Castillo del Buen Amor


El Castillo de Villanueva del Cañedo, también conocido como Castillo del Buen Amor, se encuentra ubicado en la localidad de Topas. Se trata de un castillo renacentista, construido en el siglo XV sobre unos restos del siglo XI, en sus orígenes fue una fortaleza militar. Los primeros testimonios los encontramos en el año 1227, cuando el rey Alfonso IX de León permuta, a don Enrique de Sardina, el lugar a cambio de la heredad de Ortazas, en Ciudad Rodrigo. En 1447 perteneció al conde de Alba de Tormes, el futuro duque de Alba, que entregó la población junto con el castillo, a los Reyes Católicos en el año 1476, a cambio de la de San Felices de los Gallegos.

El nombre de Castillo del Buen Amor procede de una leyenda que cuenta los amores del Arzobispo Alonso de Fonseca con Doña María de Ulloa. Aunque, según investigaciones recientes, el artífice de la construcción fue su primo, Alonso de Fonseca Quijada, Obispo de Cuenca, Ávila y Osma, que lo compró en 1477 a Alfonso de Valencia, que a su vez, lo había recibido de los Reyes Católicos como recompensa por haberles hecho entrega de la ciudad de Zamora.

El Obispo de Fonseca reconstruiría y convertiría el castillo en su palacio. De esta forma, Alonso de Fonseca sería el primero en introducir el estilo renacentista en la ciudad, ya que el resto de edificios, a excepción de los costeados por él, son de estilo hispano-flamenco. En esta fortaleza viviría con su amante, Doña Teresa de las Cuevas, con la que tuvo cuatro hijos. El primogénito, Gutierre, lo heredaría pocos años antes de morir su padre. En este lugar mantuvieron su amor prohibido a salvo de las críticas y murmuraciones de la sociedad de la época. A pesar de su condición de obispo, ambos consideraban su relación tan lícita y honesta que la defendieron hasta el final. 

En 1615, Felipe III concede el título de primer conde de Villanueva de Cañedo a Don Antonio de Fonseca y Enríquez Freire de Andrade y Guzmán, Caballero de la Orden de Santiago. La profusión del escudo de las cinco estrellas en sotuer es lo que en un primer momento causó confusión sobre el autor de la construcción de la fortaleza. El castillo pasó a manos del Duque de Sexto, conde de Grajal y Marqués de Alcañices y sus descendientes hasta comienzos del siglo XX. Posteriormente, el pueblo de Villanueva de Cañedo desaparece y los vecinos de la zona empezarían a usar sus piedras para construir sus casas.


En los años 20 del siglo XX, pasó a ser propiedad del Marqués de Ivanrey, Fernando Soriano y Gaviria Moreta y Gutiérrez, diputado de las Cortes por Peñaranda de Bracamonte y senador vitalicio. Es entonces cuando el Castillo del Buen Amor es declarado Monumento Histórico Artístico (1931). Pese a ello, el castillo no tenía en esta época gran consideración para sus propietarios, siendo la finca en la que se encuentra la que realmente tenía valor para ellos. Hasta la década de los 50 fue usado como almacén agrícola. El estado de abandono llegó a ser tan grave que en la torre del homenaje llegó a crecer una encina y en 1933 sufrió un terrible incendio que terminó por echar abajo parte del techo y de las plantas superiores. Para evitar que la situación fuera a peor, lo único que se hizo fue establecer la prohibición en 1957 de retirar cualquier elemento que acelerara la ruina del castillo.

En 1958, en un estado lamentable, pasa a ser propiedad de la familia Fernández de Trocóniz, que procede a su restauración. Bajo el asesoramiento y la dirección técnica del arquitecto de la Comisión provincial de Monumentos, Fernando Población. En la actualidad, es un precioso hotel rodeado de jardines y viñedos que respeta la estructura y los elementos originales del edificio. En el exterior encontramos un foso de 15 metros de ancho.

Se dice que un halo de misterio envuelve el castillo. De hecho, son varias las personas que, dicen haber sido testigos de hechos inexplicables. Algunos recepcionistas hablan de llamadas desde habitaciones en las que no se encontraba nadie alojado y que al otro lado del teléfono solamente podía oírse una extraña respiración. Uno de los rincones más extraños son las antiguas caballerizas. También dicen que se ha visto a una dama de blanco caminando por las habitaciones.



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