Combate del cabo Santa María en 1779

Gibraltar

La moral española estaba muy reforzada, además se habían anotado algunos éxitos, mientras la escuadra inglesa, a la defensiva, no salía de sus aguas: don Juan de Lángara, al mando de tres navíos y dos fragatas había apresado la Winchcomb, de 26 cañones, que pasó a prestar servicio en la Armada, mientras otras divisiones habían apresado a varios buques enemigos y en una serie de combates, en los que destacó don Federico Gravina.

Federico Gravina
    La atención se centró en Gibraltar, pero el gobierno español, con buen criterio, consideró la plaza inexpugnable con los medios de la época, y desistió del asedio. Pero se necesitaba hacer un combate de distracción, por lo que se situó un ejército de 13.000 hombres, al mando de don Martín Álvarez de Sotomayor en el Campo de Gibraltar y se encomendó al jefe de la escuadra don Antonio Barceló el bloqueo por el mar.

Martín Álvarez de Sotomayor

    Gobernaba la plaza el general Elliot, con poco más de 5.000 hombres y con la división del almirante Duff, que se encargó de traer suministros desde Marruecos. El bloqueo de Barceló a pesar de las dificultades era bastante eficaz, lo cual hizo que en Inglaterra, se preparara una escuadra al mando de Rodney para llevar refuerzos y provisiones a Gibraltar. 

    Enterados los españoles, unieron los 20 navíos que habían quedado en Brest, al mando de don Miguel Gascón, a otros tantos franceses, para abortar la salida de Rodney. Por si esto fallaba, estaba en Cádiz don Luis de Córdova. Todo se vino al traste de manera sorprendente.

General Elliot
    El almirante inglés zarpó el 27 de diciembre de 1779, con 22 navíos y 19 fragatas que escoltaban a un convoy de 200 mercantes. En Brest tuvieron conocimiento de la salida, pero, una vez más, los franceses no cumplieron con su parte, y cuando Gascón se hizo a la mar, ya era demasiado tarde. Mientras Córdova esperó a Lángara en el Estrecho, pero un temporal que estuvo a punto de llevar al fondo del mar al Santísima Trinidad, hizo que Córdova se retirara a Cádiz. 

    Rodney tuvo un rápido viaje, y de camino apresó, casi sin resistencia, a 15 mercantes españoles. Dobló el cabo San Vicente el 12 de enero, y a la altura del cabo Santa María se divisaron velas, que resultaron ser las de la escuadra de Lángara. Con tan solo 11 navíos. Lángara divisó las velas enemigas, ordenando formar en línea de combate, dejando a sotavento a las fragatas y dirigiéndose hacia los recién aparecidos para identificarlos, cosa curiosa, pues esa era labor de las fragatas. Al comprobar que las fuerzas de Rodney eran superiores, Lángara consultó con sus comandantes, decidiendo retirarse a todo trapo hacia Cádiz.

Rodney
    Rodney ordenó caza general, aprovechando la mayor velocidad que le daban sus forros de cobre. Pronto quedó rezagado el Santo Domingo, rodeado por enemigos, planto cara valientemente, pero pronto fue volado y se hundió. Aquello descorazonó a los españoles, que fueron cazados uno a uno. El insignia Fénix fue atacado por dos enemigos, a los que se unió otro y posteriormente dos más. Al fin el Fénix, perdió el palo de mesana y el mastelero mayor, siendo herido, entre otros, Lángara, que se rindió a las 10 de la noche. Así se perdieron siete navíos. Pero la tempestad no amainaba, y en los apresados San Julián y San Eugenio, la dotación de presa británica estaba desesperada, por ello pidieron ayuda a los españoles, los cuales les comunicaron que estaban dispuestos a ayudar, siempre y cuando se dirigieran a Cádiz. Los ingleses cedieron, por lo que las perdidas fueron: el Santo Domingo, volado y los Fénix, Princesa, Diligente y Monarca, apresados.

Antonio Barceló
    La escuadra de Rodney y los barcos españoles apresados entraron en Gibraltar, zarpando el 13 de febrero, mientras las escuadras de Córdova y Gastón hacían reparaciones en Cádiz, dirigiéndose a América.

    Lo más polémico fue que Carlos III, al enterarse del resultado del combate, ascendió a teniente general a Lángara. Una cosa era no castigar al desgraciado jefe y otra muy distinta ascenderlo pese al desastre. Sin embargo, los ingleses quitaron el mando a dos de los comandantes que menos se habían esforzado en la lucha.

Ramón Martín

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