María II la Educadora
Nace en Río de Janeiro, el 4 de
abril de 1819. Era hija de PEDRO I de Brasil y IV de Portugal y de la archiduquesa MARÍA LEOPOLDINA de Austria. Había nacido en el palacio de San Cristóbal, fue
bautizada a los pocos días de nacer y se le impusieron los nombres de María da Gloria Juana Carlota Leopoldina de
la Cruz Francisca Javier de Paula Isidora Micaela Rafaela. Recibió de manos
de su padre el título de princesa de Oráo-Pará. Pero, a pesar de que creció
rodeada de comodidades no tuvo una infancia feliz, puesto que perdió a su madre
a edad muy temprana. Además, la agitada situación política marcó notablemente
su educación, ya que cinco años después de la proclamación de su padre como
emperador de Brasil, tras la muerte de JUAN VI de Portugal, fue nombrada heredera a la corona portuguesa a pesar de
que sólo contaba con siete años de edad. Así poco tiempo después se negoció su
matrimonio con su tío, el infante Miguel.
El mes de julio de 1828, tras la
abdicación de PEDRO I al trono de Portugal, su padre dispuso su viaje a Europa, para que
tuviera lugar el proyectado matrimonio y para que fuera proclamada reina. PEDRO puso a su hija bajo la custodia del marqués
de Barbacena, para que acompañara a la princesa a Austria, donde se
encontraba su prometido. Pero su hermano, tras asumir la regencia, llegó a
Lisboa y se proclamó rey de Portugal, negándose a cumplir su compromiso
matrimonial. Por eso, el marqués, no confiando en que Austria fuera un lugar
seguro para su protegida, alteró el viaje, por lo que María da Gloria fue
conducida a Inglaterra, donde se habían refugiado gran número de liberales, que
se oponían al gobierno absolutista de MIGUEL I. Los liberales pretendían
conseguir el apoyo del gobierno inglés, para que María fuera nombrada reina
constitucional, pero pronto sus negociaciones se vieron interrumpidas, ya que
el primer ministro inglés había decidido no intervenir en el conflicto portugués.
Por ese motivo en el año 1829 María recibió instrucciones de su padre para que
regresara a Brasil. María da Gloria no emprendió el regreso sola a Brasil, ya
que estaba acompañada por un numeroso séquito, en que se encontraba su aya Leonor de Cámara, además al séquito se
había incorporado la prometida de su padre y futura madrastra, la princesa AMELIA DE BEAUHARNAIS.
En los años siguientes fueron
numerosas las embajadas diplomáticas que envió PEDRO I a Europa con el objetivo de conseguir el apoyo para la causa de María,
la cual permaneció junto a su padre y su madrastra en el mencionado palacio de
San Cristóbal. En el año 1831 la situación de la familia cambió bruscamente, ya
que el emperador se vio obligado a abdicar y a abandonar el país. El destronado
PEDRO I se dirigió entonces a la Corte del rey de Francia Luis Felipe de Orleans, donde María
completó su educación junto con los hijos del monarca. Poco tiempo después, PEDRO I se dirigió al archipiélago de las Azores, para ponerse al frente del
movimiento revolucionario que habían formado los liberales. Éste decidió que su
hija y su esposa permanecieran en París. Donde permanecieron hasta 1833, cuando
el duque de Loulé llegó a París para
escoltar a la futura reina junto a su padre, el cual había obtenido algunas
victorias frente a Miguel I. Por fin, en 1834, María hizo su entrada triunfal
Lisboa, recibiendo grandes muestras de cariño por sus súbditos; siendo
proclamada reina el 24 de septiembre de ese mismo año.
Debido a la edad de María II, fue
necesario establecer un Consejo de Regencia, que fue presidido por su padre, el
cual falleció apenas un año después de su proclamación. La repentina muerte del
regente hizo que el Parlamento decidiera declarar mayor de edad a María II,
además se iniciaron los preparativos de la boda de la reina con Augusto de
Leuchtenberg. María II quedó viuda, el 28 de marzo de 1835, pocos meses después
de haber contraído matrimonio con el príncipe alemán. El parlamento, presionó a
la reina para que contrajera nuevas nupcias, ya que era necesario dar a la
corona un heredero. Por lo cual, se comenzó a buscar en todas las cortes
europeas a un nuevo rey consorte. Durante estos años la situación se tornó muy inestable,
por un lado los sectores más conservadores eran enemigos de la monarquía
liberal instaurada en su país, y por otro los grupos más radicales reclamaban
que las reformas fueran más profundas. Las intrigas fueron constantes y algunos
escándalos financieros hicieron peligrar la estabilidad del gobierno de la
joven reina.
El 9 de abril de 1836 María II
contrajo matrimonio con Fernando de Saxe
Coburgo Gota, el cual contaba con diecinueve años de edad. A pesar de ser un
matrimonio de estado, ambos, para sorpresa de toda la corte, estuvieron muy
unidos hasta la muerte de la reina; la correspondencia privada que ambos
mantuvieron demuestra que existió verdadero amor entre ellos. La reina encontró
en su esposo a un gran aliado, que le ayudó a superar las numerosas crisis a
las que tuvo que hacer frente. De este matrimonio nacieron once hijos: don Pedro, heredero al trono; don Luis, que en 1861 sucedió a su
hermano; doña María, fallecida al poco
de nacer; don Juan, duque de Beja; doña María Ana, que casó con el rey
Jorge III de Sajonia; doña Antonia,
casada con Leopoldo de Hohenzollern; don
Fernando, que murió joven; don
Augusto, duque de Caminha; don
Leopoldo, doña María y don Eugenio que apenas vivieron unas
horas. La reina se ocupó personalmente de la educación de sus hijos, intentó crear
en la corte un ambiente agradable donde reinara la paz y la comprensión,
aislando a los infantes de los numerosos vaivenes políticos.
El reinado de María II se
caracterizó por el exquisito respeto que tuvo ésta hacia el orden
constitucional, siempre intentó solventar las diferencias entre liberales y conservadores.
Pero no siempre le fue posible evitar los conflictos, que fueron muy numerosos
durante todo su reinado. Así se vio obligada a aceptar la Constitución de 1822,
tras la revolución de septiembre de 1836, aunque la desaprobaba. Años después,
tras la restauración de la Carta Otorgada de 1824, tuvo que destituir a Antonio Costa Cabral, que fue acusado
por la oposición de ser demasiado autoritario. La crisis provocada por la
revolución de María da Fonte fue una
dura prueba para María, intentó evitar la intervención extranjera en el
conflicto y apoyó firmemente la labor desarrollada por el comandante Saldanha.
Por último durante el segundo gobierno de Costa Cabral, la monarquía lusa
estuvo en serio peligro, ya que los radicales eran partidarios de la proclamación
de la república; pero la promulgación de las primeras Actas Adicionales a la
Constitución de 1838, en el año 1852, logró llevar la calma a la vida política
portuguesa.
María da Gloria murió en el Palacio
das Necessidades el 15 de noviembre de 1853, tras el nacimiento de su hijo
Eugenio. El parto fue muy complicado y los médicos muy pronto empezaron a temer
por la vida de la reina, que murió a los pocos minutos de haber dado a luz. Su
muerte dejó desolados a su esposo y a sus hijos, y se sucedieron las muestras
de dolor en todo el reino.
Fuentes; WikipediA,
Ecured
Imagen:
WikipediA
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