Cristo con la Cruz a cuestas de Luca Giordano
Realizado hacia 1697
Óleo sobre lienzo de 225 X 155 cm
No expuesto
En un poderoso
primer plano aparece Cristo doliente portando la cruz, con una soga al cuello. Giordano otorga a la obra un tono patético, a lo que colabora su dramática
monocromía rota solo por las carnaciones, el halo de divinidad que irradia de
su cabeza y la sangre que corre por su cuerpo. El rostro, sereno, y las
huesudas manos refuerzan el dolor e invitan a la meditación sobre la pasión de
Cristo.
Esta pintura
constituye un genuino producto de la estancia española de Giordano, inexistente
antes de su llegada y que no replicó a su vuelta a Italia. Giordano acertó
a actualizar un modelo de devoción privada con precedentes acuñados por Tiziano y, sobre todo, Sebastiano del Piombo. Este último había creado una
iconografía específica para clientes españoles repleta de patetismo, en la que Cristo
carga con la cruz rodeado de infinita soledad impuesta por su poderoso primer
plano, las luces contrastadas, el fondo negro o la mano huesuda, epítome de su
sufrimiento (Cristo con la cruz a cuestas.
Se trata de un
modelo que tuvo un notable éxito, como ponen de manifiesto las numerosas
versiones existentes. Todas ellas, excepto la conservada en el convento
de la Encarnación de Madrid, reproducen
con fidelidad el modelo del Prado que, por su apurada pincelada y por su excelente calidad, podría ser el
original.
El resto la
replican de forma monótona, con una fidelidad impropia de Giordano, a quien
tanto gusto reinventarse en composiciones sucesivas. Desgraciadamente, resulta
imposible tratar de establecer una secuencia que ordene cronológicamente todos
los ejemplares existentes, alguno de los cuales conozco únicamente a través de
fotografías de escasa calidad. Sin embargo, no les falta razón a Ferrari y
Scavizzi al considerar que todas ellas debieron realizarse en un periodo de
tiempo muy breve, inmediatamente después de la tela del Prado.
Si la fecha
propuesta por Ferrari y Scavizzi (h. 1697) es acertada, es preciso reconocer
que su autor retornó a una pincelada que recuerda fases anteriores a su
traslado a Madrid, con perfiles más nítidos, anatomía más detallada y colores
mezclados en la paleta y no superpuestos directamente en la tela. Las
pinceladas son más cortas y menudas que en otras obras contemporáneas, evitando
los característicos empastes situados en las luces.
TEXTO: Web del Museo de El Prado
Ramón
Martín
Comentarios
Publicar un comentario