Joaquín Sorolla y Bastida


    Nacido en Valencia en 1863, y fallecido en Madrid en 1923. En la Escuela Normal Superior de la Provincia de Valencia demostró muy pronto su afición por el dibujo y la pintura, asistiendo por las tardes a las clases de dibujo del escultor Cayetano Capuz en la Escuela de Artesanos. Premiado al terminar esos estudios preliminares, ingresó en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de San Carlos en 1879. Además, aprendió cerrajería con su tío, José Piqueras Guillén, con quien vivió después de perder a sus padres en 1865. Más relevante fue su trabajo de ayudante en el estudio del distinguido fotógrafo Antonio García Pérez, con cuya hija, Clotilde, se casó en septiembre de 1888. 

    Sus visitas a Madrid, en 1881 y 1882, le permitieron copiar cuadros de Velázquez, Ribera y El Greco en el Museo del Prado. Dos años más tarde, en la Exposición Nacional de 1884 en Madrid, el éxito de su interpretación realista y dramática del tema histórico de El dos de mayo le estimuló a solicitar una beca para estudiar en la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Para demostrar sus habilidades a las autoridades valencianas, incluyó otra pintura de tema histórico, El grito de Palleter (Diputación Provincial, Valencia), que le dio la oportunidad de presentar a una multitud en posturas variadas, realzada mediante el claroscuro. 

    En enero de 1885, ­Sorolla salió para Roma. Desde la primavera hasta el otoño estuvo en París, donde le impresionaron las pinturas de los realistas y de los pintores al aire libre, entre ellas, las del alemán Adolph Menzel y el francés Jules Bastien-Lepage. En Roma, tuvo la oportunidad de estudiar rodeado de pintores españoles, como José Benlliure Gil, Emilio Sala Francés y José Villegas y Cordero. 

    En 1887, para satisfacer las condiciones de su beca, envió a Valencia El padre Jofré protegiendo a un loco (Diputación Provincial, Valencia), otra vez de obligatorio tema histórico. Al terminar sus años en Roma, y después de pintar en Asís, regresó a Valencia en 1889, y al año siguiente trasladó su casa y estudio a Madrid. 

    En 1892 mostró una nueva preocupación en su arte, se interesó en problemas sociales al representar la triste escena de ¡Otra Margarita! (Washington University Gallery of Art, St. Louis), premiada con medalla de primera clase en la Exposición Nacional, y en 1893 en la Exposición ­Internacional de Chicago. Hasta el fin de la década esta sensibilidad permanece en sus representaciones de la costa valenciana. Poco a poco, Sorolla abandona los temas de niños desdichados de Triste herencia (Colección Bancaja, Valencia), que había sido premiada en la Exposición Universal de París de 1900 y en la Nacional de Madrid un año después. 

    Animado por el éxito conseguido con sus resplandecientes imágenes del Mediterráneo y estimulado por su amor a la luz y a la vida de sus soleadas playas se dedicó a pintar dichas escenas, más alegres y agradables, que le proporcionarían fama mundial. En su primera exposición individual, en las galerías George Petit de París en 1906, Sorolla también hizo patente sus habilidades como retratista. En 1908, el norteamericano ­Archer Milton Huntington visitó la exposición de Sorolla que tenía lugar en la galería Grafton de Londres y pretendió adquirir los retratos de El pintor Aureliano de Beruete, y Manuel Bartolomé Cossío (colección particular, Toledo), para su Hispanic Society of América. 

    Al año siguiente, Huntington le invitaría a exponer en la Society, y así ocurrió en los primeros meses de 1909 con un éxito rotundo. La amistad y respeto mutuo que se profesaban motivó el encargo más importante en la vida del artista: la pintura de los inmensos lienzos destinados a ilustrar, en las paredes de la Society, las regiones de España. Sorolla tuvo entonces la oportunidad de presentar su “Visión de España”, una imagen de las tierras y las gentes de su país contemplada a plena luz del sol. Intentando captar “la psicología y lo pintoresco de cada región”

    Sorolla viajó por toda España, volcando en ese proyecto toda su energía y creatividad entre 1911 y 1919. No obstante, continuó participando en exposiciones en España y otros países, y en las estaciones en que el sol escaseaba, pintó en su casa-estudio en Madrid, realizando más retratos, algunos de los cuales también habían sido encargados por Huntington para la Society. En 1921, mientras pintaba un retrato en su jardín, sufrió su primer ataque de hemiplejia. Incapacitado desde entonces, murió el 10 de agosto de 1923, sin ver expuesta su gran “Visión de España”, que no sería instalada hasta el mes de enero de 1926. En 1919 había donado al Museo de Arte Moderno su obra Niños en la playa y al año siguiente el retrato que le había realizado José Jiménez Aranda, así como un autorretrato de José Villegas y Cordero. Las tres obras pasaron al Museo del Prado en 1971.


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