Castillo de Mombeltrán


La colosal cadena montañosa que atraviesa el sur de la provincia de Ávila de Este a Oeste, constituye una muralla natural entre ambas submesetas, haciendo muy complicado su paso, salvo por los puertos de montaña, no exentos de dificultades en épocas invernales. Esta realidad marca la importancia natural e histórica de lo que conocemos como “El Barranco”. En una extensión de más de 100 Km., entre el Valle del Jerte y el Valle del Alberche, el Puerto del Pico es el paso natural que mejor sirve para poner en comunicación las altas tierras de Castilla con las tierras de Toledo y Extremadura. Mombeltrán, que debe su nombre a D. Beltrán de la Cueva, se llamaba anteriormente Colmenar de las Ferrerías ó de Arenas y parece ser que en el lugar donde hoy se levanta el castillo hubo anteriormente una torre fortaleza ó especie de atalaya fortificada. 

En 1422 la villa es entregada al infante don Juan de Aragón, rey de Navarra, a quien se la confiscan en 1431 para entregársela a Álvaro de Luna. A la muerte de este, en 1453, Juan II de Castilla otorga la villa a la viuda de Álvaro de Luna, Juana de Pimentel (La triste condesa). Sin embargo en 1461 Enrique IV se la quita y la dona a don Beltrán de la Cueva. Los estados de los Duques de Alburquerque tienen su origen en las donaciones que el primer duque don Beltrán de la Cueva, valido de Enrique IV, obtiene de este rey en los años 60 del siglo XIV. La capital de su señorío estaba en Cuellar, y dentro de Castilla León, tenia también fortalezas en Roa, Ledesma, Peñalcazar, Torregalindo, Mombeltrán y La Adrada, estas dos últimas de vital importancia para el control de comunicación de la meseta norte con Toledo. 

El castillo se alza en un otero y junto al río Vita, afluente del Ramacastañas, desde el cual se divisa todo el valle. Se construye en las afueras del pueblo separado por lo que entonces se llamaba el sitio de La Cebada, hoy conocido por el jardín de la Soledad. Beltrán de la Cueva lo manda construir y se realiza entre 1462 y 1474, aunque parece probable que no fue habitado hasta 1480. Se valió para ello de las rentas del montazgo que se cobraba a los ganados que atravesaban el Puerto del Pico. Con estos ingresos D. Beltrán pudo pagar la mano de obra especializada que se hallaba realizando la cantería en la obra de su construcción. También fue necesaria la aportación obligada de los vasallos del hasta hacia poco Colmenar y que paso a llamarse Mombeltrán: los vecinos del pueblo tuvieron que trabajar en el transporte y acarreo de piedras y los diversos materiales utilizando para ello sus carretas, lo que generó no pocos conflictos entre el Duque y sus vasallos a los cuales no les hacia ninguna gracia trabajar gratis. Las obras de la Iglesia tuvieron que paralizarse a fin de dar prioridad al castillo. Posteriormente se realizaron obras en el siglo XVI, lo que transformo de manera ostensible la rustica fortaleza original en un palacio acondicionado para poder servir como residencia de los duques. 

Su estructura se vio afectada en los primeros años del siglo XVI, cuando el II Duque de Alburquerque, don Francisco Fernández de la Cueva elimino el puente levadizo, abrió los balcones y relleno el foso con un talud. La construcción de la portada renacentista, en donde el Duque puso el escudo y la corona ducal, obedeció a que la nobleza castellana se vio en la necesidad de reforzar sus fortalezas contra los posibles levantamientos populares en época de las Comunidades. Precisamente el lugar donde se construyó la citada portada era el frente más vulnerable del castillo. 

En la segunda etapa constructiva (realizada por el II Duque don Federico de la Cueva) corresponde la antepuerta curva adosada al lienzo norte de la barrera, cuyo acceso esta flaqueado por dos borjes dotados de las mismas troneras de palo y orbe que ya aparecen en los merlones y antepechos de los adarves y terrados. Precisamente a esa barrera ó falsabraga se le adosó exteriormente un alambor de corto releje (60º) que alcanza las tres quintas partes de su altura, supuestamente para reforzarla contra los efectos de la pirobalística, pero que sorprendentemente está ahuecado por el recorrido de una manga perimetral, aparentemente inútil, y que en cualquier caso debió debilitar considerablemente al mencionado alambor. 


El recinto interior, presenta en su entrada tres escudos idénticos a los que aparecen en la puerta del castillo de Cuellar. Los escudos representan las armas reales de Castilla León, las de Beltrán de la Cueva y las que tuvo su primera mujer, Mencia de Mendoza, con la que estuvo casado entre 1462 y 1476, fechas en que debió construirse este recinto. Algunos especialistas hablan de la falta de remate de la torre del homenaje e indican que la obra no llego a terminarse, pues bien, hay testimonios de que el tejado que cubría la torre del homenaje se desescombro durante la segunda mitad del siglo pasado y los restos de escombro de ese trabajo pueden apreciarse al pie de la Torre del Homenaje en el paseo de la liza, junto a la entrada del castillo citada anteriormente. 

