Biografía de Antonio Fillol Granell y Autorretrato
Acompaña a su biografía un
Autorretrato, realizado en 1915. Es un óleo sobre lienzo de 66 X 51 cms
Nace
Fillol en Valencia en 1870, falleciendo en Castelnovo, Castellón en 1930. Se
formó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, con Ignacio Pinazo. Ferviente admirador
de Joaquín Sorolla, es conocido por su vertiente
costumbrista y regionalista, con una amplia galería de tipos y escenas
folclóricas. Al Prado pertenece La gloria del pueblo, que fue
segunda medalla en la Exposición Nacional de 1895, La defensa de la
choza y La bestia humana, de inclinación naturalista.
Dentro de la pintura religiosa, el Museo posee Los amigos de Jesús,
una composición simbolista de 1901, y un Autorretrato de 1915,
que el propio autor donó al Museo de Arte Moderno el 23 de octubre de 1917,
desde donde pasaría al Prado en 1971.
Descripción del autorretrato
En
la producción de Fillol es sobre todo conocida su vertiente
costumbrista y regionalista, que nos ha legado una amplia y multitudinaria
galería de tipos, costumbres y escenas folklóricas. En estas visiones avanza
desde el naturalismo inicial hasta un arte más decorativo y a veces
caracterizador.
Este
autorretrato debió de ser efectuado hacia 1915, cuando el pintor tenía cuarenta
y cinco años, de hecho la obra fue legada en 1917. Es curioso constatar la
cantidad de autorretratos que fueron legados por sus autores a los museos,
quizás en buena medida movidos por ese anhelo de inmortalizar su imagen: varios
de ellos dan la sensación de haber sido realizados con este motivo,
dignificando unos más que otros su figura, buscando el ángulo más favorecedor,
mostrando una personalidad segura y decidida. Como en otras obras del autor, se
impone en este autorretrato la pincelada suave y diluida.
El
rostro surge de la penumbra, de un fondo oscuro que impide apreciar el pañuelo
y la chaqueta o batín que lleva en ese momento, dejando ambos meramente
insinuados. El recurso a este tipo de fondo -o a otro más claro, pero asimismo
neutro- tiene la finalidad de no dispersar la mirada hacia otros objetos y concentrarla
en el semblante, que termina en la parte inferior sobre el blanco impoluto de
la camisa. Fillol, que entonces contaba 45 años, debió perder pronto una
parte de su cabello, ya que se observa una frente despejada y el típico peinado
de un lado a otro que cubre las zonas ralas. El mostacho de estilo imperial
florece como moda que adoptaron algunos jóvenes modernistas y cesó cuando
llegaron a la madurez. La luz que se proyecta desde el lado izquierdo del
cuadro y brilla en la frente y el pómulo, muestra una fisonomía recia,
vigorosa, un cuello ancho, unos labios carnosos y una nariz poderosa. Solo el
hecho de estar pintando le resta una energía que traslada a su quehacer,
embebido como está en pleno proceso pictórico. Y en este proceso no es solo la
pincelada suave y fundida lo que abunda, sino toques más gruesos y autónomos. El
pintor, muy digno cultivador del modernismo impresionista, sabía que el terreno
del retrato y autorretrato no era el más propicio para lucir su pincelada ágil;
así lo venían demostrando otros colegas excepcionalmente dotados con la única
excepción de Ignacio Pinazo.
Texto: Museo del Prado
Imagen: Museo del
Prado
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