Juan de Dios Álvarez Mendizábal. 12º Presidente en 1835-1836

Cuarto Presidente del Consejo de Ministros durante la Regencia de la reina María Cristina de Borbón (1833-1840), desde el 25 de septiembre de 1835 al 15 de mayo de 1836.




Nacido en Cádiz el 25 de febrero de 1790. De origen judío, era hijo de Rafael Álvarez Montañés, comerciante, y de Margarita Méndez; muy pronto se relacionó con el mundo comercial y financiero, al mismo tiempo que aprendía idiomas, se jactaba de ser simplemente un hombre de negocios. Se formó en ambientes financieros, primero trabajando en un banco, para más tarde entrar a formar parte de la Administración militar como funcionario en el período de la Guerra de la Independencia, sirviendo en el ejército llamado del Centro. Fue capturado dos veces, aunque logró escapar.

    El 21 de febrero de 1812 se casó con Teresa Alfaro, y por entonces decidió cambiar su segundo apellido, Méndez, por Mendizábal, posiblemente para ocultar el origen judío de los Méndez. Mendizábal entró en contacto con Vicente Bertrán de Lis, del que aceptó un empleo, hasta convertirse en su socio. En esa época fue destacado miembro del Taller Sublime, logia masónica de su Cádiz natal, junto con Istúriz y Alcalá-Galiano. A partir de 1819 se encargó de los suministros al ejército en Andalucía, lo cual, además de permitirle hacer negocio, le puso en contacto con los revolucionarios de la región, convirtiéndose pronto en uno de ellos. En 1820 Mendizábal fue designado proveedor de la misión militar que Fernando VII mandó para sofocar las revueltas que habían surgido en las colonias americanas. Aprovechó esta situación para financiar y organizar el pronunciamiento militar del general Riego, y se unió a la pequeña tropa organizada por éste, desde el 27 de enero hasta el 4 de marzo de 1820. Como comisario honorario de guerra, firmó la Representación del 27 de febrero de 1821, y se dedicó al comercio con un negocio propio, consistente en importar carey de Birmingham para fabricar peines.

A pesar de su participación activa en el levantamiento antiabsolutista, durante el Trienio Liberal renunció a formar parte de la Administración pública. La marcha de las Cortes a Sevilla y Cádiz en 1823 vieron a Mendizábal, socio de Bertrán de Lis, organizar el traslado, avituallar lo que quedaba de ejército y proceder al aprovisionamiento de Cádiz, ciudad sitiada. El 30 de septiembre Mendizábal escapó a Gibraltar. Condenado a muerte por el absolutismo, Mendizábal se trasladó a Londres, en donde sufrió prisión por deudas, aunque pronto logró salir adelante, dedicado a la importación de vinos españoles y a tejer una gran red de amigos, familiares y socios que un día le podrían ser útiles. El emperador de Brasil, Pedro I, solicitó su apoyo para conseguir que una expedición británica devolviera el trono de Portugal a doña María II. En agradecimiento a sus servicios, ésta le nombró Primer Secretario. Intervino en la financiación de la expedición de Vera, en 1830, de acuerdo con Ardouin y otros banqueros. En el mismo sentido sus negocios le llevaron a la organización de una fuerza militar para actuar en Bélgica.

    Mendizábal siguió manteniendo contacto con los liberales que quedaban en España. En junio de 1835 Toreno llegó a la Presidencia del gobierno bajo la regencia de María Cristina. El conde hizo regresar a Mendizábal de su exilio para ocuparse del Ministerio de Hacienda. Al poco tiempo fue llamado por la regente a ocupar la Presidencia del Consejo de Ministros, el 14 de septiembre de 1835. La situación del país era extremadamente delicada, puesto que la guerra civil carlista, estaba en su cenit. Además, había surgido un movimiento juntista dentro del liberalismo contrario al Estatuto Real de 1834. La regente pensaba que la figura revolucionaria de Mendizábal sería capaz de contener la revuelta radical. Mendizábal expuso a María Cristina su programa, que incluía el apoyo de las Cortes al nuevo gabinete, la reforma del clero regular, la finalización inmediata de la guerra contra el carlismo y la eliminación de la Deuda Pública.

