Vicente López Portaña, Biografía
Nacido en Valencia, el 19 de septiembre de 1772 y fallecido en Madrid, el
22 de julio de 1850.
Formado en la Academia de
San Carlos de Valencia, ascendió profesionalmente gracias a sus extraordinarias
dotes artísticas como dibujante y colorista. En 1789 obtuvo, en el concurso
general anual de la Academia, una pensión que le permitió trasladarse a Madrid
por tres años. Allí prosiguió sus
estudios y en 1790 recibió el primer premio de la Academia de San Fernando con
su pintura Los Reyes Católicos recibiendo una embajada del rey de Fez. Entró
entonces en contacto con los grandes pintores tardobarrocos al servicio de la
Corona, especialmente con Mariano Salvador Maella, de quien adquirió su
concepción de las grandes composiciones decorativas, así como el esmerado
dibujo, preciso y analítico, como mejor herramienta de trabajo. Maella le
facilitó el acceso a los Reales Sitios, donde estudió con admiración el
fastuoso tardobarroco decorativo italiano en la obra de Luca Giordano y de
Corrado Giaquinto, que le influirían decisivamente a lo largo de toda su
carrera.
En 1792 regresó a Valencia
donde, debido a su prestigio, recibió pronto importantes encargos, sobre todo
decorativos y religiosos, que le consolidaron como el gran pintor valenciano de
ese momento. Así, asumió en 1802 el encargo de realizar el gran retrato de
Carlos IV y su familia, homenajeados por la Universidad de Valencia, en el que
desplegaría su más encendido lenguaje de tradición barroca, por el que el rey
le nombró pintor honorario de cámara en diciembre de ese mismo año.
Durante la ocupación
francesa López hubo de asumir, obligado por su preeminente posición en la
capital valenciana, la ejecución de varios retratos para el mariscal Louis
Suchet, al mando de las tropas napoleónicas. Pero, tras el regreso de Fernando VII a España, realizó varias efigies del monarca que le permitieron retomar el
contacto con la Corona, entre las que destaca Fernando VII con el hábito de la
orden de Carlos III. Así, descontento el rey con el trabajo de los retratistas
a sueldo en Palacio, el 26 de julio de 1814 escribe de su puño y letra una
orden de «enviar a llamar a López el
pintor», nombrándole el 1 de marzo de 1815 su primer pintor de cámara, en
sustitución de Maella -que tanto había ayudado a López en sus años juveniles-,
acusado ahora de servir al rey intruso, José Bonaparte.
De su dilatada labor
cortesana destacan los retratos realizados a las sucesivas esposas de Fernando VII, en especial el de María Cristina de Borbón, reina de España, aunque su
culminación como retratista real seguramente sea el espectacular Fernando VII
con el hábito de la Orden del Toisón de Oro. Así, López se ocupó también de
algunos importantes encargos decorativos en el Palacio Real, como los frescos
Alegoría de la Institución de la orden de Carlos III y La potestad soberana en
el ejercicio de sus facultades, de una clara función simbólica. Antes, en 1818,
había realizado una gran pintura al temple para el techo del salón principal
del Casino de la Reina, la Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel
de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid, dependiente de los modelos
decorativos de Corrado Giaquinto que tanto admiró en su juventud.
Su llegada a Madrid bajo
la protección de Fernando VII, determinó su puesto en algunas instituciones
directamente vinculadas con la Corona. Así, en 1814 fue admitido como miembro
de mérito en la Real Academia de San Fernando y sólo dos años más tarde asumió
la dirección de la pintura en esa corporación. También desde 1823 quedó
vinculado funcionalmente al Real Museo de Pinturas como director artístico, aunque antes había participado en la selección de los fondos de las colecciones
reales que debían integrarlo.
Aunque durante las
regencias que sucedieron a la muerte del monarca logró mantener su posición
predominante en la Corte, con la llegada al trono de Isabel II fueron los
Madrazo los encargados de acunar la imagen de la Corona, desplazando el
protagonismo del pintor valenciano. López, sin embargo, supo adaptar su lenguaje
academicista a las modas románticas al final de su carrera, especialmente en
sus retratos, entre los que destaca el espléndido de Maria Francisca de la
Gándara, condesa viuda de Calderón.
Autorretrato
Óleo sobre lienzo de 112 X 83 cm
Pintado en 1840 por su hijo Bernardo López Piquer. Se encuentra en el Museo
del Prado de Madrid
FUENTE:
Museo del Prado. Imagen de
WikipediA
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