María Amelia de las Dos Sicilias, esposa de Luis Felipe I rey de Francia

 


Nace María Amelia Teresa de Borbón Dos Sicilias y Habsburgo Lorena el 26 de abril de 1782 en el Palacio Real de Caserta (Reino de Nápoles). Era hija de Fernando I de las Dos Sicilias y de la archiduquesa María Carolina de Austria, aunando dos de las dinastías europeas más importantes de la época, ya que su padre era hijo de Carlos III rey de Nápoles y Sicilia y futuro rey de España, y de María Amalia de Sajonia, y por parte de madre, ésta era hija de la archiduquesa María Carolina de Austria y, por tanto, nieta de los fundadores de la estirpe Habsburgo-Lorena.

No fue una niña deseada, si bien, sus padres formaron una familia numerosa de 18 retoños, aunque cada vez que nacía una niña ésta era recibida con frialdad, ya que esto suponía que, llegado el momento, sus padres tendrían que encontrar un candidato, además de las dotes que iban asociadas. No obstante, la joven María Amelia pronto destacaría entre sus hermanos, ya que, con tan solo dos años y medio, es capaz de leer, provocando la admiración de sus padres, que encargarán su educación a Vincenza Rizzi, viuda de Bernardo d’Ambrosio, un prestigioso abogado napolitano. La relación entre la d’Ambrosio y María Amelia se convierte, en poco tiempo, en un vínculo materno filial, que durará hasta el fallecimiento de la primera. Era la d’Ambrosio, una mujer austera y de fuertes convicciones católicas, que inculcará en la futura soberana francesa valores como la obediencia y el sacrificio, además de transmitirle la importancia de la fe.

Cuando Maria Amelia tiene tan solo siete años, es ejecutada en la guillotina, su tía, la reina consorte de Francia María Antonieta de Austria. La conmoción en la familia del rey de Nápoles fue profunda. Posiblemente, este dramático episodio, será el causante de la desconfianza que María Amelia mostrará por el pueblo llano. Con su llegada a la edad adulta, se plantea un problema para sus padres, ya que son escasos los candidatos que, hasta ese momento, se han interesado por un posible matrimonio con su hija. La madre de la joven intentó, sin éxito, desposarla con el duque de Berry, el rechazo es, en gran medida, consecuencia de la difícil coyuntura política en la que se encontraba la Familia Real de Nápoles, puesto que, tras la Revolución Francesa, Nápoles se habían posicionado contra el nuevo estado francés, participando en la Primera Coalición. La amenaza de una posible invasión por el ejército francés obliga a los reyes y sus hijos a instalarse en Sicilia. En 1800, María Amelia acompaña a su madre a Austria, donde permanecen durante dos años. La temida invasión gala del Reino de Nápoles se produce en 1806, cuando el mariscal Masséna somete al pequeño estado italiano, empleando una gran crueldad, y la Familia Real, temerosa de ser arrestada, vuelve a trasladarse a Sicilia, donde se instala en la ciudad de Palermo, bajo la protección del ejército británico.

En el exilio siciliano, María Amelia encuentra el amor en la persona de Luis Felipe de Orleans, quien había huido de Francia acosado por los revolucionarios y cuyo padre, Luis Felipe José había sido guillotinado en 1793. Los dos jóvenes se atraen y comienzan una relación que durará tres años. En 1809 se casan, y María Amelia se convertía en duquesa de Orleans, instalándose en el Palacio Orleans de Palermo. En 1810 nacerá el príncipe Fernando Felipe, primero de una lista de diez, entre los que se encontrarán la futura reina de Bélgica, Luisa María o el príncipe Antonio, quien llegaría a ser infante de España por su matrimonio con María Luisa Fernanda de Borbón, hija de Fernando VII. La vida de los duques no era caso fácil, ya que tenían graves problemas económicos, puesto que, sus únicos ingresos provenían de la Corona británica. Deseosos de encontrar un futuro más próspero, se trasladan a Francia en 1814, tras el exilio de Napoleón a la Isla de Elba. Al regresar éste a Francia en 1815, los duques se ven obligados, de nuevo, a trasladarse a Sicilia.

No será hasta 1817 cuando los duques de Orleans son autorizados a establecerse en Francia. Durante este periodo, hasta la investidura de Luis Felipe como rey, los duques amplían su red de contactos en la sociedad francesa desde su palacio real, situado en la Rue Saint-Honoré de París, en donde organizan grandes fiestas en un intento de emular el ambiente cortesano prerrevolucionario. Tras la Revolución de Julio, de 1830, Luis Felipe de Orleans es proclamado rey, y María Amelia de Borbón se convierte en reina consorte. Al parecer, María Amelia, nunca quiso ser reina, ya que consideraba la Corona una carga peligrosa para ella y los suyos. Es por eso que, la nueva reina se refugió en la religión, en las obras de caridad y en la crianza de su familia, no queriendo participar en la vida política del reino, aunque siempre dispuesta a representar a su país con dignidad. En 1848, un nuevo periodo revolucionario obligará al rey a abdicar y a abandonar Francia con su familia. Su destino en esta ocasión fue Inglaterra, donde fueron recibidos con calidez por la reina Victoria que les cedería la residencia de Claremont House, en el condado de Surrey. Allí pasarán los últimos años de sus vidas. El rey Luis Felipe morirá el 26 de agosto de 1850. Desde entonces, su viuda, llevará una vida tranquila, viajando a Londres para asistir a algún acto organizado por la Corona británica. Jamás abandonó la fe, hasta su muerte, el 24 de marzo de 1866, con 83 años. Diez años después, sus restos mortales, fueron transportados junto a los de su marido de regreso a Francia, siendo enterrados en la Capilla Real de Dreux.

Ramón Martín

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