La Campaña de Sicié


Desde un primer momento, las escuadras inglesas bloquearon las costas españolas. El 19 de abril de 1740, el navío Princesa de 70 cañones, que había sido botado en Guarnizo en 1729, al mando de don Pablo Agustín de Aguirre, rompió accidentalmente un mastelero, y antes de poder repararlo, fue atacado por tres navíos ingleses de su mismo porte, los Oxford, Kent y Leonor, asombrosamente el navío español resistió siete horas de desigual combate, teniendo que rendirse. Los ingleses tomaron posesión del Princesa, quedan maravillados por su tamaño, diseño y fortaleza, no así de la cantidad de armamento. De hecho lo repararon e incorporaron para copiarlo, siendo la base para sus buques de tres puentes, siendo uno de ellos el Victory.

Un acontecimiento vino a complicar, la de por sí difícil situación política en Europa, la muerte del Emperador austriaco y el consiguiente inicio de la Guerra de Sucesión austriaca, que ahora ostentaba María Teresa, contra la que se coaligaron Francia, España, Prusia, Cerdeña y algunos estados alemanes; sin embargo Francia no declaró la guerra a Inglaterra. Hubo que transportar a Italia, un ejército de 50.000 hombres, dándose orden al jefe de la escuadra don Juan José Navarro, que zarpara de Cádiz y se dirigiera a El Ferrol, con todos los barcos disponibles. En el camino se topó con la fragata Non Pareil, a la que apresó. De vuelta en Cádiz, zarpó nuevamente hacia el Mediterráneo. El 19 de noviembre de 1741 dio vista a la escuadra de Haddock a la altura de Cartagena, compuesta por 19 buques, mientras que Navarro solo disponía de doce navíos y cuatro fragatas pero, afortunadamente, la presencia de una escuadra francesa, provocó que Haddock no se decidiera a atacar. Pudiendo entrar el convoy en Barcelona.

El 14 de enero de 1742, los buques españoles y franceses zarparon de Barcelona, con un convoy de 52 buques, aunque debido a un fuerte temporal, tuvieron que refugiarse en Tolón el 24 de marzo, siendo acosados por Haddock, ahora reforzado por del almirante Lestock, con lo que los efectivos ingleses, eran superiores a los franco-españoles. Tomó el mando de la flota inglesa el almirante Thomas Mathews, con órdenes de bloquear en Tolón a la escuadra aliada.


En junio de 1742, los ingleses al mando de Norris, sorprendieron a cinco anticuadas galeras españolas a la altura de Saint Tropez, que ante la superioridad inglesa tuvieron que abandonarlas, no sin antes dar fuego a los cascos. Aquello supuso el fin del Cuerpo de Galeras, que fue disuelto en 1748. El mismo fin tuvo el navío San Isidro, acorralado por dos ingleses en Ajaccio, el comandante, un francés al servicio de España, Monsieur De Lage, no tuvo la gallardía de resistir, y prendió fuego al navío.

Mientras otra división inglesa, bombardeaba Palamós y Mataró, situándose a continuación frente a Nápoles y obligando al futuro Carlos III, a declararse neutral. La escuadra de Navarro continuaba bloqueada en Tolón, junto a la francesa. Por fin tras dieciocho meses de bloqueo las cortes francesa y española decidieron, que la escuadra española saliera del puerto, escoltada por la francesa. Navarro que había perdido 76 hombres por una epidemia, decidió dejar en puerto a las fragatas: Javier, Fama, Paloma, Retiro y Galga, reforzando con sus dotaciones otros navíos de la escuadra. Los barcos que componían esta escuadra de Navarro eran, mayoritariamente, de 60 cañones, artillados con piezas de 18 y de 12 libras; sólo dos eran de tres puentes, el insignia Real Felipe, con 110 cañones, y el Santa Isabel, de 80 cañones.

Los franceses disponían de 16 navíos, ninguno de ellos de tres puentes. Pero la mayor debilidad francesa radicaba en su jefe, el Teniente General, ya octogenario De Court de la Bruyere, quien aparte de sus ideas tácticas, pronto se puso de manifiesto su dudosa lealtad a la escuadra española que debía proteger. El 19 de febrero de 1744, salió de noche de Tolón en una silla de manos para entrevistarse con dos oficiales británicos. Hecho que fue comunicado a Navarro.


Al día siguiente se hizo a la mar la escuadra franco-española, De Court ordenó a Navarro situarse a vanguardia, tal y como estaba acordado, divisándose al poco la escuadra inglesa fondeada en las islas Hyeres. De Court viendo que se encontraba a barlovento, ordenó a Navarro atacar al abordaje a la escuadra enemiga. El atónito jefe español, le contestó que eso era una locura, pues el paso era muy estrecho, los 12 barcos tendrían que pasar de uno en uno, y serían acribillados por los 32 barcos ingleses. De Court insistió y a Navarro, como subordinado, sólo le quedaba obedecer. Pero el viento cambió, favoreciendo ahora a los ingleses, por lo que el jefe francés cambió de opinión, anulando la orden por irrealizable; ordenando a Navarro ponerse ahora retaguardia, de nuevo la situación más peligrosa.

