Sisebuto, rey Visigodo desde el 612 al 621
REINO DE TOLEDO
Nacimiento: Se
desconoce la fecha.
Fallecimiento: En
febrero del año 621.
Padres: Se desconocen.
Reinado:
Desde el 612 al 621.
La
facilidad con que Sisebuto alcanzó el trono, al morir Gundemaro,
es indicio de que formaba parte de la potente coalición nobiliaria de su
antecesor, que era el grupo de nobles que, venía dominando los destinos del
reino godo hispano desde los tiempos de Recaredo
I. Sisebuto puso el nombre de Recaredo a uno de sus hijos, designándole
sucesor al trono, aunque no era el primogénito; lo cual pudo ser indicativo de
una posible relación de parentesco entre Sisebuto y Recaredo
I. Aunque también es probable que esa conexión familiar lo fuera por
vía cognaticia, a través de la familia del joven príncipe Recaredo, a cuyo
linaje también habría podido pertenecer el duque Riquila, que fue colaborador
principal de Sisebuto, aunque no de su rey Suintila.
El nombre
de Sisebuto y el de su otro hijo, Teudila, son ajenos a la tradición
onomástica del linaje de Leovigildo
y su hijo Recaredo,
aunque cabe la posibilidad de que Teudila suponga una relación con los linajes
de los Teudis y Teudiselo, ambos de origen ostrogodo y,
posiblemente, relacionados con el linaje de los Amalos. Es tentador relacionar
a Sisebuto con el linaje narbonense del posterior rey Sisenando, en base
al común elemento onomástico Sise. Un origen septimano para la
estirpe de Sisebuto que se corresponde con el posible origen ostrogodo antes apuntado.
La
personalidad de nuestro personaje es una de las más interesantes, y mejor
conocida, en la serie de reyes godos de España. Fue quizás el más culto,
piadoso y sensible de todos los monarcas visigodos. Su formación literaria, con
conocimiento de las letras sagradas y las profanas, es impropia de un
gobernante occidental del siglo VII. Sisebuto mantuvo una estrecha relación de
amistad y colaboración San Isidoro. Esta formación literaria le permitió
adoptar concepciones monárquicas más propias de la tradición tardorromana e
imperial, con una tendencia centralizadora y cesaropapista. Esta concepción de
la monarquía le llevó a avanzar en la senda marcada por sus antecesores: Leovigildo
y Recaredo
de imitación bizantina. La inauguración el 26 de octubre del 618 de la basílica
real de Santa Leocadia convertía a la Urbis regia toledana
en un remedo de Constantinopla.
La
gravísima crisis bizantina permitió a Sisebuto iniciar, al comienzo de su
reinado una gran ofensiva contra la provincia bizantina de España. En el año
615 ocupó las importantes plazas de Medina Sidonia y Málaga, dejando reducidas
las posesiones imperiales en la Península a las tierras en torno a la capital
Cartagena. Aunque se desconoce el porqué, Sisebuto no prosiguió su victoriosa
marcha. Cabe sospechar que todos los cristianos debían detener sus querellas
para hacer frente al Anticristo, el Sasánida Cosroes, En todo caso el
inicio y el final de sus campañas contra la España bizantina están marcadas por
una acción legislativa de enorme trascendencia. En julio de 612 sendas leyes:
una particular para Córdoba y la alta Andalucía y otra general para todo el
Reino, reforzaban la anterior legislación romana y visigoda contra los judíos.
Y en 616, decretaba la conversión forzosa al cristianismo de todos los judíos
del Reino, so pena de expulsión. Una medida que creó el problema del criptojudaismo,
que contó con la oposición de algunos nobles laicos y de ciertos sectores del
clero, entre los que se podría encontrar el propio Isidoro de Sevilla.
La
legislación antijudía de Sisebuto revela un enfrentamiento con algunos obispos
y un sector de la nobleza, cada vez más molestos con el centralismo y
cesaropapismo regio. La culminación de esa política imperializante habría sido
la probable asociación al Trono de su hijo Recaredo (muerto en 621). Por eso se
comprende mejor la noticia dada por Isidoro, del posible envenenamiento de
Sisebuto, que le produjo la muerte en febrero del 621. Al mes siguiente
fallecía también su hijo y sucesor Recaredo II, aunque, es posible que
fuera de muerte natural.
Ramón Martín
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