Manuel Tagüeña Lacorte
Manuel Tagüeña
Lacorte nació en Madrid el 11 de mayo de 1913, en el seno de una familia de
clase media, procedente de Aragón. Su padre era topógrafo del Instituto
Geográfico y su madre maestra. Manuel cursó el bachillerato en los Maristas de
la calle de los Madrazo y, en junio de 1929, ingresó en la Facultad de Ciencias
de la Universidad Central de Madrid, de donde se licenció en 1933, en Ciencias
Físico-Matemáticas con Premio Extraordinario. Durante su estancia en la
Universidad, militó en la Federación Universitaria Escolar (FUE). Afiliado al
Partido Federal, tomó parte en el pronunciamiento republicano de 1930, en los
sucesos de San Carlos y activo en la propaganda electoral republicana de las
elecciones del 12 de abril. En 1932 ingresó en las Juventudes Comunistas,
haciéndolo al año siguiente en las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas
(MAOC), colaborando en la publicación de Juventud Roja. Colaboró, de
una forma violenta, a expulsar de la FUE a los estudiantes falangistas. En 1934,
al iniciarse el reclutamiento de las milicias socialistas, se enroló, separándose
de las Juventudes Comunistas.
Al mando de una
compañía de Milicias socialistas en la Glorieta de Quevedo de Madrid, participó
en la Revolución de Octubre de 1934, motivo por el que fue detenido, aunque quedó
en libertad al poco tiempo.
Por orden del 15 de
octubre de 1934 se incorporó a su plaza en el curso interino de Matemáticas del
Instituto Elemental de Segunda Enseñanza de Molina de Aragón. Hizo el servicio
militar, en julio de 1935, en el Regimiento de Zapadores n.º 1 del Cuartel de
la Montaña en Madrid, decidiendo hacerse oficial de complemento. Al estallar la
guerra, estaba preparando su doctorado en Físicas y daba clases como profesor
ayudante en la Universidad de Madrid.
Durante los primeros
meses de 1936 participó en la reorganización de las Juventudes Socialistas y
sus Milicias, en contacto con el capitán Faraudo y el teniente Castillo, ambos
instructores de dichas milicias. Ambos cayeron víctimas de los atentados que se
sucedieron en los siguientes meses. Al unificarse socialistas y comunistas en
las Juventudes Socialistas Unificadas, volvió al Partido Comunista. La noche
del asesinato de Calvo Sotelo, la Dirección General de Seguridad había
elaborado listados de falangistas y derechistas; los Guardias de Asalto
añadieron nombres que extrajeron de otras listas políticas, algunas
confeccionadas por Manuel Tagüeña.
Avanzada la tarde del
18 de julio se recibió en la Casa del Pueblo de Madrid la orden de recoger
fusiles en el Círculo Socialista del Puente de Segovia. Tagüeña transmitió la
orden y tres compañías marcharon apresuradamente a dicho lugar, donde
encontraron al teniente coronel Mangada. Al poco comenzaron a llegar los
primeros detenidos y Tagüeña se marchó, evitando ser testigo de los
fusilamientos. Años después justificaría su silencio ante el terror
desencadenado en la retaguardia republicana en los siguientes términos: “Muchos
miles de personas, poco o nada hicieron entonces para evitar este desarrollo
sangriento de los acontecimientos. Unos por miedo comprensible ante el frenesí
de las bandas armadas que no iban a tolerar ninguna oposición ni que se hablase
de humanidad, de piedad y de compasión. Otros, que en ambos campos
considerábamos con fatalismo este período como algo que no se podía impedir,
como una etapa terrible pero necesaria, a través de la cual habría que pasar,
para llegar al triunfo de los ideales que defendíamos, incluso como algo
imprescindible para que la lucha en el frente no estuviera amenazada desde la
retaguardia, por lo que luego se llamó Quinta Columna”. Aunque data estos
sucesos el 18 de julio, Luis Romero apunta la posibilidad de que ocurrieran el
19 de julio, fecha en que, por orden de Giral, el coronel Rodríguez Gil entregó
los fusiles del Parque de Artillería.
Al frente de tres compañías de milicias,
participó en la desarticulación de los núcleos de sublevados en Getafe y
Carabanchel, incorporándose a continuación al frente de la sierra de
Guadarrama, donde se peleaba contra las tropas enviadas desde el Norte. Allí recibió
el nombramiento de capitán ayudante del Batallón Octubre n.º II y el 1 de
agosto se incorporó en El Escorial. Un día más tarde, salió hacia el frente de
Peguerinos, en Ávila. En un momento de confusión, se hizo con el mando del
batallón en el que estaba y, poco después, el 25 de septiembre, se le confirmó
en el grado de comandante. Aprovechando un permiso, el 31 de octubre contrajo
matrimonio con Carmen Parga, también afiliada al Partido Comunista.
