Alegoría del Toisón de Oro de Luca Giordano
Realizado hacia 1697
Pintura al fresco de
1400 X 155 cm
Techo del salón
principal del Casón del Buen Retiro (Madrid)
La principal labor realizada por Giordano en España fueron
las pinturas al fresco en El Escorial (escalera y bóvedas de la
basílica), Aranjuez (despacho y dormitorio de Carlos II), Toledo (sacristía de la catedral) y Madrid, donde pintó
cuatro conjuntos: la iglesia de San Antonio de los Portugueses o Alemanes, la
capilla del Alcázar (destruida), la basílica de Atocha (destruida) y el Casón del
palacio del Buen Retiro. En este último llevó a cabo la decoración de la bóveda
y los paramentos verticales del salón central, así como los dos ámbitos
adosados a éste, mencionados en la documentación de archivo como «antecasones».
De todo ello solo permanece la bóveda del salón central, también conocido como
«sala de baile», donde representó una compleja alegoría que ha sido
tradicionalmente interpretada como el Origen de la Orden del Toisón
de Oro.
En los paramentos verticales, debajo
de la bóveda, mostró los Trabajos de Hércules
(destruidos). En el ámbito de acceso al palacio colocó cuatro cuadros al óleo
con batallas de la Guerra de Granada, tres de los cuales han sobrevivido hasta
nosotros: dos en la colección del Patrimonio Nacional (ambos con el mismo
título: Batalla de Fernando el Católico) y, el tercero, en el Museo de El Prado (Toma de una plaza fuerte).
En la parte alta y siguiendo la forma de la bóveda situó dos medios puntos con
las batallas que precedieron la toma de dicha ciudad por parte de Fernando el
Católico; mientras que en las pechinas aparecían las cuatro partes del mundo
(destruidas). En el ámbito de acceso al jardín (extremo este del Casón)
representó una escena alegórica dominada por el Sol conduciendo su carro, el
cual recibe sacrificios de los pueblos que lo adoraron (destruido). Existen
motivos para considerar que Giordano pudo haber realizado este conjunto en dos
momentos sucesivos: probablemente intervino por primera vez en torno a 1697,
donde pudo llevar a cabo la bóveda con la Alegoría del Toisón y,
quizás también, los Trabajos de Hércules.
En 1701 Giordano volvió a trabajar en el Casón, probablemente en los dos
ámbitos de acceso desde el palacio y los jardines donde realizó las obras
citadas. Giordano presenta una compleja iconografía repleta de símbolos,
personajes históricos o mitológicos y alegorías, todos ellos relacionados con
la historia de la monarquía española, que mostraba así su antigüedad, potencia
militar y su preeminencia entre las casas reales europeas.
Los dos grupos fundamentales fueron
colocados en los testeros este y oeste, esto es, los primeros en ser vistos por
aquellos que entraban por la puerta que da a los jardines y la que conecta con
el palacio. Al este situó la escena más celebrada: La entrega del vellocino a Felipe el Bueno de manos de Hércules,
origen mítico de la orden del Toisón de Oro. Con ello Giordano se permitió la
licencia de sustituir al adúltero Jasón por Hércules, considerado
tradicionalmente como el origen mítico de la monarquía hispánica. En el lado
opuesto aparece la representación alegórica de España a través de una figura
femenina que porta los cuatro cetros de sus reinos, sobre la que se sitúan sus
virtudes. A sus pies se encuentran los pueblos de diverso origen y religión, que
se someten mansamente a su autoridad; así como la Herejía (dragón) y el Furor,
el Poder Temporal (león con cetro), los Reinos (armiños y coronas) y las
Riquezas (joyas y objetos de oro y plata). Entre ambos conjuntos se representa
un grupo muy numeroso de figuras cuya identificación y significado no resulta
fácil desentrañar. Así, sobre la escena en que Hércules entrega a Felipe el
Bueno el Vellocino o Toisón para que lo coloque en el collar de la orden,
Giordano dispuso un elegantísimo escudo de los territorios sometidos al rey de
España y, a continuación, la representación de la bóveda celeste en la que
reina Júpiter, rodeado de otros dioses del Olimpo. A los lados de este eje se
disponen las cuatro edades de la humanidad, las estaciones, Cibeles, Minerva,
los gigantes, etc. Sobre la cornisa situó las figuras de las nueve musas (Erato
se perdió en 1960), cobijadas entre los lunetos, sobre los cuales aparecen
parejas de filósofos en grisalla, dispuestos por delante de una balaustrada
fingida a la que se asoman personajes varios, alguno de los cuales de difícil
identificación. Lamentablemente, la bóveda ha sufrido graves desperfectos en
momentos diversos de su historia, provocados por su frágil estructura de
madera, por filtraciones de agua o por problemas estructurales del edificio.
Sucesivas «restauraciones» habían repintado enteramente su superficie, hasta el
punto de hacer prácticamente invisible la pintura original. Por tal motivo y
para detener su creciente deterioro, en el año 2000 comenzó su proceso de
consolidación, limpieza y reintegración, que culminó con éxito en 2004. Gracias
a esta intervención, la pintura ha recuperado su colorido original y se han
suprimido los groseros repintes que la cubrían.
TEXTO:
Web del Museo de El Prado
Ramón
Martín
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