la reina, con Fernando el Católico, que pretendía el matrimonio de doña Catalina con el infante don Juan, primogénito de los Reyes Católicos, apartaron del gobierno al cardenal don Pedro, defensor de tal enlace, y motivaron la reunión de las Cortes beaumontesas, en 1484, que exigieron la presencia de la reina en las tierras de Navarra. El matrimonio de doña Catalina con el infante don Juan era bien visto en Navarra, pues suponía la unión de ambos reinos y el final de la intervención castellana en las luchas civiles de beaumonteses y agramonteses; por eso ciertas poblaciones de Navarra (Tudela, por ejemplo) comenzaron negociaciones con Fernando el Católico, que ocupó algunas plazas con la ayuda del conde de Lerín, jefe del partido beaumontés,

            Rotas las negociaciones matrimoniales por haber casado doña Catalina con Juan III de Labrit, hijo de Aman de Labrit, este consiguió en 1488 la ayuda de los reyes castellanos en sus luchas personales contra Carlos VIII, rey de Francia; Aman de Labrit se encargó de la gobernación del reino de Navarra a partir de la fecha de la celebración de la boda de su hijo, en 1486.

            En 1494, poco después de la coronación de doña Catalina y Juan III, el conde de Lerín comenzó la guerra civil en Navarra, contenida momentáneamente mediante la intervención de los Reyes Católicos, que consiguieron formalizar una tregua entre los combatientes. Pero la paz duró poco, porque el mismo conde de Lerín se sublevó, en 1496, contra los reyes, que habían impuesto ciertos tributos. La intervención de Fernando el Católico forzó la paz, con el destierro del conde de Lerín a Andalucía, donde percibiría determinadas rentas, a cambio de sus posesiones de Navarra, que detentaría don Fernando en depósito; doña Magdalena, hija primogénita de los reyes navarros, pasó a la corte castellana como rehén. En 1499, Fernando el Católico pretendió quedarse con las antiguas posesiones del conde de Lerín dentro de Navarra y entabló negociaciones con su entonces vasallo, pero no consiguió su propósito, sino la inteligencia del conde y del rey de Navarra, que perdonó a su viejo enemigo. Esta reconciliación, y la muerte de la infanta doña Magdalena en Medina del Campo, en 1504, dejó sin efecto las providencias acordadas años antes, permitiendo la intervención castellana en las nuevas luchas entre los condes de Lerín y sus reyes.

            Navarra permaneció alejada de los problemas europeos y de las luchas que originaron el tratado de Cambray y la Liga Santísima. Pero la simpatía de los reyes navarros hacia Francia, que se había puesto de manifiesto al acordar el matrimonio de la hija menor de Luis XII con Enrique, príncipe de Viana, motivaron las exigencias formuladas por Fernando el Católico, que reclamaba la confirmación de la paz entre ambos Estados y la entrega de algunas plazas fuertes navarras como garantía de que Juan III y doña Catalina no permitirían el tránsito de tropas francesas contra el aragonés mientras durase el conflicto franco-castellano.

            Los monarcas navarros confirmaron los tratados de paz, pero se negaron a entregar las plazas solicitadas; Fernando el Católico ordenó al duque de Alba que entrase en Navarra en 1512, acompañado del conde de Lerín. Juan III y su familia huyeron a Lumbier y más tarde a Francia; sus repetidos esfuerzos para recuperar el trono perdido fueron inútiles; el virrey castellano Diego Fernández de Córdoba reunió las Cortes navarras en Pamplona, el 23 de marzo de 1513, donde juró los fueros en nombre de Fernando el Católico, que fue aclamado rey de Navarra. En 1515, el mismo monarca unía el reino navarro al de Castilla y morían Juan III en 1516 y doña Catalina el 12 de febrero de 1517, en Mont de Marsan; el sucesor de estos, don Enrique de Labrit, pretendió recobrar en alguna ocasión el trono de sus padres, pero sus intentos hay que considerarlos como el producto de la política anticastellana de Francisco I de Francia. Durante una de estas luchas, perdió Castilla las tierras de la baja Navarra, en 1524.

            Doña Catalina y Juan III expulsaron de Navarra a los judíos (1498).

            Fueron hijos de Juan III de Labrit y de doña Catalina: Juan, Andrés Febo, Martin Febo, Bonaventura, que murieron niños, y Enrique, que tomó el nombre de rey de Navarra y casó con Margarita, hermana de Francisco I de Francia. Otros hijos fueron: Carlos, muerto en el sitio de Nápoles, en 1528; Ana, casada con el conde de Cándala; Isabel, casada con Renato, vizconde de Rouen Catalina; Quinteria y Magdalena, que fueron monjas. Juan III tuvo un hijo natural, llamado Pedro de Labrit, que fue obispo de Comminges (Francia).

Fuentes; WikipediA, Nubeluz
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