En mayo-junio de 1937,
ya como mayor de Milicias de Artillería, intervino en la ofensiva sobre La
Granja y, en el frente de Brunete, donde conoció al general Miaja, quién le comunicó
su nombramiento como jefe de la 3ª División, acuartelada en El Escorial. El
nombramiento fue anulado por el ministro de Defensa Indalecio Prieto, alegando su poca
edad, pero las presiones del Partido Comunista le mantuvieron en su puesto. En
realidad lo que ocurrió fue que, en esos meses, el Gobierno presidido por Largo Caballero había liquidado
definitivamente las milicias y el ejército voluntario, integrando todas las
fuerzas combatientes en el Ejército Regular de la República, que pasó a
llamarse Ejército Popular, mientras tanto, el Partido Comunista pugnaba, como
lograría al fin, por hacerse con el control de dicho Ejército, algo necesario
para consolidar su predominio en la retaguardia, que era lo que pretendía.
Al llegar el invierno
de 1937, la 3.ª División, a las órdenes del mayor de milicias Tagüeña, tenía
como jefe de Estado Mayor con la misma graduación a Luz Martínez Sánchez
Simarro e integraba a la XIV Brigada Internacional y a las 33 y 34 Brigadas
Mixtas. El 15 de diciembre se constituyó una nueva división a su mando, a la
que se dio el nombre de Táctica de Reserva, como elemento de maniobra para el
caso de producirse la ofensiva enemiga por Guadalajara. Como jefe de Estado
Mayor seguía teniendo a Martínez Sánchez Simarro y Pedro Orgaz figuraba como
comisario. La compusieron las brigadas 27, 31 y 33, al mando de Sebastián
Pérez, Germán Paredes y Enrique Escudero, y el batallón de ametralladoras de
Sosnoski. Disponía, así mismo, de un grupo de Artillería mixto formado por una
batería de obuses de 155 mm y dos baterías de montaña de 105 mm y 70 mm.
En enero de 1938, Cipriano Mera recibió la orden de atacar por Alcolea del Pinar para descongestionar el frente de Teruel, siendo la división de Tagüeña, la reserva del cuerpo de maniobra mandado por Mera. Pasado el peligro, Tagüeña reunió de nuevo su división, ahora integrada por las brigadas 31, 33 y 34. En marzo de ese año, recibió la orden de trasladarse al frente aragonés, donde Franco había lanzado una potente ofensiva. Por la zona de Alcorisa, el Ejército Popular cedió terreno y la 34 división, muy castigada, tuvo que ser relevada por fuerzas de las divisiones 70 y 25, marchando a Madrid para reorganizarse. De Madrid llegó la división de Tagüeña, el día 18, iniciando el relevo de las tropas de Pérez Quijano, integrada en el XXII Cuerpo de Ejército. Aunque en un principio estos refuerzos lograron frenar el avance inicial, las fuerzas del Ejército de maniobra fueron incapaces de ganar los puestos ocupados por el enemigo. La contraofensiva en que Rojo ponía sus esperanzas para desviar a Yagüe de sus objetivos al norte del Ebro quedó frustrada. Una vez pasadas a la defensiva en la línea del Guadalope, las tropas de Lister y Tagüeña fueron empujadas fuera de las cotas fortificadas del ala derecha por tropas de García Valiño.
A su izquierda, cubriendo
los pasos de la sierra de Caro y el puerto de Beceite, se situó una agrupación
de montaña a las órdenes de Tagüeña, compuesta por la 3ª División y la División
Levante con las brigadas 57 y 58. Pese a la resistencia, el 15 de abril el
ejército franquista llegaba al Mediterráneo por la ruta de Morella-Vinaroz
cortando las comunicaciones entre Cataluña y Valencia y dividiendo en dos la
zona republicana. A partir de entonces, se constituyó una nueva agrupación
autónoma del Ebro al mando de Modesto, ocupando la orilla del río, desde su
confluencia con el Segre hasta su desembocadura. Formada por los Cuerpos de
Ejército V y XV, éste mandado por Tagüeña, compuesto por las divisiones 3, 35 y
42. La misión era impedir al enemigo alcanzar la orilla izquierda del río Ebro,
lo que consiguió en gran medida. A su nueva unidad, el mayor Tagüeña incorporó
a su antiguo jefe de Estado Mayor José Martínez y al comisario José Fusimaña. Así
coincidían tres hombres clave del Partido Comunista: Tagüeña, Lister y Modesto.