En 1462 el rey expide una cédula en la que ordena que la villa de Colmenar de las Arenas se llame en adelante Mombeltrán. El castillo de Mombeltrán se ha atribuido al arquitecto Juan Guas, especialmente por el parecido de los canecillos del almenaje con los del castillo de Manzanares el Real. La muerte de Enrique IV, en 1974, provocó que Juana Pimentel reclamase a la nueva reina, Isabel la Católica, sus derechos sobre Mombeltrán, alegando la injusticia de la confiscación sufrida por orden del monarca anterior. 

Pese a que en 1475 Beltrán llega a un acuerdo con Juana de Pimentel y con Juan II de Aragón, que también había reclamado sus derechos, y pese a que, en 1476, Isabel la Católica confirma el señorío a Beltrán de la Cueva, la incertidumbre sobre su dominio pudo acelerar la terminación de las obras, especialmente la barrera artillera en la que aparecen ya los escudos de su segunda mujer, Mencia Enríquez de Toledo. La muerte de esta, en 1479, marca claramente la cronología posible de la barrera que, sin embargo, pudo haberse comenzado antes de 1476. A la conservación de los estados de Beltrán de la Cueva al llegar al trono la princesa Isabel, con la que el duque de Alba había mantenido cierto enfrentamiento, no fue ajena la política matrimonial de este, al casar con una hija del duque de Alba. 

En este sentido cabe interpretar que la dote que otorga Beltrán a su esposa incluya la hipoteca de Mombeltrán y que en 1477 obtuviera privilegio de Fernando el Católico para fundar nuevo mayorazgo con la villa de Mombeltrán a favor de los hijos que pudiera tener con la hija del duque de Alba (doña Mencia Enríquez de Toledo), en contra de los derechos de su primogénito. La muerte de su segunda esposa sin hijos no impide al duque seguir utilizando Mombeltrán como pago de su política matrimonial y casa de nuevo con doña Maria de Castilla, hija de los influyentes Condestables de Castilla. En 1482 otorga mayorazgo con los hijos pudiera tener con su tercera esposa. Sin embargo, en 1483, Beltrán declara que este nuevo mayorazgo, en contra de los derechos de su primogénito, no había sido hecho por “su voluntad”. A la muerte de don Beltrán en 1492, el castillo de Mombeltrán es ocupado por la viuda, que pretende defender así los derechos de su hijo, Cristóbal de la Cueva. El primogénito Francisco de la Cueva, II duque de Alburquerque, se ve forzado entonces a permutar su villa de Roa por Mombeltrán, en un acuerdo que provocará grandes recelos entre el nuevo duque y su madrastra. 

El refuerzo de la barrera (alambor) con un nuevo chapado en cuyo interior se aloja una galería perimetral, podría atribuirse a este II duque y coincide con las obras de refuerzo ejecutadas en el castillo de Cuéllar, también propiedad del Duque. Durante la revuelta de la Comunidades”los de la villa de Mombeltrán e su tierra comenzaron a hacer las alteraciones” hasta que en 1521, “se asosegó la ciudad de Toledo”. Estos disturbios obligaron al duque a gastar mientras duró la contienda 448.588 maravedíes en abastecer y pertrechar la fortaleza, desplazando incluso tropas desde Cuellar. En 1526, a la muerte de Francisco de la Cueva, habia en el castillo diversa artillería, entre las que destacan “veinte y seis escopetas con un par de moldes para las pelotas y con veinte y tres bolsas para la pólvora, dos espingardones antiguos, una lombarda mediana con su servidor, cinco tiros (cuatro medias lombarderas y un pasamuros), dos mosquetes de metal, mas diez y seis libras de pelotas de plomo para escopetas”. 

Don Beltrán de la Cueva levanta la fortaleza no solo como baluarte de contención para los que pasaran el puerto del Pico ó subían de Toledo y Extremadura en plan bélico, sino como mansión aseguradora de sus dominios. El castillo nunca conoció acciones guerreras y en este sentido es una empresa frustrada. Durante siglos fue habitado esporádicamente por los Duques de Alburquerque. 

La puerta de la barbacana, con las torrecillas ó garitones sobre lampeas, hoy semienterradas, debió ser reformada no ejecutada de nuevo, a partir de 1734 por Francisco de la Cueva, XI duque de Alburquerque, casado en ese año con Dña. Agustina Ramona de Siva, por cuanto el escudo que campea en la puerta corresponde a este matrimonio. El patio palacial, donde también aparece el mismo escudo, debió de hacerse en esta época y las causas de una reforma tan tardía en una fortificación medieval pueden estar relacionadas con la enfermedad que obligo al duque a vivir retirado en el campo hasta el día de su muerte en 1757. 


FUENTE: Castillos del Olvido

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