Reyes de España: Fernandos coronados


Hoy les toca salir a esta publicación a “los Fernandos”, pero únicamente hablare de cosas referentes a Fernando VI y Fernando VII. El habido lector dirá que antes hubo cinco. Y tiene toda la razón, pero fueron reyes de León y de Castilla, siguiendo el presente ordinal. Pero el tema lo empecé con reyes que lo fueron de España, por eso solo son, de momento, estos dos. 

Los años finales del reinado de Felipe V estuvieron marcados por sus problemas psicológicos, y la Corte se convirtió en un lugar extraño. Felipe V ya había abdicado una vez, en su hijo Luis I, pero después de un reinado de apenas seis meses, la Corona le había vuelto. El 15 de enero de 1746, sin embargo, al morir sorprendentemente, tras tragarse la lengua, el cetro pasó a su siguiente hijo, Fernando VI, quien paradójicamente iba a vivir un proceso de derrumbe igual de pronunciado. 

Nacido el 23 de septiembre de 1713, el futuro Fernando VI era el cuarto hijo de Felipe V con María Luisa Gabriela de Saboya, teniendo por delante en la sucesión al reino a Luis, Felipe Pedro y otro hermano que fallecido al poco de nacer. El joven infante creció sin madre, que había fallecido a los cinco meses de su nacimiento, y rodeado por la desconfianza de la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio. Su educación se desarrolló con altibajos dados los desprecios de su madrastra. Era en esencia un niño melancólico, amante de las artes y la música. El ascenso al trono de su hermano Luis I, duró unos meses, pero a su muerte la Corona no pasó a Fernando sino que volvió al Rey, por insistencia de Isabel de Farnesio. Ese mismo año, 1724, las Cortes de Castilla proclamaron a Fernando Príncipe de Asturias, si bien Farnesio bloqueó su derecho a asistir a las reuniones del Consejo de Estado como heredero del reino. 

En enero de 1729, Fernando se casó en Badajoz con Bárbara de Braganza, hija del Rey de Portugal y perteneciente a la dinastía que, en tiempos de los Austrias, se había alzado contra el Imperio español para lograr la independencia del país luso. Fernando y Bárbara se enamoraron profundamente y vivieron aislados de la Corte durante el reinado de Felipe V por voluntad de la madrastra regia. A la muerte de Felipe V en 1746 la situación cambió por completo, Isabel Farnesio tuvo que abandonar las dependencias palaciegas y quedó aislada del mundo político. 

Durante los 13 años que duró su reinado, Fernando siguió con el programa de reformas iniciado por su padre. Su neutralidad en Europa ayudó a dar un respiro a las arcas públicas: “Paz con Inglaterra y guerra con nadie”. En esos años se creó el Catastro. La medida más polémica fue la gran redada contra los gitanos autorizada en el verano de 1749. En un mismo día fueron apresados unos 9.000 gitanos españoles. 

Era impotente, como Enrique IV o Carlos II. Una afección genital le impedía eyacular. Por lo que había que contar con sus hermanos, para hacerse con las riendas del país, como así fue a través del futuro Carlos III. Que su hermano heredara la Corona entraba en sus planes, no así el proceso de demencia que vivió en sus últimos años. Los Reyes nunca habían gozado de buena salud, y en 1758 el deterioro en la salud de la Reina Bárbara de Braganza obligó a la pareja a trasladarse al Palacio de Aranjuez, a fin de mejorar sus problemas respiratorios. Lejos de este propósito, ese mismo verano falleció la Reina a consecuencia probablemente de un cáncer abdominal y dejó a Fernando solo, con un comportamiento cada vez más errático, pues ese verano se aceleró su carácter melancólico, esto fue el principio del conocido como el año sin rey. 

Pero, ¿qué se escondía tras su locura? ¿Alzheimer? ¿Un trastorno bipolar? La hipótesis es que lo que empezó como “un trastorno de adaptación con sintomatología depresiva reactivo a la muerte de su mujer” derivó en un trastorno depresivo mayor: una demencia rápidamente progresiva cuyos síntomas hayan pasado desapercibidos al coincidir con la agonía y la muerte de la Reina explicaría mejor todo el proceso clínico. El mismo día que falleció la Reina, sin esperarse al funeral, Fernando se refugiara en el castillo de Villaviciosa de Odón, donde salió a cazar y se mostró contento los primeros días. Sin embargo, a principios de septiembre el Rey empezó a mostrarse agresivo, de ánimo deprimido y surgió en su mente la obsesión por la muerte. 

En las siguientes semanas aparecieron otros síntomas: apatía, insomnio, abandono en la higiene personal y en las obligaciones religiosas...Le dio por morder a la gente y fingir que estaba muerto o era un fantasma. Sus asistentes eran constantemente agredidos y tenían miedo de su propia integridad física. Si a Felipe V le calmaba la voz de un castrati, a Fernando VI le relajaba el opio. Hacia finales de ese año, la vida de Fernando VI parecía llegar a su fin y se dispuso un testamento el 10 de diciembre de 1758 que ni dictó ni firmó, pero al que dijo que estaba de acuerdo cuando le enseñaron las cláusulas dictadas por el Conde de Valparaíso. En los siguientes meses al parecer registró varios intentos de suicidio, uno de ellos al amagar con ahorcarse con las cintas que tenía en la camisa. 

Siendo el Rey, resultaba complicado llevarle la contrario o responder a las agresiones. Desde Italia, su hermano, el futuro Carlos III pidió con insistencia utilizar “violencia respetuosa” para reducir al enfermo. A partir del nuevo año cada vez fue menos necesaria esta “violencia” porque el Rey quedó encamado y cada vez más débil. A partir de la primavera la demencia afectó a su habla, hasta el extremo de que apenas era capaz de articular un discurso desordenado. Los problemas digestivos y respiratorios aceleraron su deterioro en poco tiempo. En julio se describió la aparición de sangre en los esputos. 

