Ervigio, rey Visigodo desde 680 a 687

 REINO DE TOLEDO

Nacimiento: Se desconoce la fecha.

Fallecimiento: Posiblemente el año 687

Padres: Ardabasto.

Reinado: Del 680 al 687.


Pertenecía a un linaje nobiliario godo emparentado con los reyes del último tercio de la historia del Reino de Toledo. Su hija, Cixilo, contrajo matrimonio con el que, con el paso de los años, sería su sucesor, Egica, por lo que Ervigio, probablemente, fuera el abuelo materno del rey Witiza; mientras que, Egica era un pariente cercano de Wamba. Ervigio por su matrimonio con Liuvigoto pudo estar relacionado con el linaje nobiliario godo narbonés del rey Liuva I. Según una crónica asturiana de finales del siglo IX (Crónica de Alfonso III), era hijo de una sobrina carnal del rey Quindasvinto. Según esta misma fuente, su padre habría sido un refugiado bizantino de nombre Ardabasto. Desgraciadamente esta última noticia carece de toda verosimilitud.

Con anterioridad a su subida al trono, siendo conde, ocupó una alta dignidad palatina en Toledo, estableciendo una profunda amistad con Julián, un clérigo toledano muy influyente en la corte de Wamba. Nombrado metropolita de Toledo el 29 de enero del 680 Julián sería un personaje decisivo en la subida al trono de Ervigio. El 14 de octubre del 680 Wamba, sintiéndose a las puertas de la muerte, pidió recibir la penitencia canónica y la tonsura eclesiástica, que, según las tradiciones godas, le inhabilitaban para reinar. Al mismo tiempo firmó documentos para designar a Ervigio como sucesor suyo, y urgía a Julián a ungirle como rey. Cosa que éste hizo el 21 de octubre, a pesar de que, por entonces, Wamba debía estar en franca mejoría. La Crónica de Alfonso III considera que fue el resultado de un complot, con la narcotización de Wamba incluida.

Sea cierta o no, lo que nos dice la Crónica, lo que sí podemos asegurar es que Ervigio inició su reinado en una posición de debilidad, por lo que hubo de buscar compensar la falta de apoyo de la nobleza dominante con el de la jerarquía episcopal, que era controlada por su amigo Julián, convertido en auténtico primado del reino. Lo que se hizo, definitivamente, en enero del 681 en el Concilio XII de Toledo. Pero la insuficiencia de apoyos, le obligaron a convocar un nuevo concilio, el XIII de Toledo, en noviembre del 683. En el, reconoció a la magna asamblea de los obispos y magnates palatinos la capacidad de legislar. Había tratado de constituir una nueva alianza nobiliaria a su alrededor, rehabilitando a los participantes en la rebelión del Paulo del 673, con los que la familia de su esposa podía tener una relación de parentesco. Más el concilio prohibió la devolución de los bienes que hubieran sido entregados a otros nobles, y exigió el perdón de todos los rebeldes desde los tiempos de Quintila, así como el de los castigados en virtud de la ley militar de Wamba. La nobleza palatina y los obispos impusieron que, en el futuro, los acusados de alta traición no fueran juzgados por el tribunal real sino por una asamblea de sus pares. A cambio de tales concesiones Ervigio consiguió la protección para su familia. Logro menor puesto que, antes, se había negociado el matrimonio de una de sus hijas, Cixilo, con un pariente de Wamba, Egica, convertido en duque.

Es posible que, esto, permitiera al rey, establecer una entente con el bloque nobiliario dominante, no viéndose obligado a convocar un nuevo concilio general. En los últimos años de su reinado, hubo un fortalecimiento de su patrimonio, obtenido con la condena de algunos nobles y la confiscación de sus bienes. Otros bienes pudieron llegarle de los judíos ricos acusados de apostasía, ya que, al comienzo de su reinado, y como concesión a Julián y a los obispos, había procedido a dictar una nueva batería de leyes contra los judíos, exigiendo la conversión de todos y encargando a los obispos, hacer cumplir la legislación y vigilar la conducta de los conversos, que quedaban de bajo su “patrocinio”. Una legislación que se incluyó en una nueva edición del código legal del reino.

Las duras medidas contra las aljamas se vieron favorecidas por el avance islámico sobre territorio bizantino, especialmente en el norte de África. La Crónica de Alfonso III habla del frustrado desembarco de una flota omeya en las costas levantinas de la península, siendo muy probable que el gobernador y la guarnición de la plaza imperial de Ceuta se pusiera bajo protección del reino godo, creándose entonces el condado de Julia Transducta (Algeciras) a ambos lados del estrecho de Gibraltar. A las noticias sobre la colaboración prestada por los judíos a los invasores se unían las tensiones mesiánicas en que vivían las comunidades judías en el mediterráneo, que creaban unas expectativas cada vez más agobiantes, por más que su amigo Julián de Toledo tratara de desactivarlas retrasando la temida fecha del fin de la “sexta edad del Mundo”. Un clima enrarecido al que contribuyeron las renovadas relaciones con la iglesia bizantina, en especial el Papado, que buscaba la ratificación universal de las actas del Concilio III de Constantinopla del 680-681. Unas relaciones difíciles, debido a la desconfianza goda hacia Bizancio, que fueron a más, como consecuencia de la soberbia intelectual del primado Julián, reflejada en el Concilio XIV de Toledo de noviembre del 684.

El jueves 14 de noviembre del 687 Ervigio caía mortalmente enfermo en alguna finca real cercana a Toledo. Y cumpliendo con lo pactado, a pesar de tener descendencia masculina, designaba sucesor a su yerno el duque Egica.

Ramón Martín

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