    La llegada de Mendizábal al poder tuvo consecuencias: el movimiento juntista se  autodisolvió. Los radicales le vieron como un dictador revolucionario: el Cromwell español, el primer estadista moderno de España. No obstante, el partido "mendizabalista" no era el partido popular o de la revolución, sino el de los negociantes y banqueros; cuando las Cortes le concedieron el voto de confianza, en enero de 1836, para llevar a cabo su programa, le daban su apoyo a un vendedor de humo. Por desgracia para España no era más que un banquero de medio pelo con más energía que talento político. Mendizábal iba así a conseguir introducir en España el sistema parlamentario de los Orleans o de doble confianza (la de la regente y la de las Cortes). 

El 23 de octubre de 1835, su primera disposición al frente del gobierno fue un decreto que preveía la leva de cien mil hombres para terminar con la guerra civil. Este ejército se sustentaba en un empréstito inglés, pero la especulación hizo imposible el crédito y tuvo que recurrirse al reclutamiento forzoso. Un segundo punto de su gobierno se concretó en el decreto del 19 de febrero de 1836, por el que se ponían a la venta todos los bienes de las órdenes religiosas extinguidas. Con un tercer decreto de 8 de marzo se eliminaban las corporaciones religiosas de clérigos regulares. Con la venta de los bienes de estas órdenes, Mendizábal pretendía paliar la creciente deuda pública interior. Mendizábal quería que la burguesía se hiciera con aquellas tierras de manos muertas, con el fin de aumentar la producción agrícola.

    El liberalismo, la regente y Mendizábal recibieron el apoyo de los nuevos propietarios de tierras desamortizadas, pero lo cierto es que pronto se vio que los planes de éste no llegarían a buen puerto. La discusión de la reforma del Estatuto Real de 1834, que debía unificar a los partidos, no se pudo llevar a cabo, esto unido a la imposibilidad de acabar con la revuelta carlista, forzó la dimisión de Mendizábal en mayo de 1836. A pesar de que aún tenía mayoría en las Cortes, la regente le había retirado su confianza.

    Mendizábal iba a tener una segunda oportunidad tras el motín de los sargentos en La Granja. Los progresistas habían reanudado el movimiento juntista en agosto de 1836, mientras Mendizábal se acercaba a los radicales que encabezaba José María Calatrava. El 12 de agosto, los sargentos -hay fuentes que afirman que embriagados y sobornados por Mendizábal y Calatrava- irrumpieron en el Real Sitio de la Granja obligando a la reina a aceptar un gobierno radical y a restaurar la Constitución de 1812 y la Milicia Nacional. Con el nuevo gobierno de Calatrava, Mendizábal volvió a obtener la cartera de Hacienda y se dispuso a continuar sus reformas donde las había dejado.

    Organizó una quinta militar de cincuenta mil soldados, "la quinta de Mendizábal", que trataría de acabar con el carlismo. Pidió un empréstito de ciento veinte millones de reales por las exigencias de la guerra. En lo que se refiere estrictamente a la Hacienda, promulgó la Ley de Desamortización de 29 de julio de 1837. Mediante esta ley los bienes del clero secular pasaban a ser considerados bienes nacionales y se suprimía, además, el atávico diezmo. El 18 de agosto de ese mismo año publicó Mendizábal su Memoria, en la que recopilaba su ideario referente a la reforma hacendística.

    Pero las circunstancias políticas del país hicieron imposible que su reforma se completara felizmente. Con la subida al poder de los moderados, perdió el Ministerio de Hacienda, que volvería a ocupar en mayo de 1843, con el gobierno esparterista de Gómez Becerra. Antes fue elegido procurador por Gerona, Barcelona, Granada, Madrid, Málaga, Pontevedra y Cádiz -eligió Cádiz-; de nuevo en 1837-38 y en 1838-39, fue diputado por Madrid. En 1839, elegido por Madrid, Albacete y Murcia, optó por esta última. Fue diputado por Madrid en 1840 y en 1841, elegido por Albacete, Ávila, Cádiz, Murcia, Toledo y Madrid (optó por la capital). En el tema de la Regencia fue trinitario. Igualmente, representó a Madrid en la primera legislatura de 1843. Su labor en este nuevo gobierno esparterista fue mínima, ya que el gabinete tenía que enfrentarse a los problemas más acuciantes de la guerra civil iniciada por los militares moderados y progresistas contra la regencia de Espartero. Éste cayó de resultas de la insurrección. Cuando los moderados, ahora encabezados por Narváez, volvieron a ocupar el poder, Mendizábal emprendió de nuevo el camino del exilio. Conservando todavía su influencia en el Partido Progresista, regresaría a España en 1847, para ocupar hasta su muerte un escaño de diputado en Cortes. Falleció en Madrid el día 3 de noviembre de 1853.
Ramón Martín

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