Leyenda de la Real Casa de Correos, hoy sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.
Real casa de Correos en 1835 |
Este elegante edificio
neoclásico, situado en la parte sur de la Puerta del Sol de Madrid, fue una idea del rey Fernando VI, aunque definitivamente fue mandado
construir en 1768, por el rey Carlos III, en su afán por dotar a la capital del
reino de un centro que se encargara de distribuir los correos que se generaban
a lo largo y ancho del país. Además de dotar a la ciudad de servicios e
infraestructuras que hasta entonces brillaban por su ausencia. No podemos
olvidar que a su llegada desde Nápoles el rey se encontró con una ciudad sin
iluminación, ni alcantarillado; los cual no la dejaba en una buena posición
ante los numerosos visitantes que, por una u otra razón se trasladaban a la
Corte.
Pero,
no abandonemos el edificio y el motivo que nos ha traído, que no es otro que la
leyenda que le rodea.
Curioseando
por la documentación referida a dicho edificio, nos hemos encontrado con la
relación de personas que intervinieron, de una manera u otra en la realización de
este. Esto es algo normal dirá el lector. Pero, y si le digo que en esta
relación figura un sacerdote. Esto ya no es tan frecuente. Pues sí, aquí
podemos encontrar el nombre del padre López.
—¿En
qué intervendría el sacerdote? Nos preguntamos todos.
Para
contestar la pregunta hemos de consultar toda la bibliografía al respecto, y hete
aquí que nos hemos encontrado con una leyenda con nos sacará de dudas. Vamos
con ella:
“Resulta
qué, una mañana, cuando el personal encargado de la construcción se incorporaba
al trabajo, se les apareció el mismísimo diablo diciéndoles que el edificio en
el que se estaban esmerando en levantar, pertenecía el infierno, y estaba
maldito, por lo que, a todo el que trabajara en el, le esperaba el fuego eterno.
Los
albañiles y demás operarios no sabían salir del miedo provocado por el diablo,
y más cuando este se dispuso a exponer las razones por la que estaba maldito.
Pues
resulta que la razón se debía a que el rey había encargado las obras al
arquitecto francés Jacques Marquet, dejando a un lado al español Ventura
Rodriguez. Por lo que, los esfuerzos realizados por los obreros eran, no solo,
una falta de fe, sino una muestra de comportamiento antipatriótico.
Los
trabajadores, aterrorizados, rehusaron seguir trabajando, para evitar las
posibles consecuencias. Por su parte, Marquet, cuando tuvo noticia de la causa
por la cual se habían detenido los trabajos, se dispuso a contratar,
inmediatamente, a un sacerdote con la ineludible condición de que fuera
español, y que, crucifijo en mano, fuera capaz de espantar cualquier nueva
aparición de Satanás.
Los
trabajos continuaron sin ningún nuevo impedimento”.
Ahora
solo nos quedaría repasar la historia y descripción de tan
representativo edificio, que, a lo largo de los años ha tenido diversos usos y
moradores, además de servir de punto de inicio para medir las distancias de
todas las carreteras radiales: Kilómetro cero.
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