Jacinto Felipe Picón y Pardiñas de Joaquín Sorolla y Bastida


Realizado en 1904, es un óleo sobre lienzo, de 65 x 98 cm. 

    Retratado casi hasta las rodillas, posa sentado y un tanto reclinado en una silla, ocultando las manos que se sugieren por los puños blancos de la camisa que asoman al borde inferior del lienzo. Vestido impecablemente de oscuro, con camisa de cuello duro, luce sobre la solapa de la chaqueta una rosa amarilla y en el bolsillo sobresale el pico de un pañuelo blanco. Quizás por el aspecto serio, el atuendo elegante que viste y la barba cerrada con grandes bigotes que enmarcan su rostro es difícil reconocer la juventud del modelo, de tan sólo veintiséis años cuando fue retratado por Sorolla, probablemente en su estudio nuevo de Madrid, en la calle Miguel Ángel, a donde el pintor se había trasladado a finales de 1903. 

    En él aparecen, como fondo del retrato, bastidores y lienzos esbozados colgados o apoyados en la pared donde se adivinan las pinceladas, las manchas luminosas y las tonalidades tan singulares del pintor, consagrado ya en estas fechas por sus múltiples triunfos y en su haber el alto galardón del Grand Prix en la Universal de París de 1900 y la medalla de honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901. El mismo fondo del estudio se intuye en el sobrio y magnífico autorretrato del Museo Sorolla, pintado también en 1904. 

    Este tipo de retratos de tres cuartos o medio cuerpo, marcados por una línea diagonal, con un primer plano muy directo, de formatos muy apaisados sobre fondos descuidados que sugieren el ambiente informal y natural del lugar de trabajo, fueron muy utilizados por Sorolla en la primera década del siglo XX, precisamente para retratar su mundo más cercano vinculado a él por motivos familiares, profesionales o de amistad. Así, entre otros, pueden señalarse el retrato de Gomar y el del doctor Decref del Museo del Prado, el de José Artal del Museo de Bellas Artes de Valencia, el de Luis López Ballesteros del Museo de Álava, el de su hermana Concha del Museo Sorolla o el espléndido retrato de Raimundo de Madrazo pintado en 1906, sentado en una mecedora ante un fondo luminoso de paisaje que se conserva en la Hispanic Society de Nueva York. 

    Jacinto Felipe Picón y Pardiñas nació en Madrid en 1878. Era hijo del famoso escritor y crítico Jacinto Octavio Picón y Bouchet, a quien está dedicado el cuadro, en correspondencia con la amistad y admiración que unía a pintor y novelista y a quien se debe, en medio del pesimismo finisecular, una de las sentencias más contundentes refiriéndose al arte de Sorolla: Nos ha derrotado por las armas un pueblo de mercaderes ricos, estamos pobres y a todas horas repetimos que nos devoran la corrupción y la ignorancia, del naufragio de nuestra gloria sólo hemos salvado el Arte. Educado dentro de un ambiente culto y elitista, se doctoró como abogado y fue magistrado de la Audiencia de Madrid. También participó en la política nacional siendo elegido diputado por el partido conservador en las elecciones de 1907 y 1914 y colaboró asimismo en uno de los ejes de referencia cultural de la vida madrileña como era el Ateneo Científico, Literario y Artístico, al que se incorporó como miembro activo en 1897, bajo la dirección del político y financiero Segismundo Moret, ocupándose de la Secretaría de la Sección de Artes Plásticas. Desde 1894, hasta su muerte el 18 de enero de 1917, estuvo vinculado al Museo de Arte Moderno, formando parte de la comisión encargada de su creación y participando activamente en su desarrollo como miembro de su patronato desde 1915. El cuadro estuvo siempre en la colección de Jacinto Octavio Picón, quien a su muerte, en 1922, lo dejó en usufructo a María, hija y hermana menor del retratado, quien al año siguiente hizo efectivo el legado de su padre, entregándolo, junto con una buena colección de retratos familiares, al Museo de Arte Moderno. 

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