Witiza, rey Visigodo desde 700 a 710

 

REINO DE TOLEDO

Nacimiento: Se desconoce la fecha.

Fallecimiento: Debió ser el año 710 o 711.

Padres: Égica, desconociéndose el nombre de su madre.

Reinado: Desde el 15 de noviembre del año 700 hasta el 702 o 703, junto a su padre, y a partir de entonces, en solitario, hasta el 710 o 711.


Al ser hijo de Égica, Witiza descendía de los reyes godos desde Chintila. Según la Crónica de Alfonso III (fines del siglo IX),  su padre era sobrino carnal del rey Wamba, siendo, muy probable, que esa línea familiar se relacionara con las tierras galaicas, donde Wamba había sido duque. Los ascendientes tuvieron fuertes intereses andaluces, lo que explicaría la residencia cordobesa de Witiza y su padre a principios del siglo VIII, así como la importancia adquirida por la ciudad, tras la conquista islámica.

Entre 694/695, fue asociado al Trono como sucesor de su padre Égica, lo que es muy posible que fuera en respuesta al peligro que para la continuidad en el poder del linaje supuso, el año 693, la conjura liderada por el obispo toledano Sisiberto, aunque el príncipe contaba, por entonces, poco más de diez años de edad, por lo que la ceremonia de su unción como rey, se tuvo que posponer hasta el 15 de noviembre del 700. Una tradición que podemos encontrar en la Crónica de Alfonso III de fines del siglo IX, que relata el gobierno de Witiza, en vida de su padre en tierras galaicas, en la plaza fuerte de Tuy, en donde habría herido, por un asunto de faldas a Fafila, padre de Pelayo.

Es seguro que Witiza acompaño, entre los años finales del siglo VII y primeros del VIII, a su padre con su Corte itinerante, a lo largo y ancho del Reino, huyendo de la epidemia de peste bubónica que asolaba Toledo, residiendo el año 702 en Córdoba, donde tenían importantes raíces familiares.

Muerto su padre a finales del 702, Witiza quedó como único rey. De inmediato puso en práctica una política de grandes concesiones a los nobles, buscando el apoyo de los que habían sido perseguidos por Égica. Devolvió a todos los bienes que les habían sido confiscados, quemando los documentos que reconocían las supuestas deudas que Égica les había hecho firmar. Esta actitud cimentaría la fama de Witiza como generoso y bondadoso. Pero dicha política, supuso una grave pérdida para la Hacienda Real, y las acuñaciones nos muestran una importante reducción en el peso y en la ley. Este debilitamiento del poder real trajo consigo el aumento de las tentaciones en la nobleza, redundando en una mayor inseguridad, tanto interior como exterior del Reino, dificultando el mantenimiento de algunos recintos amurallados. Mientras los judíos se dolían por las terribles medidas decretadas por Égica en 694 y por todo el país pululaban los esclavos huidos de sus explotaciones, en el exterior la marea musulmana se asomaba al otro lado del estrecho de Gibraltar. La invasión del 711, no sería algo accidental; sería el resultado de un plan premeditado, a la espera de una ocasión propicia.

La Crónica de Alfonso III afirma que Witiza permitió el matrimonio a los clérigos. Pero si no se tratara de un tópico, encaminado a explicar el Iudicium Dei que, por medio del invasor musulmán, destruyó el Reino godo podríamos estar ante la aceptación de una de las normas disciplinares más controvertidas, cuyo eco hispano, se observa en el Concilio XVI de Toledo del 693. Este sería el panorama, cuando a finales del 709 o a principios del 710 moría en Toledo el rey Witiza, sin resolver, ni encauzar, la sucesión al Trono.

Ramón Martín

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