Hugo Capeto, rey de Francia desde el 987 al 996
DINASTÍA DE LOS CAPETOS
Nacimiento:
Hacia el año 940.
Fallecimiento: El
24 de octubre de 946 en Les Juifs en Chartres (Francia)
Padres: Hugo el Grande
y su esposa Hadwige de Sajonia.
Reinado: Desde el 1 de junio de 987 al 24 de octubre de
996.
Fue hijo de Hugo el Grande y
de su esposa Hedwige de Sajonia, heredero de la Casa Robertina,
que era un linaje que competía con el resto de grandes familias de Francia, en
los siglos IX y X, por conseguir el poder, y primer soberano de la Dinastía
Capeta. Nació en el año 946 en lugar desconocido.
En el año 960 Hugo Capeto, heredó el
título de duque de los francos, que había obtenido su padre a cambio de
su apoyo a Luis IV de Ultramar,
para obtener la corona. En el 987, a la muerte de Luis
V el Perezoso, el último representante de la Dinastía Carolingia,
el trono de Francia quedó vacante. Pero antes de poder lograr el poder —en dura
competencia con Carlos, duque de la baja Lorena y sobrino del rey
difunto—, debió eliminar la tutela de los otonianos, así como la
competencia de los último carolingios. Apoyado por el obispo Adalberón de
Reims y por Gerberto de Aurillac —ambos muy próximos a la corte otoniana—
fue, por fin, elegido y consagrado rey de los francos en la asamblea celebrada
en Noyon en el 987.
Su relativa debilidad, puede considerarse
una ventaja, para su elección por parte de las otras familias, apoyadas por los
otonianos, debido a que suponía una mínima amenaza para la gran nobleza.
Con su reinado cambió la concepción del reino y del rey. Se reconcilió con la
Iglesia, rodeándose de los principales obispos, y se acercó a la aristocracia,
aliándose con los grandes príncipes territoriales, lo que supuso reforzar su
trono. Puso toda su energía en crear una dinastía, asociando el trono a su hijo
Roberto II el Piadoso, en el día de Navidad de 987. La dinastía así
fundada, será el origen de las dinastías de España, Portugal, Brasil, Italia,
Hungría y Polonia.
Su reino ocupaba toda la Francia
Occidental, sus fronteras habían sido definidas en el Tratado de Verdún,
el año 843; con Hugo Capeto pasaría a ser el Reino de Francia. Los rios
Escalda, Mosa, Saona y Ródano constituían sus limites al norte y al este,
separándolo del imperio otoniano. Con lo que respecta al sur, los territorios
hispanos que anteriormente habían estado bajo el poder de los Carolingios —la Marca
Hispánica—, lograron una casi total independencia, de lo cual se benefició el
conde Borrell
II.
En 956, al
morir su padre, Hugo Capeto, el hijo mayor, solo tenía unos quince años y dos
hermanos. Otón I, rey de Germania, quería tener bajo su tutela Francia
Occidental, algo posible puesto que era tío materno de Hugo y de Lotario,
nuevo rey de los francos quien había sucedido a Luis
IV en 954. En 960, el rey de los francos dio a Hugo la herencia de
su padre, pero, en contrapartida, debía aceptar la independencia adquirida por
los condes de Neustria durante la ausencia de poder. Al recibir su cargo ducal
(dux francorum) el año 960, Hugo era menos poderoso que su padre. Era
joven e inexperto y estaba bajo la tutela de su tío Bruno de Colonia,
muy cercano al poder otoniano.
Las grandes
familias aristocráticas ya no eran únicamente fieles al duque de los francos,
como eran en tiempos de Hugo el Grande, sino también lo eran al rey Lotario.
Parecía que Hugo tendía a perder su lugar de número dos del reino.
Hasta finales
del siglo x, Reims era
la sede arzobispal más importante de Francia. Estaba dirigida por Adalberón de
Reims, asistido por una de las mentes más avanzadas de su tiempo, el écolâtre
y futuro papa Gerberto de Aurillac. Ambos trabajaron por el
restablecimiento de un imperio único que dominase toda Europa. El rey Lotario,
con 13 años, estaba bajo la tutela de su tío Otón I. Pero, al madurar, se independizó,
lo que perjudicaba a los proyectos imperiales de reunir toda Europa bajo una
única corona. Desde entonces, el obispo abandonó a Lotario y apoyó a Hugo
Capeto. Para que los Otonianos pudiesen hacer de Francia un Estado vasallo del
imperio, era necesario que el rey de los Francos no fuese de linaje carolingio
y lo suficientemente poco poderoso para aceptar esta tutela. Hugo Capeto se
convirtió en el candidato ideal. Además, apoyaba la reforma monástica de sus
abadías mientras que, los otros, pretendían seguir distribuyendo los cargos
eclesiásticos y abaciales entre sus amistades. Tal conducta solo podía seducir
a los de Reims, muy cercanos al movimiento cluniacense.
