Pedro IV el rey Soldado


            Nacido en el Palacio de Queluz el 12 de octubre de 1798 A él debe Brasil su independencia y Portugal el fin del despótico reinado miguelista.

            Perteneciente a la Casa de Braganza, era hijo de Juan VI de Portugal y de la reina Carlota Joaquina. En 1807, con el título de condestable, fue enviado a Brasil, bajo la tutela de fray Antonio de Arrábida, que sería obispo de Amenúria. Un año después, tras la invasión francesa, la familia real lusa abandonó su país y viajó a Brasil, estableciéndose en Río de Janeiro. En 1816 fue nombrado heredero de la corona y en mayo de 1818 casó con la hija del emperador de Austria Francisco I, la archiduquesa doña María Leopoldina.

            Dos años más tarde, estalló una revolución liberal en Portugal, que se extendería a Brasil, obligando a Juan VI a regresar a su país, quedado don Pedro como regente. Esta regencia comenzó con tumultos provocados por los liberales y, por dos veces tuvo que ser disuelta la asamblea de representantes a golpe de bayoneta, lo que aumentó su impopularidad. Un inconveniente para que pudiera hacerse con el poder fueron las Cortes portuguesas, ya que la representación brasileña era minoritaria, y pretendía hacer de nuevo de Brasil una colonia. Aunque don Pedro secundó las aspiraciones liberales, las Cortes de Lisboa recortaron su jurisdicción y asumieron todas las decisiones que atañían a Brasil, dejando a don Pedro en el papel de un mero funcionario. El príncipe recibió la orden de regresar a Portugal, fue enviada una flota de siete navíos con 1200 hombres. Pero los patriotas brasileños pidieron a don Pedro que permaneciese en el país, a lo que éste accedió. Las tropas portuguesas reaccionaron de forma hostil, pero fueron rechazadas por el pueblo y regresaron a Europa en febrero de 1822.

            Don Pedro nombró ministro del reino a don José Bonifacio de Andrada e Silva, que comenzó su labor tratando de restituir a Brasil la unidad política perdida en las cortes de Lisboa. El príncipe recibió de las Cortes el título de Defensor de la Independencia. Comenzó a actuar como un verdadero soberano y, como tal, entabló relaciones con países extranjeros. Envió un ejército al mando de Pedro Labatut para someter Bahía, que aún reconocía el gobierno de Lisboa, y viajó por todo Brasil para eliminar las divergencias entre las distintas regiones. Desde septiembre de 1822 comenzó a extender la proclama "independencia o muerte", acogida con entusiasmo por todos los sectores del país, que el 1 de diciembre le proclamaron emperador de Brasil.

            Sus medidas autocráticas y la disolución de la asamblea constituyente minaron rápidamente su prestigio y comenzaron de nuevo los tumultos, que sólo terminaron cuando el emperador juró la nueva Constitución, el 25 de marzo de 1824. Sin embargo don Pedro no aprovechó para reconciliarse con el pueblo y mandó fusilar a los responsables de los desórdenes, renovando la hostilidad de los liberales. El emperador designaba los cargos a su antojo, destituía los gabinetes desoyendo los preceptos constitucionales y evitaba que fuesen elegidos sus enemigos políticos.

            En 1825 Juan VI declaró la independencia de Brasil, lo que fue ratificado por Pedro I en un decreto del 10 de abril de 1826. En marzo de este último año, murió Juan VI y Pedro fue reconocido como su heredero. Trató de ejercer la monarquía simultáneamente en Brasil y Portugal, pero, persuadido por sus consejeros de que dichos planes eran irrealizables, abdicó la corona portuguesa en su hija doña María da Gloria, nombrando como regente a la infanta doña Isabel María; al mismo tiempo nombró heredero de la corona brasileña a su hijo Pedro. Pero la opinión pública le era hostil; a la represión que ejerció tras su coronación se unieron: la guerra iniciada contra Argentina, que dio como resultado la independencia de Uruguay, o la demora de la entrada en vigor de la Constitución de 1824. Y si la independencia de Brasil lo desvinculaba de los asuntos de su país natal, Pedro I siguió atento a Portugal, donde el príncipe don Miguel había dado un golpe de Estado y se había proclamado rey; el emperador ordenó regresar a Brasil a su hija.

            Pedro I, que había enviudado en 1826, contrajo segundas nupcias el 16 de octubre de 1829 con la princesa Amelia de Beauharnais. Un año después comenzó la segunda legislatura del Imperio, con un refuerzo del partido liberal. Se recrudecieron las relaciones entre el monarca y la Cámara y comenzaron a levantarse enérgicas voces de protesta contra la intervención en los asuntos públicos de la amante de don Pedro, la marquesa de Santos. Surgieron los desórdenes en distintos puntos del país y la situación se tornó tan crítica que el emperador trató de pactar con los liberales. Éstos se negaron a negociar y don Pedro formó un nuevo gobierno, encabezado por el reaccionario marqués de Paranaguá. El pueblo se sublevó y las tropas que don Pedro envió para contener la revolución se unieron a los descontentos. Pedro I abdicó el trono de Brasil en su hijo Pedro II el 7 de abril de 1831. Partió hacia Europa, dejó en París a su esposa e hijas e inició contactos con los liberales de Francia e Inglaterra para destronar en Portugal al absolutista Miguel I y reponer en el trono a su hija doña Maria Gloria.

            En febrero de 1832 dirigió un manifiesto a Europa, en el que, tomando el título de duque de Braganza, asumía la regencia de Portugal, en tanto su hija fuese menor. Llegó a las Azores, donde promulgó una legislación que transformaba la estructura jurídica y social del país y desde allí lanzó sus tropas contra los miguelistas. Entró en Oporto sin resistencia en julio de 1832 y venció en el cabo de San Vicente a la escuadra enemiga en agosto del año siguiente. Sitiada Oporto por los miguelistas, participó don Pedro muy activamente en su defensa, y allí recibió la noticia de la toma de Lisboa por parte del duque de Terceira. Hizo una entrada triunfal el Lisboa el 24 de septiembre. Los miguelistas capitularon en Évora-Monte en mayo de 1834. Después don Pedro proclamó una amnistía de la que se aprovechó don Miguel, que fue desterrado, pero se le concedió una pensión vitalicia. Don Pedro fue nombrado regente en una asamblea celebrada en el monasterio de San Bento, el 15 de agosto de 1834, pero la regencia duró sólo un mes, al cabo del cual se declaró la mayoría de edad de María II. A los pocos días, el 24 de septiembre de 1834, moría don Pedro, en el Palacio de Queluz, donde había nacido. Fue enterrado en el Panteón de San Vicente de Fora.

Fuentes; WikipediA, MCNBiografías
Imagen: WikipediA

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