El doctor Joaquín Decref y Ruiz de Joaquín Sorolla y Bastida


Realizado en 1907, es un óleo sobre lienzo de 67 x 91,7 cm. 

    Esta obra pertenece al grupo de retratos que Sorolla pintó de su más estrecho círculo de amistades, una tipología absolutamente característica de la que el Museo del Prado conserva interesantes ejemplos, como los retratos de Jacinto Felipe Picón, el pintor Antonio Gomar o el doctor Francisco Rodríguez de Sandoval. En ellos recurrió a soportes marcadamente apaisados que se adaptaban muy bien a la utilización de encuadres fotográficos -pues el artista era muy aficionado a esa nueva técnica-, concentrándose en la caracterización psicológica de su modelo; éste es, sin lugar a dudas, uno de los más brillantes ejemplos de su producción en esta modalidad. 

    De cuarenta y tres años de edad, el modelo posa de busto largo, sentado y con un gesto desenvuelto. La proximidad con la que Sorolla capta a Decref denota el trato íntimo y de cotidianidad que mantenía con él, distinto al que el pintor demuestra en los retratos de otros personajes de los que también era amigo, como el de Aureliano de Beruete. El maestro valenciano se concentró especialmente en la ejecución del rostro del médico, cuyos rotundos rasgos definen con nitidez su audaz personalidad. 

    El pintor describe el elegante traje gris con chaleco y corbata que viste Decref con gran soltura de dibujo y concede al fondo, a base de brochazos de óleo muy diluido, una extraordinario grado de abstracción. La iluminación, dirigida de un modo efectista sobre el rostro del retratado, concentra toda la atención del lienzo en su melancólica mirada, lo que sin duda enfatiza el magnético atractivo del personaje. 

    El doctor Joaquín Decref y Ruiz fue una celebridad médica que alcanzó gran fama nacional. Nacido en La Habana (Cuba), pronto quedó huérfano de padre y se trasladó a Sevilla y luego a Madrid, donde, tras terminar el bachillerato en 1878, comenzó sus estudios de medicina. Leyó su tesis sobre el tratamiento de lesiones en las articulaciones en 1894 y dedicó gran parte de su actividad profesional al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mecánicas. En el campo de la diagnosis contribuyó enormemente al desarrollo de la radiología en España junto a Antonio Espina y Capo, hermano del conocido paisajista al que también retrató Sorolla, pues Decref fue fundador y primer presidente de la Sociedad Española de Electro-Radiología

    Desde la década de 1880 se dedicó a las terapias con corrientes de agua, fundando el Instituto de Mecánica Médica de Madrid, en el que se aplicaron modernos planteamientos higienistas. Fundó además la Liga Antialcohólica Española, asociación de inspiración protestante que velaba por la abstinencia de toda clase de bebidas alcohólicas bajo firme juramento con fines principalmente terapéuticos, pero también de persuasión moral. Continuó toda su vida estudiando la invalidez física y dedicó especial atención a la fisioterapia, en la que también fue pionero en nuestro país. 

    Se interesó muy especialmente por las deformidades físicas, desarrollando una dilatada labor didáctica relacionada con ese argumento que le llevó a publicar trabajos como A las madres: las deformidades de los niños (Madrid, 1908) o La escoliosis en las escuelas (Madrid, 1911), que divulgaban con intención preventiva sus conclusiones científicas. En ese sentido este retrato es un valioso testimonio del contacto entre dos íntimos amigos muy sensibles a las corrientes higienistas que tuvieron tanto éxito en el fin de siglo en España, y que abordaron las minusvalías físicas desde una clara interpretación moral. El doctor Decref estudió los aspectos médicos que producían las deformidades en los niños, entonces susceptibles de una lectura moral inmediata que registraba el origen de éstas en los vicios de los padres, que él también suscribía. Por su parte, Sorolla había pintado para la Exposición Universal de París de 1900 su exitosa obra Triste herencia (Valencia, Colección Bancaja), que abundaba en la misma percepción de la realidad. Que el valenciano compartía esa ideología se trasluce nítidamente en dicha pintura, que representaba según confesión del propio autor a los niños del Hospital de San Juan de Dios, resaca de la sociedad; ciegos, locos, enclenques o leprosos. 

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