Beatriz de Portugal, segunda esposa de Juan I
Nacida
en Coimbra en febrero de 1373, era hija de Fernando I de Portugal y de doña Leonor Téllez de Meneses, nació en un momento de grave
crisis del reino portugués, debido a la desafortunada intervención de Fernando I en la guerra civil castellana, que despertó la oposición de buena parte del
reino. El propio nacimiento de la infanta tuvo lugar mientras Enrique II de Castilla mantenía sitiada
Coimbra.
Desde el primer momento se pensó en ella como heredera del trono
portugués, ya que su padre era un hombre enfermo, cuya muerte parecía cercana.
Sin embargo, el pueblo no acogió con alegría el nacimiento de la infanta, ya
que su madre despertaba enconados odios en el reino. Leonor Téllez había casado
en primer lugar con don Lorenzo de Acuña, pero, tras convertirse en amante del
rey, éste la apartó de su marido para casarse con ella, lo que escandalizó a la
corte y a sus súbditos. Por otra parte, poco después de su matrimonio, Leonor
inició otra relación amorosa con Juan Fernandes de Andeiro, que no se esforzó
en ocultar.
Beatriz fue un objeto de intercambio al servicio de los intereses
de su linaje. En 1376, cuando contaba tenía tres años, se acordó su matrimonio
con Fadrique, hijo ilegítimo de Enrique II de Castilla, cuatro años después,
pasó a ser la prometida del infante don Enrique, supuesto heredero de la corona
castellana e hijo del rey Juan I, este segundo contrato fue una farsa con la
que los reyes portugueses pretendieron ganar tiempo en su enfrentamiento con el
reino vecino. Secretamente acordaron la boda de Beatriz con Duarte, hijo del
conde de Cambridge, con el fin de asegurarse el envío de tropas inglesas para
continuar la guerra contra los castellanos. En 1382 volvieron a cambiar las tornas: Fernando I firmó la paz con Castilla y Beatriz fue entregada como prometida a
don Fernando, segundo hijo de Juan I, con ello, parecía asegurada la
independencia de Portugal.
Pero no sería éste el último trueque en el destino político de
Beatriz. Poco después Juan I de Castilla quedó viudo y exigió a la infanta
portuguesa como esposa. Fernando I se opuso a esta boda, doña Leonor Téllez la
apoyó, convirtiéndose en la artífice del acuerdo matrimonial, sellado el 2 de
abril de 1383. En el Tratado de Pinto, Juan I y la reina portuguesa acordaron
las clausulas del matrimonio: como no se deseaba una unión dinástica de ambas
coronas, se estableció que el hijo primogénito de Juan I, fruto de su anterior
matrimonio, heredaría Castilla, mientras los hijos de Beatriz se convertirían
en herederos de la corona portuguesa. En el caso de que Beatriz -que solo
contaba diez años- muriera sin descendencia, podría pensarse en una eventual
unión entre ambas coronas.
Aunque las capitulaciones parecían preservar la independencia
portuguesa, lo cierto es que provocaron una inmediata reacción del reino, que
desconfiaba de las pretensiones del monarca castellano. Un importante sector de
la nobleza, apoyado por la mayoría del pueblo, exigió la boda de la infanta con
su tío el infante don Juan, hermano de Fernando I. Ante el peligro de que doña
Leonor atentara contra la vida del infante, éste tuvo que huir a Castilla,
desde donde trató de organizar la oposición a la política de la reina madre. En
mayo de 1383 se celebró el matrimonio de doña Beatriz y Juan I en la catedral
de Badajoz, que fue bendecido por el legado pontificio, Pedro de Luna. A la
ceremonia no asistió Fernando I, que seguía oponiéndose a este matrimonio.
