Mafalda de Portugal, esposa de Enrique I


    Nacida el 11 de enero de 1197, era hija de Sancho I de Portugal el Poblador y de su mujer, Dulce de Barcelona. En 1215 contrajo matrimonio con Enrique I de Castilla pero la juventud de ambos hizo que el matrimonio no se llegara a consumar. Al año siguiente, el matrimonio fue declarado nulo por el Papa Inocencio III por parentesco en grado prohibido. 

    A la muerte de su padre, Mafalda, según el testamento, debía recibir el castillo de Seia, así como su término municipal y todas las rentas que ahí se producían. Además, se le concedía el derecho a utilizar el título de reina. Esto generó un conflicto con su hermano Alfonso II de Portugal que, deseando un poder centralizado, obstaculizando que su hermana, pudiera recibir los títulos y derechos. Pero a su vez, Alfonso temía que algo parecido pudiera suceder con sus otras dos hermanas, Teresa y Sancha, y con los eventuales herederos de estas, lo cual crearía un problema de soberanía que podía llegar a dividir el país. 


    Una gran parte de los nobles portugueses se pusieron de parte de Mafalda y sus hermanas, pero terminaron derrotados. A la muerte de Alfonso II, su hijo Sancho II concedió a sus tías algunas tierras y castillos, pero les hizo renunciar al título de princesa-reina, llegando la paz definitiva en 1223. Finalmente, tanto Mafalda como sus hermanas se hicieron monjas cistercienses. Mafalda fundó la Abadía de Arouca

    El 1 de mayo de 1256 falleció en el monasterio de Río Tinto. Al querer trasladar su cuerpo hasta Arouca lo encontraron incorrupto, lo que generó una fuerte devoción hacia la infanta portuguesa. El 27 de junio de 1793 fue beatificada por el Papa Pío VI, acompañando así a sus hermanas Teresa y Sancha, declaradas beatas desde principios del siglo XVIII.

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