El Milagro: la reina María Cristina de Borbón, encomienda a la Virgen del Carmen, la salud de Fernando VII de Vicente López Portaña


Pintado en 1833. Aguada parda, Lápiz negro sobre papel avitelado, ahuesado de 312 x 216 mm. 

    Concluido modellino preparatorio para la litografía de Ramón Amérigo y Morales para conmemorar el restablecimiento del rey Fernando VII tras el grave ataque de gota visceral sufrido en el Palacio Real de la Granja en septiembre de 1832, y que estuvo a punto de acabar con su vida, que se extinguiría finalmente al año siguiente. En él, la reina María Cristina de Borbón, cuarta y última esposa del monarca, aparece vestida con el austero hábito del Carmen, como promesa ofrecida para el restablecimiento de su regio esposo, y con el cabello recogido en un moño alto. Está arrodillada junto a un túmulo con los atributos reales y ante un oratorio existente en Palacio, precisamente pintado por López años antes para la reina Isabel de Braganza, elevando sus oraciones al Cielo, en el que aparece la Virgen María con el Niño entre un rompimiento de nubes, rodeada de angelitos. Uno, mancebo, señala la divina aparición y expulsa con su gesto a la Muerte que, en figura de esqueleto y portando la guadaña, huye de las Reales estancias, alejándose así -aunque por poco tiempo- el peligro que se cernía sobre la Real persona de Fernando VII y sobre el futuro de la Corona de España. 

    La "milagrosa" curación del Rey gracias a los desvelos de su devota esposa fue hábilmente utilizada por María Cristina en una de las más interesantes operaciones políticas de imagen de todo su reinado, atribuyendo el restablecimiento del monarca a la intercesión de la Virgen del Carmen por las plegarias elevadas al cielo por la soberana y sus cuidados al lado del augusto enfermo, ofreciendo llevar en adelante el hábito de esta advocación mariana si su esposo sanaba; indumentaria que efectivamente transformó a partir de entonces la iconografía oficial de la Reina Gobernadora. Así, el papel decisivo de María Cristina como enfermera de su regio esposo y, por ende, como garante de la Corona, que sería fundamental para el destino que le tenía reservada la historia muy pocos meses después, al morir finalmente Fernando VII, se difundiría a través de todo el reino gracias a la litografía realizada por Amérigo sobre esta elaborada alegoría concebida por el primer pintor de cámara de los monarcas. 



Fuente: Museo del Prado 
Imagen: Museo del Prado

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