A esas alturas, su larga ausencia había inquietado al pueblo hasta el punto de que unos versos satíricos corrían furiosos por Madrid: 

“Si el Rey no tiene cura 
¿a qué esperáis o qué hacéis? 
Muy presto cumplirá un año 
Que sin ver a vuestro rey 
Os sujetáis a una ley 
Hijo de un continuo engaño” 

Finalmente Fernando murió el 10 de agosto de 1759 a los 46 años. Su hermano Carlos III, hijo de Isabel de Farnesio, heredó el reino. Era el tercer hijo de Felipe V que reinaba en España. Y sería su nieto el nuevo Fernando, que reinaría como Fernando VII.


“El Deseado” y el “rey Felón”, fue un monarca egoísta y resentido que se llevó lo mejor de las luces españolas. Conspiró siempre a fin de obtener el poder absoluto y no le importó a quién pudiera llevarse por delante. Como Principe de Asturias, comenzó sus escarceos para intentar derrocar a Carlos IV, su propio padre. Perpetrando el Motín de Aranjuez en 1808 contra su propio padre, junto al partido “antigodoyista”, formado por aristócratas y clérigos contrarios a la acumulación de poder del valido real. Tuvo que ser el propio Napoleón Bonaparte quien se inmiscuyese posteriormente en los asuntos de la familia, convocando a sus miembros en Bayona. 

Pero conozcamos algunos de los hechos mas relevantes de este “elemento” que, aún con las dudas de su paternidad, fue declarado heredero de la corona española. 

Después de la sangrienta guerra contra las tropas napoleónicas, llegó a una España agotada, y en lugar de buscar la reconciliación se dedicó a perseguir a los diputados liberales que le habían sido fieles durante su exilio. No aceptó en su vida ninguna forma de gobierno que no fuera el absolutismo, pero se mostró ineficaz políticamente y pendenciero en la faceta personal. 

Encerró a Fray Juan de Alfaraz en el castillo de Peñiscola. Al conocer que su madre, María Luisa de Parma y Borbón, le había revelado a su confesor: “Ninguno de mis hijos lo es de Carlos IV, la dinastía de Borbón se ha extinguido en España”. Su parecido con Godoy (amante de la reina) y su constitución física rechoncha podían haber puesto en entredicho su reinado, y por esta razón decidió quitarse al clérigo de encima.


Firmó el Manifiesto de los Persas para devolver el absolutismo a España en 1814. Con ello revocaba la Constitución liberal de 1812, suscrita por los diputados resistentes en Cádiz al asedio de las tropas invasoras francesas. Una carta magna, de hecho, que lo reconocía como soberano constitucional. No obstante, prefirió el poder absoluto y aunque en aquéllos círculos ilustrados se le había denominado “el Deseado”, se convirtió en el rey “Felón”. No satisfecho con aniquilar la progresista labor de las Cortes de Cádiz inició una férrea represión contra sus diputados, futo de la cual promovieron exilios y penas de muerte de los mejores representantes de la Ilustración española. 

Conspiró contra el gobierno durante todo el Trienio Liberal (1820- 1823). Obligado como estuvo por el pronunciamiento de Riego a aceptar el liberalismo, fingió ser un monarca constitucional pero en la sombra se confabuló para regresar al régimen absolutista y unipersonal, primero instigando el golpe de Estado de la Guardia Real de Madrid (1822), y al fracasar éste, organizando la invasión del país junto a la Santa Alianza (organización en defensa de las monarquías absolutas) de los Cien mil hijos de San Luis, que le devolvieron el poder supremo en 1823. 

Mostró su faceta más vengativa en la “Ominosa Década” (1823- 1833). En estos años impuso un régimen personalista y rencoroso en el que los liberales fueron hostigados sin piedad. Muchas personas fueron condenadas a muerte por sus ideas políticas y hasta 20.000 españoles sufrieron el exilio. Las llamadas Juntas de Fe, herederas de la antigua Inquisición, ejecutaban impíamente por el mero hecho de gritar “¡Viva la libertad!”

Se mostró incapaz de evitar la pérdida de las colonias americanas. Simón Bolívar y San Martín aprovecharon la fragilidad de su reinado para excitar una profunda rebelión que obtuvo la independencia de los principales territorios de España en América, como Colombia, Venezuela, México o Argentina. 

Su afición al sexo era desmesurada y enfermiza. Como desproporcionado era su miembro viril, algo que según su propio médico había sido la causa de que no hubiera engendrado sucesores con sus tres primeras esposas. De ahí que el galeno tuviera que idear un invento, un cojín circular horadado en el centro, para que el monarca pudiera mantener relaciones íntimas fecundas con María Cristina, que finalmente le dio descendencia. 

Y así terminamos los relatos de los Fernandos, el próximo capítulo lo dedicaré a Isabel II, puesto que Isabel I, no llegó a ser reina de España.


Comentarios

  1. Lo de tragarse la lengua leí era herencia de unos pequeños ataques de epilepsia que sufrieron muchos. Entonces se distinguían "El gran mal" ataques de epilepsia con convulsiones y "el pequeño mal" que no es tan aparatoso, le llamaban también "ausencias" cursaba con rigidez extrema y de las que se recupera el que las padece de forma espontánea. Aunque les aplicaran las famosas sangrías. Las aplicaban hasta a parturientas consiguiendo una alta mortalidad. Muchas gracias Ramon. Del Felón que vamos a decir.

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