Urraca I, reina de León desde 1109 a 1126
La llamada reina indomable, nació en León el 24 de junio de 1081. Muchas han sido las mujeres que han reinado en los distintos territorios españoles, pero pocas, o mejor debiéramos decir ninguna, fueron preparadas para ese cargo. Nombrada reina por el conquistador de Toledo, Alfonso VI, tuvo que enfrentarse a la nobleza, a su propio marido e incluso a su hijo para defender lo que era suyo, la corona de su padre. El cual llego a casarse hasta cinco veces para conseguir engendrar un heredero, pero solamente tuvo hijas, el único hijo nacería de su esposa Isabel (la mora Zaida), pero el desdichado murió siendo aun un joven de 15 años, en la batalla de Uclés.
La pequeña Urraca había vivido su infancia al lado de su madre, Constanza de Borgoña, que solo se dedicó a cuidar de sus hijas, pero pronto Urraca fue separada de su madre, pues a la edad de 8 años se celebró la boda con su primer marido, Raimundo de Borgoña, tras la Batalla de Sagrajas, y se trasladó a vivir a casa del conde Pedro Ansúrez donde esperó el momento de consumar su matrimonio. Raimundo fue un hombre ambicioso que solo persiguió en este matrimonio, llegar ser rey de pleno derecho, cosa que no llegaría a conseguir.
Mientras Alfonso VI buscaba con ahínco a través de sus distintos matrimonios, un heredero varón al trono, Urraca fue criando a sus dos hijos: Sancha que nació en el año 1095 y Alfonso que lo haría diez años mas tarde. En 1095, otra de las hijas de Alfonso VI, Teresa de León casó con Enrique de Borgoña, momento en que el rey dividió Galicia en dos: el Reino de Galicia concedido a Urraca y Raimundo y el condado Portucalense (tierras comprendidas entre los ríos Duero y Miño) que correspondió a Teresa y Enrique, y que daría con el tiempo lugar al reino de Portugal.
Dos años después quedaría viuda de Raimundo y en el 1108, moría Sancho, el hijo de Zaida y se allanaba su camino al trono. Alfonso VI tenía ahora que buscar un marido para su hija, pues tal y como estaban las cosas, una mujer no podía reinar sola, necesitaba un marido. La elección recayó en Alfonso I de Aragón, conocido como el Batallador. En 1109 moría el rey de Castilla y León y Urraca se convertía en la reina legítima. A su lado un marido y rey que no le pondría las cosas fáciles.
Un punto conflictivo fue una de las clausulas matrimoniales, que relegaba a Alfonso Raimúndez, hijo de Raimundo de Borgoña, en el caso de que Urraca y Alfonso I tuvieran un hijo varón. La nobleza se posicionó a favor y en contra de dicha clausula. Alfonso empezó a gobernar sin tener en cuenta a la reina, tomando como suyos territorios de Castilla y León, con la ayuda de Teresa de Portugal y su esposo Enrique. La situación se hizo tan tensa que el rey hizo encerrar a su esposa en la fortaleza de Castellar en el año 1111. Los opositores al matrimonio usaron el argumento de la consanguinidad para terminar definitivamente con el mismo, y en el 1112 Urraca empezó a gobernar en solitario.
Reinó en el periodo comprendido entre el 1112 y el 1126, con responsabilidad y eficiencia, a pesar de no haber sido educada para gobernar. Siempre asoció el trono a su hijo Alfonso, no renunciando a su papel de reina ni abdicando. El hecho de ser mujer puso entredicho su elección y la nobleza presionó constantemente para que abdicara en su hijo.
Urraca escandalizó a las gentes de su tiempo, pues no solo reinó como un hombre, sino que tuvo amantes como cualquier otro rey y llego a tener dos hijos ilegítimos, Fernando y Elvira, con don Pedro de Lara. Incluso su muerte encierra también un misterio, hay quien afirma que murió a los 44 años por complicaciones en un parto, cosa improbable por la edad. Lo cierto es que el 8 de marzo de 1125 Urraca I de Castilla moría en la localidad de Saldaña, siendo reina. Fue enterrada en el Panteón de Reyes de San Isidoro en León.
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