Carlos III el Gordo, rey de Francia desde el 885 al 888


 

DINASTÍA CAROLÍNGIA

Nacimiento: 13 de junio de 829 en Neudingen.

Fallecimiento: 13 de enero de 888 en Neudingen.  

Padres: Luis el Germánico y Emma de Altdorf


Reinado: Desde el 12 de febrero de 881 a 11 de noviembre de 887

 

 

Fue rey de los francos y emperador de Alemania. Conocido como Carlos el Gordo, reunió bajo su corona, todos los territorios que habían constituido el imperio de Carlomagno, aunque, el nuevo Imperio, que estaba constituido por una amalgama de territorios y nobles que no compartían intereses, demostró ser un espejismo. Tampoco Carlos supo hacer frente a sus principales enemigos, los normandos. Era el tercer hijo de Luis el Germánico y de Emma.

El año 862 contrajo matrimonio con Ricarda, que era hija del conde de Ercharger, formando parte de la política matrimonial de su padre, destinada a establecer vínculos con las familias más importantes de Sajonia y Turingia, que eran las zonas menos sujetas al poder real. En 875 al morir el emperador Luis II, Carlos el Calvo se apresuró a conseguir la influencia papal para heredar la corona, pero Luis el Germánico envió a sus hijos a combatirle; Carlos el Gordo tuvo que batirse en retirada, mientras que Carlomán entabló negociaciones con su tío.

Muerto su padre en 876 heredó Suabia, Alsacia y Raetia, mientras que su hermano Carlomán recibía Baviera, Bohemia y la región fronteriza con Moravia, y Luis el Joven, Franconia, Turingia y Sajonia. Desde 879 gobernó Italia y en 880 se unió a sus primos Luis III y Carlomán y a su hermano, Luis el Joven, para, juntos, luchar contra Bosón, que se había proclamado rey de Provenza, sitiándole en Vienne. Carlos, más interesado en negociar su propia coronación, abandonó la coalición y ocupó las tierras italianas de Engelberga, suegra de Bosón, manteniéndola cautiva, ocupando también Laussane, así como los bienes temporales del arzobispo de Besançon.

El año 881 Carlos ya había arrebatado a Bosón toda la región del Jura, lo cual, unido a las derrotas del rey de Provenza, contribuyó a su debilitamiento y a su desaparición de la política. Mientras que sus primos sitiaban a Bosón en Vienne, a principios de 880, Carlos el Gordo mantuvo una entrevista en Rávena con el papa Juan VIII; en la que se trataron los privilegios de Roma, reconocimiento por parte de Carlos que sentó un precedente para las posteriores coronaciones imperiales. En febrero de 881 Carlos fue jurado emperador en Roma y a finales de ese mismo año, el papa le recordó su deber como emperador de defender a la Iglesia de sus enemigos. Carlos no luchó contra los duques de Spoleto, ya que los asuntos de Alemania reclamaron su atención.

Las sucesivas muertes de su hermanos Carlomán, en el 880 y Luis el Joven, dos años más tarde, le convirtieron en el único rey de la Francia oriental. Ese mismo año (882) murió su primo Luis III y dos años después el hermano de éste, Carlomán, ambos hijos de Luis II el Tartamudo, de quien sólo quedaba un hijo vivo, Carlos el Simple, incapacitado para gobernar por su extrema juventud. Entonces los magnates de la Francia occidental ofrecieron le ofrecieron la corona a Carlos el Gordo, que en 885 la aceptó. El juramento tuvo lugar en Gondreville, cerca de Ponthion. De esta forma se concentraron en sus manos todos los territorios que habían integrado el imperio de Carlomagno. Pero él no tenía la energía de su antepasado, siendo la situación mucho más crítica, ya que, durante años, los normandos habían redoblado sus ataques sobre Francia, tanto la oriental como la occidental. En la asamblea de Worms, en mayo de 882, Carlos determinó que actuaría con rigor, por lo que reunió un potente ejército, al mando del cual puso a dos experimentados guerreros: Arnulfo de Carintia y el conde Enrique de Turingia. Antes de entablar batalla en Elsloo, le falló el valor y se avino a negociar con los invasores. Por estas negociaciones, al jefe normados, Godefrid, le entregó Frisia a condición de bautizarse; y a otro de los caudillos, Sigefrid, le dio dinero para que se retirara.

No obstante, al comienzo de su reinado en solitario, obtuvo sucesivas victorias sobre los normandos que habían invadido Sajonia, así como los éxitos protagonizados por el arzobispo Liutberto de Maguncia y por el conde Enrique de Alemania. Sin embargo, Hugo de Lorena, haciendo usó de que su hermana, Gisela, había casado con el normando Godefrid, reclamó el reino de Lotario II, de quien era hijo ilegítimo y protagonizó una rebelión que fue aplastada con facilidad. Este éxito contrastó con la derrota frente a los normandos sufrida en Louvain.

El emperador pareció haber perdido todo interés por la guerra y en la asamblea reunida en Frankfurt en 885, sus esfuerzos se dirigieron a conseguir que reconocieran a su hijo ilegítimo, Bernardo, como sucesor. En esta asamblea, Carlos contó con el apoyo del papa Adriano III, que había sucedido a Juan VIII en 884, pero su muerte, en julio de 885, privó al emperador de su principal aliado y la oposición a reconocer los derechos de Bernardo creció, por lo que se vio obligado a abandonar el proyecto.

Mientras tanto los normandos intensificaron sus ataques, poniendo sitio a París. Allí acudió, en octubre de 886 el emperador, al frente de un ejército, pero en lugar de lanzarse al ataque prefirió, una vez más, pactar. Sigefrid aceptó levantar el asedio a cambio de dinero, permiso para que sus seguidores pudieran pasar el invierno en Borgoña y libertad de navegar por el Sena. Los habitantes de París no aceptaron y los daneses levantaron el sitio de París, pero para continuar atacando Sens, entre otras ciudades.

El emperador se sintió enfermo y regresó a Alsacia. A la muerte de Bosón de Provenza en 887, Carlos recibió a su viuda, Ermengarda, que buscaba la protección del emperador para su hijo, Luis, a quien adoptó en junio, por ser el nieto del emperador Luis II. La protección sobre Luis no se prolongó mucho, ya que surgió un movimiento de los nobles que terminó por destronarlo. Los magnates acusaban al emperador de debilidad e incapacidad y los desatinos del canciller, Litward, obispo de Vercelli, aumentaron el descontento. Carlos depuso al canciller, pero esto no sirvió para apaciguar los ánimos. La enfermedad de Carlos facilitó que surgiera una revuelta. Los rebeldes, se reunieron en Tribur, y depusieron a Carlos III, que se retiró a la abadía de Reichenau de Neudingen, donde murió el 13 de enero de 888.

Al no tener hijos de su matrimonio con Ricarda, los anteriores vasallos de Carlos, eligieron como sucesor a Arnulfo de Carintia, hijo ilegítimo de Carlomán de Baviera, a quien suponían capaz de hacer frente al peligro que amenazaba el Imperio.

Ramón Martín

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