Apoyado por el
obispo de Reims, Hugo fue, a partir de entonces, el nuevo hombre fuerte del
reino. En el 979 reunió a los grandes del reino, en una ceremonia que tuvo
lugar en Compiège en presencia del rey, en ella se eligió a Luis
V (hijo de Lotario),
según el rito carolingio, y el arzobispo de Reims lo consagró rey de los
Francos. El año siguiente, Lotario,
viendo crecer a Hugo, decidió reconciliarse con Otón II, renunciando, definitivamente
a la Lorena. La tensión aumentó entre Lotario
y Hugo. Tras la muerte en 983 de Otón II, Lotario
renunció al acercamiento a los Otonianos. Luis
V, como ya lo habían hecho Luis
IV y Lotario,
declaró que seguiría los consejos del duque de los Francos. No se sabe cuál fue
el papel de Hugo en ese momento. Luis,
convocó al arzobispo de Reims en su palacio de Compiègne para que respondiese
de sus acciones, pero durante una partida de caza, el rey falleció al caerse de
su caballo el 21 o 22 de mayo de 987 en el bosque de Senlis. Adalberón de
Reims convocó a los grandes señores de Francia en Senlis, para abogar una
última vez en favor de Hugo, el cual le hizo recompensar, y este pudo convocar
una nueva asamblea en Senlis (feudo de Hugo) y volver a Reims para excluir
cualquier propuesta a favor de Carlos de Lorena. Así, Hugo se convirtió
en el nuevo soberano.
Las fuentes
hacen referencia a una ceremonia en Reims, de ahí que se admitan dos
ceremonias: una en Noyon (laica) y otra en Reims (religiosa). Finalmente, Hugo
Capeto fue aclamado por la asamblea, coronado y consagrado, entre mediados de
junio y mediados de julio del año 987. No se sabe nada del desarrollo de la
consagración y de la coronación de Hugo.
Una de las
primeras preocupaciones del nuevo rey fue asegurar que la dinastía se
perpetuase. Trató de convencer a Adalberón de consagrar a su hijo Roberto, pero
el arzobispo, en principio, no acepta, aunque acabó por ceder y Roberto el
Piadoso fue consagrado, a la edad de quince años, el día de Navidad de 987.
Asociado a la corona, asistió a su padre en los asuntos militares, por otra
parte, la sólida instrucción adquirida de la mano de Gerberto de Aurillac,
le permitió tratar cuestiones religiosas. Es casi seguro que, al contrario que
su hijo, Hugo era iletrado y no hablaba el latín sino el romano.
Durante su
reinado, Hugo tuvo que hacer frente a numerosos oponentes. En primer lugar, Carlos
de Lorena, que reapareció en 988 apoderándose de la ciudad de Laon, uno
de los últimos bastiones carolingios. El rey asedió dos veces la ciudad sin
resultado. Preocupado, contactó con varios soberanos para obtener ayuda.
Tras la muerte,
en 989, de Adalberón de Reims, elige como nuevo arzobispo al carolingio
Arnoul (hijo ilegítimo del rey Lotario)
en vez de Gerberto. Pero Arnoul entregó Reims a Carlos. La guerra está abierta:
Carlos se alió con el arzobispo de Reims y con Heriberto de
Vermandois, mientras Hugo recibió el apoyo de Eudes de Blois a
cambio de Dreux. Mientras, al papa, ambos solicitan su apoyo, y la corte de
Otón III se mantiene neutral, a pesar de las peticiones de Hugo. La situación
se desbloqueó porque el obispo Adalberón de Laon, se apoderó, el año
991, de Carlos y de Arnoul mientras dormían y los entregó al rey. Esta
traición, que se produjo en pleno movimiento de la Paz de Dios, causó
fuerte impresión en la mitad sur del reino. Hugo debió hacer frente, durante
todo su reinado, a la oposición de Eudes de Blois, cuyas posesiones
cercaban el dominio real. Eudes murió en marzo de 996, dejó una viuda de la que
estaba prendado Roberto II el Piadoso. Hugo Capeto rechazó esta unión.
Durante el
verano de 996, ya enfermo, Hugo habría acudido al monasterio de Souvigny. Puede
que ya estuviese enfermo de viruela, fallece en su castillo de los Judíos,
cerca de Chartres, el 24 de octubre de 996, desapareció «sin hacer ruido» tras
haber superado sin gloria las dificultades que le crearon sus enemigos. Fue
inmediatamente transportado a la abadía de Saint-Denis, donde fue
inhumado ante el altar de la Santa Trinidad junto a Eudes, un ilustre ancestro
de la familia.
Ramón Martín
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