Los amigos de Jesús de Antonio Fillol Granell


Realizado en 1900, es un óleo sobre lienzo de 200 X 280 cm. No expuesto 

    Con esta obra el naturalismo integra contenidos más espiritualistas y emotivos que potencia el modernismo, sin que ello suponga la ruptura con el sentido crítico y de denuncia que el artista había ido desarrollando a lo largo de la última década. Las inquietudes sociológicas no desaparecen, pero tienden a dirigirse hacia un campo más íntimo y psicológico, a suavizarse a través de una mirada más poética y sosegada. Los amigos de Jesús es el mejor documento al respecto. Con este cuadro consiguió una consideración de primera medalla en la Exposición Nacional de 1901. Una exposición muy reñida, donde se presentaron obras de primera magnitud y en la cual se otorgaba a Sorolla la Medalla de Honor con su emblemático Triste herencia, culminación del naturalismo sorollesco que aunaba en esa pieza la mirada determinista y la sentimental. Fillol en su lienzo establecía un diálogo entre naturalismo y espiritualismo, o lo que es lo mismo, entre naturalismo y simbolismo, ya que todo ello estaba implícito o formaba parte de la masa del fin de siglo español. 

    La escena del lienzo se desarrolla en el interior de una barraca de pescadores de El Palmar. El punto de enfoque se sitúa al fondo de la vivienda para que la escena sea contemplada en perspectiva por el espectador, como un componente más del grupo y partícipe de la vivencia cotidiana de una humilde familia de pescadores. El primer hombre de la izquierda tiene los útiles de la pesca en sus manos; un anciano abrigado, quizás enfermo, descansa en la silla; la mujer arregla las redes observada por un niño desnudo; otro infante desnudo juega o trata de coger una anguila que se ha escapado de la cesta donde uno de los hombres está vaciando un mornell. De todos los interiores de alquerías y barracas que conocemos de la pintura valenciana del cambio de siglo, pocos están plasmados con tal exactitud y fidelidad. La vivienda deja apreciar en sus escasos enseres la sobriedad y precariedad de sus moradores, pescadores de la Albufera, gente primitiva y pura atada al trabajo. El interior es un documento que registra, con la objetividad de una cámara fotográfica, el tipo de vida y enseres de una vivienda popular valenciana: minimalismo, desnudez de los muros encalados, una tinaja para el agua a la derecha, una pequeña cocina con pucheros, sillas de enea, suelo de tierra prensada, etc. La luz del día penetra por la puerta iluminando un interior sin ventanas de la barraca. Pero en la puerta tiene lugar un acontecimiento sobrenatural y extraordinario: la visita de Jesús que se dirige hacia el interior con la luz cegadora del día, cual metáfora de la luz divina. Tras la figura a contraluz de Jesús se ve el agua del lago y una de las barracas del entorno. Jesús visita a los humildes, a los limpios de corazón, viene a redimir a los pobres y a compartir sus sufrimientos con gente que vive en paz y en contacto con la naturaleza. 

    El simbolismo religioso asoma con fuerza en este lienzo. Fillol había tratado el tema religioso con anterioridad, pero ahora su sentido es otro y no es un cuadro estrictamente religioso. La obra ya no está exenta de interpretaciones más comprometidas, ya que existía por esos años una lectura social y reivindicativa de la figura de Jesús frente a su apropiación por parte de la iglesia y los poderosos. Blasco Ibáñez practicaba un anticlericalismo radical contagioso, el espectro del blasquismo abarcaba desde el anarquismo hasta el pequeño burgués anticlerical. El literato mantuvo diversas polémicas con religiosos, como sucedió con el jesuita padre Vicent, y en algunas de sus críticas sobre Fillol se constata como el escritor valenciano aprovecha para arremeter contra la hipocresía religiosa. Fillol que era uno de los artistas amigos de Blasco, y ya había pintado obras bastante provocativas, estaría en cierto sentido próximo a este ideario; simpatizaba con un socialismo o anarquismo que había asumido algunos elementos cristianos en lo que éste suponía de amor universal y de identificación con los humildes. La religiosidad popular fue un tema afrontado por diversos pintores valencianos de estas generaciones, pero ninguno lo había concebido en este contexto social. 


Texto: Museo del Prado 
Imagen: Museo del Prado 

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