Sancha de Castilla, esposa de Alfonso II el Casto


    Nacida en Toledo el 21 de septiembre de 1154 o 1155, era hija de Alfonso VII de León y de su segunda esposa, Riquilda de Polonia. Fue la primera reina de Aragón en utilizar un sello regio, lo que demuestra la relación de la reina con la autoridad real de su esposo. 

    Es de destacar su labor como mecenas de las artes, siendo importante la fundación del Monasterio de Sigena, que en un principio fue panteón de los reyes de Aragón. En 1208 hizo testamento, ordenando ser enterrada en la capilla de San Pedro de dicho monasterio. Falleció en Villanueva de Sigena, el 9 de noviembre de 1208. 

    En Lérida, Alfonso VII entregaba Sancha a su sobrino Alfonso II de Aragón, cumpliéndose el mismo pacto que el Emperador selló cuando casó con la hija de Ramón Berenguer III. La confirmación del compromiso se produjo en septiembre de 1162, celebrándose la ceremonia, doce años más tarde, el 18 de enero de 1174, en la catedral de Zaragoza. 

    Ese mismo 18 de enero de 1174, Alfonso hacía donación propter nuncias a su esposa, otorgándole el esponsalicio sobre las rentas de Daroca, Épila, Uncastillo, Pina, Barbastro, el castillo de San Esteban, Tamarite, Cervera, Montblanc y Ciurana. El rey nunca desaprovechaba ocasión para demostrarle sus conmovedores sentimientos. Un esposo cuyo reinado, de treinta y cuatro años, fue extraordinariamente fértil. 

    La reina desempeñó un importante papel en el matrimonio de su primogénito Pedro, futuro Pedro II el Católico, influyó para que se casara con la heredera de Montpellier. El rey Alfonso II, para entonces, ya había fallecido, ya que murió en 1196. El feliz matrimonio, tuvo cinco hijos varones y cuatro hijas, a las que, dejaba herederas en caso de la muerte de sus hermanos. Estos fueron: Pedro II de Aragón; Constanza, casada con Emerico I de Hungría y posteriormente con Federico II Hohenstaufen; Alfonso, conde de Provenza; Leonor, casada con Ramón VI de Tolosa; Sancha, casada con Ramón VII de Tolosa; Sancho, muerto joven; Ramón Berenguer, muerto joven. Fernando, abad en Montearagón y; Dulce, monja en el Monasterio de Sigena. 

    En el Real Monasterio de Sijena se estableció la vida contemplativa femenina de la Orden de Malta, siendo Sancha, reconocida como fundadora de las Madres Comendadoras de San Juan de Jerusalén. De acuerdo con su regla, las Comendadoras Sanjuanistas se consagraron a ser el alma contemplativa de la Orden de Malta. La regla de Sijena pronto sirvió como modelo para fundar nuevas comunidades en todo el mundo. La castellana acabó sus días en el Monasterio Sijena, dejando tras de sí un inmejorable recuerdo de auténtica reina amada por su marido y su pueblo. 

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