Isaac Albéniz y Pascual

 


Nacido en Camprodón (Gerona) el 29 de mayo de 1860, es considerado como una de las máximas figuras de la música española, además de ser el iniciador de la escuela pianística española. Fue el último de cuatro hermanos tenidos por el matrimonio compuesto por Ángel Lucio Albéniz y Gauna y María de los Dolores Pascual.

En 1861 la familia se trasladó a Barcelona, donde comenzó sus estudios con Narciso Oliveras. Con cuatro años debutó en el Teatro Romea y en 1867 viajó a París, para ingresar en el conservatorio parisino, cosa que no fue posible por su corta edad, aunque impresionó a Marmontel, que había sido profesor de Debussy. Un año después, en 1868 publicó su primera obra, que era una marcha militar dedicada al general PRIM, y al año siguiente se trasladó a Madrid donde estudió con los profesores Mendizábal y Ajero.

A partir de 1870 abandona la casa familiar, iniciando su carrera como concertista por España y, a continuación, por Suramérica. En 1875 viaja a Nueva York y San Francisco para, a continuación, regresar a Europa, instalándose en la ciudad alemana de Leipzig donde recibirá clases de Jadasshon y Reinecke, trasladándose después a Bruselas para estudiar con Gevaert y Brassin. En Bruselas consigue el primer premio del conservatorio belga, presidido, entre otros por Antón Rubinstein. En 1881 conoce al guitarrista “El Lucena”, que será decisivo en su obra posterior. Un año después se traslada a Granada, ciudad que le inspiró en diversas composiciones. Entonces entró en contacto con Felipe Pedrell, que no le admitirá como alumno, alegando que,  estaba excesivamente dotado.



En 1884 contrae matrimonio con Rosina Jordana, que era alumna suya. El matrimonio se instala en Barcelona, sin abandonar sus giras como pianista. En una de estas ocasiones, Albéniz, tocó en París en 1889, en la Exposición Universal que se celebró en la capital francesa y más tarde en diversos auditorios londinenses. Junto al violinista Fernández Arbós y el chelo Rubio, fundarán el trío Iberia. En Londres entró en contacto con el banquero Francis Money-Coutts, poniendo música a sus textos dramáticos. Entre 1890 y 1893, mientras reside en Londres, estrena The Magic Opal (La sortija), con libreto de Arthur Law. En 1893 se instala en Paris, donde hace amistad con Fauré y Paul Dukas. Gracias a este último consigue un puesto como profesor de orquestación en el conservatorio de París. En 1896 estrena en el Teatro del Liceo de Barcelona su comedia lírica Pepita Jiménez, según una adaptación de Money-Coutts de la novela del mismo título de Juan Valera, que se representará al año siguiente en Praga con gran éxito.

Llegamos a la última década del siglo XIX, en que Albéniz continua realizando viajes a Barcelona, reuniéndose en la taberna Els Quatre Gats, con Pau Casals y Santiago Rusiñol entre otros. Con la entrada del siglo XX, en 1903, se instala cerca de Niza, allí trabaja en su obra más importante, la suite Iberia. Dividida en cuatro libros, es una colección de piezas, con una extraordinaria complejidad pianística. En 1906 estrenó en la sala Pleyel de París el primer cuaderno de dicha suite, recibiendo grandes elogios por parte de la crítica francesa. Posteriormente la pianista Blanche Selva estrenó los otros tres. En marzo de 1909 viaja a Cambo-les Bains, en los Pirineos franceses, donde permanecerá hasta su muerte, ocurrida el 18 de mayo de ese mismo año. En el momento de su muerte, se encontraba trabajando en Navarra y Azulejos, que quedaron incompletas. La primera fue acabada por Dédat de Sévérac y la segunda por Enrique Granados. Antes de morir, el gobierno francés le concedió la Gran Cruz de la Legión de Honor gracias a la intervención de los compositores Debussy, D’Indy, Dukas y Lalo.



Su obra abarca diversos géneros, desde la música escénica hasta la música para voz y piano, aunque fue al piano al que dedicó la mayor parte de su creación. En su música para piano, podemos distinguir tres épocas: la primera desde sus primeras composiciones de juventud hasta 1880; en ese período sus obras tienen un carácter romántico e intimista. De esta época son sus siete sonatas para piano y sus tres Suites anciennes, además de seis pequeños valses. Su etapa nacionalista española comienza con las cinco piezas de los Cantos de España: Preludio, Oriental, Bajo la palmera, Córdoba y Seguidillas. La mayor parte de las obras de esta etapa son de tintes andaluces (alhambrismo). Otras obras de este apartado son las Doce piezas características, la Suite Española y el Concierto fantástico en La menor. La tercera posee resonancias impresionistas, fruto de sus viajes a París y de su amistad con Debussy, máximo representante del impresionismo musical francés. La obra principal de esta etapa es Iberia, las doce piezas que componen los cuatro cuadernos de Iberia, emplean mayoritariamente ritmos de danza, que alternan con copla. El primer cuaderno incluye: Evocación, El Puerto y Corpus Christi en Sevilla. En el segundo cuaderno encontramos: Rondeña, Almería y Triana. El tercer cuaderno lo inicia con El Albaicín, seguida de El Polo y de Lavapiés, única pieza de Iberia inspirada en un lugar no andaluz. Y por último Málaga, Jerez y Eritaña. Estas tres en el cuarto cuaderno.

A pesar de que Albéniz no posee una producción orquestal amplia, todas sus obras sinfónicas están dotadas de un colorido y unas armonías de gran riqueza, junto a destacadas innovaciones instrumentales. Respecto a su música escénica, citaremos Pepita Jiménez, representada en toda Europa y que siempre fue la obra favorita del compositor. En esta ópera se aleja de la tradición wagneriana, mientras que en sus óperas Henry Clifford y Merlín, hace patente su admiración por WAGNER.

Suite Española O.P. 47

Granada

Y no podía faltar un enlace al Blog amigo EL ARTE DE LAS MUSAS, dedicado esta vez a Asturias


Comentarios

Entradas populares