El rey murió el 22 de octubre de ese año e inmediatamente doña Leonor
aplicó el acuerdo con Castilla. La infanta sería aclamada reina de Portugal,
pero su madre ejercería la regencia hasta que un hijo o una hija de doña
Beatriz alcanzara la edad suficiente para sentarse en el trono portugués. La
muerte del rey y la que se esperaba larga regencia de doña Leonor provocaron
una grave crisis interna, que pronto degeneraría en guerra. Para asegurar los
derechos de su esposa, el monarca castellano ordenó encarcelar al infante don
Juan y se preparó para invadir Portugal. Ello causó el estallido de una
sublevación en Lisboa, a cuyo frente se puso don Juan, maestre de la orden de
Avís y hermano natural del rey Fernando. En diciembre de 1383 el maestre de
Avís fue reconocido como gobernador y defensor del reino en nombre de su hermano,
el infante don Juan. Poco después, el ejército castellano entraba en Portugal.
Doña Leonor huyó de Lisboa, para reunirse con el rey castellano en
Santarém. El 13 de enero de 1384, la reina madre fue forzada a renunciar a sus
derechos en favor de su yerno. Leonor organizó entonces un complot para
asesinar a Juan I. Descubierta la conspiración, la reina fue enviada prisionera
al monasterio de Tordesillas, donde permanecería el resto de su vida. Según
relatan las crónicas, Beatriz reprendió severamente a su madre por haber
querido dejarla "viuda, huérfana y desheredada". Tras la renuncia de
doña Leonor, Juan I se autoproclamó rey de Portugal y puso cerco a Lisboa. Sin
embargo, una epidemia de peste que sembró la muerte en sus filas le obligó a retirarse
de nuevo a su reino, abandonando temporalmente la lucha por el trono de
Portugal. Doña Beatriz no volvería a pisar su país de origen.
En las cortes celebradas al año siguiente en Coimbra, los
representantes del reino portugués desposeyeron a Beatriz de sus derechos
sucesorios, con el argumento de que la conducta escandalosa de su madre impedía
saber con seguridad si era realmente hija de Fernando I. Juan de Avís fue
proclamado rey de Portugal, conculcando al mismo tiempo los derechos de Beatriz
y los de los infantes don Juan y don Dionís.
El rey castellano continuó reclamando la herencia de su esposa, lo
que dio lugar a un nuevo período de enfrentamientos entre ambos reinos. La
lucha se decidió en la Batalla de Aljubarrota de agosto de 1385, donde los
castellanos sufrieron una derrota sin paliativos. Según las crónicas, doña
Beatriz, que por entonces se encontraba en Ávila, cayó enferma por la angustia
que le produjo el desenlace de la batalla. En efecto, la victoria de Juan de Avís no sólo significó un terrible golpe para el reino castellano, que perdió a
la flor y nata de su nobleza en Aljubarrota, sino también la ruina de las
pretensiones de doña Beatriz a su herencia portuguesa. Ese mismo año murió su
único hijo, Miguel, nacido cuando Beatriz contaba apenas once años.
En 1390 murió Juan I. Le sucedió en el trono su hijo Enrique III,
habido de su primer matrimonio. Con la desaparición de su marido, la causa de
doña Beatriz quedaba prácticamente perdida, ya que Enrique carecía de derechos
sólidos para reclamar la corona de Portugal. En 1398, tras la muerte del
infante don Juan, su hermano don Dionís volvió a reclamar sus derechos al
trono, en nombre propio y en el de Beatriz. Pero su intento de invadir Portugal
resultó un fracaso, se evaporaba así la última esperanza de la reina. A pesar
de todo, Beatriz continuó teniendo un importante valor de cambio en la política
peninsular. En 1399, al negociarse una nueva paz entre Castilla y Portugal, los
delegados castellanos la ofrecieron en matrimonio al heredero de Juan de Avís.
El monarca luso no sólo se opuso a esta solución, sino que obligó a Enrique III a comprometerse, en su nombre y en el de sus sucesores, a no apoyar las
pretensiones de la reina a la corona portuguesa.
Según las crónicas, doña Beatriz gozó del respeto de sus súbditos. Enrique III la mencionó en su testamento como "madre" y, al parecer,
sintió un gran afecto por ella. Tras la muerte de Juan I, la reina rehusó
volver a casarse, a pesar de recibir numerosas propuestas de esponsales, entre ellas
la del duque de Austria en 1409. Se desconocen el lugar y la fecha de su muerte
y enterramiento, aunque es posible que fuera sepultada junto a su marido, en la
catedral de Toledo.
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