Luis Jiménez de Asúa. Segunda República Española en el Exilio (1962-1970)

PRESIDENTE DE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA EN EL EXILIO, desde el 1 de enero de 1962 al 16 de noviembre de 1970. 



Nacido en Madrid el 19 de junio de 1889, en el seno de una familia modesta, ya que su padre, Felipe, era procurador de los tribunales. Cursó el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, culminándolo con sobresaliente; después siguió los estudios de Derecho como estudiante libre, concluyéndolos en septiembre de 1911, con la máxima calificación. Durante el doctorado fue influenciado por el penalista Quintiliano Saldaña, una personalidad plenamente integrada en el mundo académico. Dirigido por Saldaña realizó, en 1913, su tesis doctoral, sobre “el sistema de penas determinadas a posteriori en la ciencia y en la vida”.

De inmediato, obtuvo una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios que le llevó a las Universidades de París, Ginebra y Berlín, allí, junto a Camilo Barcia y Pío del Río Hortega, les sorprendió la Primera Guerra Mundial, y a donde regresó, al concluir ésta, para completar la interrumpida estancia en el Instituto de Ciencias penales de Franz von Liszt, posiblemente el penalista europeo más relevante del momento.

 A su regreso fue nombrado profesor auxiliar y después, tras una oposición en 1918, obtuvo la cátedra de J. M. Valdés. Su formación científica estuvo inspirada en el positivismo y en el correccionalismo español, asentándose en el estudio de la obra de los científicos más relevantes de su tiempo. Seducido por el optimismo humanista surgido tras el Tratado de Versalles, incurrió en el positivismo. En 1923 viajó a América por primera vez, donde impartió conferencias en Argentina y Uruguay.



A su regreso a España, se encontró con la dictadura de Primo de Rivera instalada en España. Entre los intelectuales iba creciendo una oposición reclamando responsabilidades por el desastre de Marruecos y contra el golpe de Estado, siendo su máximo exponente don Miguel de Unamuno. Jiménez de Asúa, pronunció en 1924 en los locales del Ateneo de Madrid su primera conferencia política, que, a pesar de que trataba de materia jurídico-penal, le valió su primera persecución. En 1926, encabezó numerosas protestas estudiantiles, y con motivo de la manifestación, que tuvo lugar por la llegada a Madrid de los restos de Ganivet resultó suspendido en la cátedra y confinado en las islas Chafarinas, junto con Francisco de Cossío y Salvador Vila. El mes de julio de ese mismo año, como presidente accidental del Ateneo madrileño, se opuso al nombramiento de una nueva junta, lo que le llevó a la Cárcel Modelo, donde coincidió con Marañón que se encontraba allí por la causa de la Sanjuanada. Pocos meses más tarde, renunció al nombramiento para la Comisión de Códigos.

En 1927 intervino en la votación que negó a Alfonso XIII el doctorado honoris causa. Ese mismo año, pronunció, en la Universidad de Murcia, una conferencia sobre sexualidad, eugenesia y eutanasia, por la que fue separado de la cátedra durante un mes, lo que causó grandes protestas. Hasta 1929 cruzó otras cinco veces el océano, sumando a los países anteriores Perú, Chile, Brasil y Cuba. En mayo de 1929, tras iniciar el ejercicio de la abogacía, renunció, en protesta contra la Dictadura, a la cátedra, al igual que Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Felipe Sánchez Román y Alfonso García Valdecasas. En 1930 actuó como abogado defensor de Santiago Casares Quiroga, integrante del Comité Revolucionario creado por el Pacto de San Sebastián, del que saldría el Gobierno Provisional de la República.

En vísperas del 14 de abril Jiménez de Asúa era una personalidad académica de primera línea, en España y en el ámbito internacional Su consagración definitiva se produjo al inaugurar el curso académico republicano en octubre de 1931. Al llegar la transición, se integró en Alianza Republicana, el partido de Azaña, pero su inquietud social, junto a los buenos oficios de Fernando de los Ríos le llevaron al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), al tiempo que lograba un escaño por Granada. El Gobierno derogó el Código Penal de 1928, y le encargó la adecuación del Código de 1870 al orden republicano. Como diputado obtuvo la presidencia de la comisión redactora de la Constitución. Suprimida la Comisión General de Codificación se creó la Comisión Jurídica Asesora, que presidió, dando lugar al Código de 1932. Junto a Mariano Ruiz Funes corrigió, en 1933, el proyecto de la Ley de Vagos y Maleantes. El Código de 1932 suprimía la pena de muerte y de las penas perpetuas, la responsabilidad objetiva, la ampliación de las eximentes de enfermedad mental y estado de necesidad, la inclusión en el mismo de la condena y la libertad condicional, el delito de adulterio y de duelo, y la creación del delito de usura, el daño en cosa propia de utilidad social y las estafas más graves.



En las elecciones de 1933 y 1936, repitió como diputado por Madrid, obteniendo votos sólo detrás del más votado: Julián Besteiro. En el proceso que tuvo lugar por los hechos de octubre de 1934, actuó como abogado defensor de Largo Caballero. Tras las elecciones de 1936, fue elegido vicepresidente primero de las Cortes. En marzo de ese año, fue víctima de un atentado falangista en el que murió su escolta. Al estallar la Guerra Civil, fue embajador de la República en Praga y delegado ante la Sociedad de Naciones. En 1937, participó en la primera Convención Internacional de prevención y lucha contra el terrorismo.

Al ser derrotada la República, se le privó de su cátedra y con la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, se le expropiaron todos sus bienes. Invitado por México, decidió exiliarse en Argentina. En 1945, en México, presidió la última reunión de las Cortes de la República y, a la muerte de Diego Martínez Barrios, asumió la Presidencia de la República en el exilio. Como director del Instituto de Derecho Penal y Criminología de la Universidad de La Plata, pudo reanudar una vida plenamente dedicada a la tarea universitaria. Tras ser derrocado Perón en 1955 se incorporó a la Universidad del Litoral en Santa Fe como director del Instituto de Ciencias Penales y Criminología. En 1958 el nuevo rector de la Universidad de Buenos Aires, le encomendó la dirección del Instituto de Derecho Penal y Criminología.

Tras el golpe de Estado de Onganía en 1966, ante la tentativa de un sector conservador de la Facultad de Derecho de suprimir su plaza, se refugió, junto a sus discípulos, en su propia casa y en el Instituto de Estudios Jurídicos y Sociales de la Asociación de Abogados de Buenos Aires.

Los últimos años, los dedicó a la obra científica y discipular, recibiendo un gran homenaje científico internacional en 1964. Apuró el sentido del deber y de la dignidad, con solo sus medios, a la tarea de representar a la democracia española encarnada por la República, tarea en la que le acompañó, como presidente del Gobierno, don Claudio Sánchez Albornoz. Mientras tanto, las autoridades políticas que regían la Universidad española mantuvieron hasta 1977 en la Complutense su Tratado en el escabel de la Argentina.

Ya con la nueva situación en España, en 1986, se le ofrecieron diversos homenajes por parte de la Universidad Complutense, organizados por Marino Barbero Santos, y por el ministro de Justicia, Enrique Múgica. En 1989, se le concedió, por Su Majestad el Rey de España, la Orden del Mérito Constitucional.

Falleció en la Ciudad de Buenos Aires el 17 de noviembre de 1970.

Ramón Martín

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