Enrique VII, rey de Inglaterra desde 1485 a 1509
DINASTÍA TUDOR
Nacimiento: El 28 de enero de 1457 en el castillo
de Pembroke, Gales.
Fallecimiento: El 21 de abril de 1509 en el palacio
de Richmond, Londres.
Padres: Edmundo Tudor y Margarita Beaufort.
Reinado: Desde el 22 de agosto de 1485 al 21 de abril de 1509.
Nacido
en el castillo de Pembroke, era hijo de Edmundo Tudor y de Margarita
Beaufort, de la Casa de Lancaster. Con él se inicia la Dinastía Tudor.
Subió al trono de Inglaterra el 22 de agosto de 1485, tras derrotar a Ricardo
III en la batalla de Bosworth, que ponía fin a la Guerra de
las Dos Rosas. Durante su reinado se reforzó el poder de la corona sobre la
nobleza, marcando el inicio de un periodo de paz y prosperidad, tras los
interminables conflictos del siglo XV.
Tuvo una juventud muy
azarosa, ya que, como representante de los Lancaster, provocó el recelo de la
casa reinante de los York. Recelo que se acentuó durante el breve mandato de Ricardo
III de Inglaterra, por lo que el joven Enrique tuvo
que exiliarse en Bretaña y, posteriormente, en Francia. Regresando a Inglaterra
para derrotar a Ricardo
III en la batalla de Bosworth, donde Ricardo perdió la
vida. Fue el último acto de la Guerra de las Dos Rosas, conflicto que
había ensangrentado Inglaterra por más de treinta años. En noviembre de 1485, Enrique
fue reconocido por el Parlamento, aunque sin pronunciarse respecto a su
legitimidad.
Comprendiendo la
fragilidad de su poder, ya que el país estaba dominado, casi en su totalidad, por
los grandes señores feudales, que lo consideraban un advenedizo al que habían
apoyado por su odio contra Ricardo
III, Enrique dedicó los primeros años de su mandato a restañar la
conciencia nacional. Su obra pacificadora pareció concluir al casarse con la
princesa Isabel, hija de Eduardo
IV de Inglaterra, monarca de la casa de York. De esta forma pudo,
el primer Tudor, ostentar en su escudo las rosas blanca y roja. A pesar de haber
unido, con este matrimonio, las casas de York y Lancaster, durante los primeros
diez años de su reinado, se produjeron dos tentativas para restablecer la casa
de York, encabezadas por sendos impostores. Dichas revueltas acentuaron el
carácter receloso del monarca y sus sospechas respecto a la alta nobleza, que había
protegido dichas intentonas.
Tras casi medio siglo de
guerra civil, Enrique VII supo encarnar en su persona las aspiraciones y deseos
de su pueblo, logrando el bienestar y la seguridad, gracias a la naciente
dinastía. El monarca inglés vio reforzados su prestigio internacional, gracias a
su alianza con los Reyes Católicos, donde, entre otras cosas, se acordaba
el matrimonio de la infanta española Catalina
de Aragón con el heredero inglés, el príncipe Arturo. El sentimiento
francófobo de sus súbditos, le impondría una esporádica participación en la
lucha de Bretaña y el Sacro Imperio Romano Germánico contra Carlos VIII de
Francia. Poco después, en noviembre de 1492, en el Tratado de Étaples,
Enrique VII acordaba la paz con su adversario.
Aunque mantuvo atenta la
mirada hacia la política continental, los tratados diplomáticos clausuraron su
actividad en este sentido, centrando su actividad en la consolidación de su
dinastía. Receloso ante el Parlamento, sólo lo convocó en seis ocasiones durante
su dilatado reinado. La tenacidad desplegada por Enrique VII por lograr sanear
la economía, hizo que el tesoro real inglés fuese a finales de su reinado el
más acaudalado de toda la cristiandad. Su reinado constituyó un ciclo
institucional que tendió a reforzar el poder real, sin alterar el dualismo monarquía-parlamento
que, a pesar de todo, ha presidido, y seguiría presidiendo, la historia
constitucional inglesa. El eje que articuló y sobre el que giró su tarea fue el
Consejo Privado, en el que, dio entrada a elementos procedentes del
estamento popular.
Cercano el fin de su
reinado, los York reagruparon sus fuerzas a la espera de una posible
restauración. Enrique VII, para contrarrestar su acción, decretó un indulto
general de sus deudores, aumentando la popularidad de los Tudor. El 21 de abril
de 1509 moría en el palacio de Richmond; siendo sucedido por el segundo
der sus hijos, Enrique VIII de Inglaterra.
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