El 5 de mayo, Tagüeña, fue ascendido a teniente coronel de milicias, interviniendo
en la fracasada operación sobre el valle de Bielsa. Entre julio y noviembre
de 1938, tuvo una intervención destacada en la batalla del Ebro, el
último y fuerte de los esfuerzos del Ejército Popular para invertir a su favor
el estado de la guerra.
En los primeros días,
las defensas franquistas se vieron arrolladas, pero tras retirar a tiempo
tropas de otros frentes, en agosto la situación quedó equilibrada. El
enfrentamiento se convirtió, a lo largo de varios meses, en una batalla de
desgaste sin apenas movimientos, hasta que el 15 de noviembre, las tropas de Modesto,
conducidas por Tagüeña, lograban situarse en la orilla izquierda del Ebro. Las
pérdidas fueron muy grandes por ambas partes, pero lo mejor del Ejército
republicano había dejado de existir. Durante el avance de las tropas sublevadas
sobre Cataluña, Tagüeña se limitó a organizar la retirada, por lo que sería recriminado
por Modesto.
Al amanecer del 10 de febrero de 1939 entraba en Francia con los restos de sus
tropas, volviendo a Madrid a través de Albacete.
El 3 de marzo,
desconociendo que Azaña
había dimitido, Negrín
hizo publicar los nombramientos de los nuevos jefes de Cuerpo de Ejército: Modesto,
Lister, Jesús Hernández,
Tagüeña, Valentín González, Cordón, Francisco Galán, Mendiola, todos
comunistas. El 5 de marzo, Tagüeña recibió la orden de Modesto
para que se trasladase a la posición
Yuste, en Elda, donde se encontraba el Gobierno. Al producirse la
sublevación anticomunista del coronel Casado,
Negrín
no logró alcanzar una solución y, al no ser obedecido por sus subordinados
militares, optó por la huida. Con él, o pocas horas más tarde, marcharon los
ministros, Modesto,
Lister, Tagüeña y la práctica
totalidad de los miembros del Comité Central del Partido Comunista. Tagüeña y
sus compañeros de expedición llegaban a Toulouse el 7 de marzo, comenzando un
exilio durante el cual abandonó la ideología comunista, retomando su vocación
científica.
De Francia pasó a la
Unión Soviética, donde completó su formación militar en la Academia Frunze,
tratando de mantenerse neutral entre las disputas de Jesús Hernández y la
Pasionaria por el control del Partido Comunista. Al iniciarse la invasión
de Rusia por parte de Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial, pasó de
alumno a profesor y, cuando la guerra era ya favorable a las armas soviéticas,
fue destinado a Vladimir, donde mandó una división a la que equipó e instruyó
para mandarla al frente. Terminada la Segunda Guerra Mundial, los principales
dirigentes comunistas se trasladaron a Francia pensando que la caída de Franco
era inminente, pero él tuvo que permanecer en la Rusia hasta que en febrero de
1946 recibió la orden de viajar a Yugoslavia. En el momento que su avión despegó
de Moscú, confesó que la causa del comunismo aparecía ahora llena de manchas
que a duras penas podía justificar.
Trabajó como
consejero militar en una unidad del Ejército yugoslavo hasta que, sospechoso de
ser partidario de Tito, el Partido lo trasladó a Checoslovaquia en septiembre
de 1948. Vicente Uribe le sugirió abandonar la vida militar y reintegrarse a su
vida profesional. Continuó sus estudios de Ciencias, trabajó en el Instituto de
Biología de la Universidad de Brno y publicó diversos trabajos de
investigación. Ese mismo año obtuvo el cargo de director del Instituto de
Física Médica y en 1952 inició dos cursos de licenciatura en Medicina. En 1953
fue nombrado jefe de la Cátedra de Física y Química. Paralelamente tenía lugar
la implantación del sistema comunista y las purgas, al tiempo que Tagüeña se
iba alejando cada vez más de las actividades políticas y del Partido Comunista
español. Aprovechando la muerte de Stalin, logró salir de Checoslovaquia,
rompiendo definitivamente con el comunismo y, en octubre de 1955, se estableció
en México, donde trabajó como asesor médico en unos laboratorios. En 1960
estuvo en España para ver a su madre gravemente enferma, pero rechazó el
ofrecimiento de permanecer en la Península y volvió a México, donde murió el 1
de junio de 1971.
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