Suniario I, conde de Barcelona desde el año 911 al 947



    Era hijo de Wifredo I el Velloso y Guinidilda de Ampurias. Tras la muerte de su padre en el 897, estuvo asociado a su hermano Wifredo II Borrell, gobernando ambos, los condados de Barcelona, Gerona y Osona, al fallecer Wifredo II Borrell en el 911, quedó como gobernante único. Uno de sus primeros cometidos fue resistir a los ataques del valí de Huesca y Lérida: al-Tawil. En 912 fue derrotado en Tárrega, y en 913 al-Tawil atacó, donde murió el 23 de octubre.

    Al morir su tío Radulfo, conde Besalú, se desató un conflicto con su hermano Miró II de Cerdaña por la sucesión en el gobierno de dicho condado. Suniario pretendía incorporar Besalú al condado de Gerona. Por fin, los hermanos llegaron a un acuerdo consistente en que Miró II se quedaría con el gobierno de Besalú, pero renunciando al condado de Barcelona. Suniario no debió quedar muy conforme, pues al fallecer Miró II en el 927, disputó el condado a la regente, Ava de Cerdaña, y su sobrino Wifredo II de Besalú, aunque sin éxito.

    Mantuvo continuos enfrentamientos con los musulmanes, logrando avances, al aprovechar la debilidad del gobierno de Abderramán III, que llegaron hasta Olérdola en el 929. Esta actitud ofensiva hizo que, el ya califa de Córdoba tomara represalias en forma de continuos ataques: en junio de 935 un ejército cordobés dirigido por ‘Abd al-Malik ben Said ben Abi Hamama atacó los condados de Barcelona, Gerona y Ampurias. Como respuesta, Suniario I y Gaufredo de Ampurias atacaron Tortosa y Valencia, en esta última hubo saqueo y una gran mortandad, entre la población árabe, entre ellos el cadí de la ciudad.

    La respuesta no se hizo esperar, y en 939 sufrió un ataque que obligó a Suniario I a entablar conversaciones de paz. Abderramán III, envió a Barcelona al judío Hasday ben Ishaq quien logró un acuerdo de dos años a cambio de beneficios comerciales para la flota de Suniario. La flota cordobesa que había salido de Pechina, con el objetivo de atacar el condado de Barcelona, se retiró. El tratado prohibía a Suniario cualquier ayuda o trato, con los cristianos que no estuvieran en paz con Córdoba, lo cual obligó al conde barcelonés a romper el acuerdo matrimonial que había pactado con García Sánchez I de Pamplona, a quien había entregado a su hija en matrimonio.


    En el marco de las disputas por el control del comercio en el golfo de Marsella, la flota cordobesa, logró derrotar al ejército franco. Pero a la vuelta fue derrotada a la altura de Barcelona, ocasión que aprovechó, Hugo de Arlés, para enviar en julio de 942 tropas magiares para luchar contra los musulmanes. A su llegada a la Marca Hispánica, saquearon los condados de Ampurias-Rosellón, Gerona y Barcelona y devastan el Bagés y el Solsonés, arrasando numerosos monasterios como Fontanilles, Banyoles, Sant Medir de Castellà, Santa Coloma de Farners y el Solsonès. Acabaron instalando su campamento en la ciudad de Lérida, desde el cual planificaron sus ataques y saqueos a las otras ciudades y aldeas de la Marca Superior.

    El asedio a Lérida duró ocho días, pero al faltarles alimentos y considerar difícil la victoria, los húngaros abandonaron el sitio y continuaron saqueando aldeas. Algunos de estos guerreros, se convirtieron al islam, y el califa los empleó como su guardia personal. Realizaron una incursión en Huesca y capturaron al gobernador de Barbastro. El ejército musulmán, bajo las órdenes de Muhammad ibn Hashim al-Tugibí, les derrotó en Tudela. En su retirada hacia los Pirineos, las tropas de los condados catalanes y provenzales consiguieron vencerlos en la batalla de Baltarga, en el condado de Cerdaña, en agosto del 942, donde falleció el primogénito de Suniario, Ermengol.

    Aprovechando las tropas provenzales que habían derrotado a los húngaros, Suniario realizó una incursión contra la zona de Tarragona y la Conca de Barberá, es una ocupación momentánea, refrendada por un documento del 31 de julio del 945 en el que Suniario donaba al monasterio de Santa Cecilia de Montserrat la iglesia de San Pedro d’Ambigats. Es posible que Tarragona quedara como tierra de nadie, ya que en 971 vuelve a estar en manos musulmanas.


    Mientras, en la lucha mantenida por Carlos II el Simple y Roberto de París por el trono franco, Suniario I y el resto de los condes catalanes se mantuvieron fieles al primero, incluso cuando éste fue hecho prisionero y muerto por los partidarios de Roberto de París, en el año 929. En el año 936 subió al trono Luis IV, hijo de Carlos II el Simple, premiando la fidelidad de Suniario I concediéndole privilegios territoriales.

    En el interior, protegió las instituciones eclesiásticas, junto a su segunda mujer, Riquilda, ya que, además de beneficiar al monasterio de San Pedro de las Puelles, dio al monje Cesáreo un amplio territorio en la zona norte de la montaña de Montserrat, donde se levantó el monasterio de Santa Cecilia; y el año 934 donó a la iglesia de Gerona del tercio de la moneda de todo el condado gerundense. También estimuló el repoblamiento del condado de Osona comprando personalmente tierras en Moià y asistiendo a la consagración de su iglesia.

    También fue generoso con el monasterio de Ripoll, al que el año 943 dio la propiedad de Palau, en el término de Granollers de la Plana, que había heredado de su padre. Suniario fue también un hombre ambicioso que codiciaban las propiedades del monasterio de San Juan de las Abadesas, lo que le indispuso con su hermana, la abadesa Emma, y con su sobrino, Sunifredo II de Cerdaña y Besalú, que ejercía en unión de su hermano Wifredo II de Besalú, la jurisdicción condal sobre la comarca del Ripollès.

    Estas donaciones fueron incrementadas tras la muerte de su primogénito Ermengol, en sufragio por su alma y, para lavar el alma y la mala conciencia del propio conde por haber mandado a la guerra directa a su hijo. La pérdida de su primogénito le afectó tanto que, a partir del año 944, delegó todo el poder efectivo del condado a favor de su hijo Borrell, para, tres años después, abandonarlo oficialmente e ingresar como penitente en el monasterio de La Grassa, donde murió en el 950, vestido de hábito monacal y en loor de santidad. A su muerte dejó estipulado, para consternación de todos, que el condado debía ser gobernado conjuntamente por sus dos hijos, Borrell y Mirón, lo cual se llevó escrupulosamente a cabo hasta el año 966, fecha de la muerte de Mirón.

    Suniario I contrajo un primer matrimonio con Aimilda en el 914, con quien tuvo a Guiniguilda de Barcelona, casada con Hugo I, conde del Alto Quercy.

    En el año 925 se casó con Riquilda de Tolosa, hija del conde Armengol de Roergue. El matrimonio tuvo cinco hijos: Ermengol I de Osona, conde de Osona; Mirón I de Barcelona, conde de Barcelona; Borrell II de Barcelona, conde de Barcelona; Adelaida de Barcelona, casada con Sunifredo II de Urgel y abadesa del monasterio de San Juan de las Abadesas; y Guillermo de Barcelona.

FUENTE. Condado de Castilla

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