Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, esposa de rey de Inglaterra Jorge III

 




Sofía Carlota nació el 19 de mayo 1744 en el Castillo de Mirow, siendo la hija menor de Carlos Luis Federico de Mecklemburgo-Strelitz y de Isabel Albertina de Sajonia-Hildburghausen. Mecklemburgo-Strelitz era un pequeño ducado del norte de Alemania, perteneciente al Sacro Imperio Romano. Carlota recibió una educación mediocre, centrándose, sobre todo, en el protocolo y en aspectos religiosos. Siempre se le reconocería su simpatía y su don de gentes, aunque no especialmente agraciada. Tenía por lo demás una tez muy oscura, lo que apunta la posibilidad de que tuviera ascendentes portugueses mulatos. Su adolescencia discurrió en un entorno rural, con una vida social limitada.

Cuando el rey Jorge III hereda el trono inglés, su nombre comenzó a sonar como posible candidata a casarse con él, a quien, hasta aquel entonces, solo se le conocía un romance, con lady Sarah Lennox, que, por cierto, no había recibido el visto bueno de sus progenitores. La joven Carlota tenía dos aspectos a su favor, para convertirse en una posible consorte. Por un lado, era una mujer de indudable posición, pero suficientemente alejada de las intrigas palaciegas de Londres. Por otro, el patrimonio familiar de la joven aumentaba sus posibilidades. Las negociaciones matrimoniales fructificaron y el matrimonio se celebró el 8 de septiembre de 1761 en la Capilla Real del Palacio de St. James en Westminster. La joven alemana, que no hablaba inglés y nunca había salido de las posesiones familiares, se convertía en soberana del Reino Unido y de Irlanda.

Un año después de contraer matrimonio, la reina daba a luz a su primer hijo, el Príncipe de Galés y futuro rey Jorge IV. Tras el cual llegarían catorce retoños más, de los que solo dos morirían antes de alcanzar la edad adulta. La reina, en pocos meses, ya dominaba la lengua inglesa, y comenzaba a mostrarse como una mujer enérgica y en absoluto sumisa. Su carácter le traería problemas, sobre todo con su suegra, mujer de fuerte carácter que la consideraba una mala influencia para su hijo. Hoy en día, se da por sentado que la reina Carlota influenció a su marido en su labor de gobierno, aunque de manera discreta, y con el único propósito de apoyarlo. Es sabido que siempre intentó que su marido apoyara a los estados alemanes en la Guerra de Sucesión de Baviera en 1778. Aunque, ya en 1765 el rey había sufrido alguna crisis mental, no sería hasta veinte años después cuando su salud comenzaría a deteriorarse gravemente, sufriendo, frecuentemente, desmayos en público; con lo que la reina sufriría enormemente, comenzando a preocuparse por su futuro en la Corte. Llegando a la conclusión de que, el Príncipe de Galés, pretendía apartar a su padre del trono y enviarla de regreso a Alemania.

En 1789, la salud del monarca pareció mejorar, pero pronto volvería la crisis de ansiedad, con una virulencia extrema que le obligaban a guardar cama. La reina, muy afectada, caería en una grave depresión, recluyéndose en sus aposentos, sin apenas aparecer en público. En 1804, cuando la salud de su marido empeoró, la soberana pasaría los días sola, rota de dolor, engordando notablemente, puesto que se entregó a la comida como única salida a su angustia. Para entonces, el Príncipe de Gales fue nombrado regente. Los últimos años de la reina transcurren en soledad, solo interrumpida por sus escasas visitas a su marido, que apenas logra reconocerla. En 1814, Carlota, se convertiría en Reina de Hannover, al ser nombrado su marido, Monarca del estado alemán en el Congreso de Viena, aunque nunca visitarían sus nuevos dominios.

En 1818, la reina caería enferma, decidiéndose retirarse unos días al Palacio de Kew, una de las casas de campo de la Familia Real inglesa. La humedad del lugar, lejos de beneficiarla, la provocaría una neumonía de la que no se recuperaría. Moriría con 74 años en Kew, el 17 de noviembre de 1818, acompañada por sus dos hijos mayores, Jorge, el Príncipe Regente, y Federico, duque de York, así como dos de sus hijas. Fue enterrada en la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor. Su marido, completamente ciego y con una demencia terminal, no fue informado de su muerte.

Ramón Martín


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