La escuadra inglesa era muy superior en número y potencia de fuego, contaba con 4 navíos de 90 cañones, 9 de 80, 10 de 70, 5 de 60 y 4 de 50 cañones; 2.280 bocas de fuego. Mientras que la escuadra franco-española, contaba con: 2 navíos de 50 cañones, 1 de 56, 10 de 60, 7 de 64, 2 de 68, 2 de 70, 2 de 74, 1 de 80 y 1 de 110 cañones; en total 1.818 cañones. Pero además la mayoría de los buques ingleses montaban cañones de a 32, mientras que los mayores españoles solo alcanzaban las 24 libras.

Como ya sabemos, la escuadra inglesa estaba situada a barlovento, y con viento débil, formó una línea de combate irregular y en curva, dirigiéndose hacia la aliada para atacarla. En ese momento De Court ordenó que la retaguardia, donde estaban los españoles, se quedó retrasada y expuesta a recibir todo el ataque de los ingleses.

La vanguardia británica cayó sobre los primeros buques españoles, los Oriente y América, teniendo el primero que batirse con el Barfleur de 90 cañones, insignia de Rowley. El siguiente navío, el Neptuno, fue atacado por cuatro ingleses, mas una fragata; su comandante Olivares, herido, no tuvo más remedio tras cuatro horas de combate que caer a sotavento y retirarse.

El siguiente navío español era el Poder, que como el Oriente, era un marchante de 60 cañones; tuvo que enfrentarse, primero con el Princess (antiguo español Princesa). Sin embargo el fuego del español fue tal, que el comandante inglés Perr, decidió arriar la bandera y rendirse, dejando su lugar a otros, así fueron atacando al Poder los Somerset de 80, que pronto quedó desarbolado, y luego Bedford de 70, Dragón y Kingston, ambos de 60. No conseguían aminorar la resistencia del español, hasta que el Berwick de 70, mandado por lord Hawke, abandonó la línea, paso a sotavento, atacando por la banda de estribor al Poder, mientras los anteriores lo hacían por babor. Con la dotación diezmada, el barco hecho un desastre, al su comandante, Urrutia, no le quedó otra opción que rendirse al Berwick.

Algo más atrás, el Real Felipe acompañado por el Constante a proa, y el Hércules a popa, hacía frente al grueso del cuerpo de Mathews, con su insignia el Namur y el Marlborough, al frente. Este último con su comandante Cornwall muerto y el buque desaparejado y con gravísimas vías de agua, arrió su bandera y se salió de la línea. El Namur, estaba también desarbolado, y varios buques ingleses tuvieron que abandonar la línea. 

Los españoles sufrían también serios daños y pérdidas, entre ellas la muerte de Geraldino, comandante del Real Felipe, heridas el propio Navarro, y muerto Iturriaga, el comandante del Constante, que tuvo que salir de la línea, quedando únicamente el Hércules en apoyo del Real Felipe.

Después de cuatro horas de combate, Mathews, ordenó la retirada de sus barcos, para hacer reparaciones y volver al ataque. En esta ocasión, ante la impotencia demostrada, volvió a utilizar un buque incendiario, el Anne Galley, que puso rumbo hacia la capitana española. Navarro pidió voluntarios para tripular la falúa que debía desviar el brulote, tomando su mando los Tenientes de Navío don Pedro Sáenz Sagardía y don Pedro Arrigorri, con dos guardiamarinas y 17 marineros.. Los barcos españoles disparaban contra el Anne Galley, por lo que empezó a hundirse. Su comandante, el Teniente Mackie, ordenó preparar los artefactos de fuego y esparcir pólvora sobre cubierta, al divisar la falúa, provocó inmediatamente la deflagración, muriendo él, su segundo, un piloto, un artillero y dos contramaestres. Hecho una pira de fuego y hundiéndose se acerco al Real Felipe, momento en el que el propio ministro de la escuadra, don Carlos Retamosa, efectuó un disparo a bocajarro, que hundió el brulote, fracasando así el ataque inglés.

Mientras esto pasaba, los cuatro últimos buques de la retaguardia, llegaron a la altura del Real Felipe, por lo que Mathews, se vio obligado a retirarse. De Court había seguido impasible su rumbo, contentándose con observar la inevitable destrucción de la escuadra española. Por dos veces el jefe de su vanguardia, Gabaret, le instó a virar, ganar barlovento y caer en línea sobre los ingleses, pero el viejo almirante francés se negó en rotundo. Al final viendo el combate decidido, De Court ordenó a Gabaret la maniobra.

Aquello decidió a los ingleses a retirarse. De Court, puesto en contacto con Navarro, le propuso ahora atacar conjuntamente a los ingleses. Navarro visto el estado en que se encontraban sus barcos, se negó. Al día siguiente se recuperó el perdido Poder, excepto su comandante, pero De Court alegando pésimo estado del buque, ordenó quemarlo. No opinaron lo mismo los ingleses, que lo marinaron,

El Hércules, que había quedado aislado, fue atacado por un tres puentes inglés, combatiendo en desventaja, hasta que los franceses acudieron en su ayuda. El Hércules, con la aprobación de Navarro, se separó de la escuadra, haciendo su entrada el 27 en Cartagena. El 25 los navíos españoles se encontraron de nuevo solos, los franceses les habían pasado. Con el Real Felipe a remolque siguió la penosa navegación, hasta que el 9 de marzo fondeó Navarro en Cartagena, haciéndolo dos días después De Court.

Mathews fondeó en Mahón, para hacer reparaciones. Se le envió a Hardy con 11 navíos y un convoy con repuestos, municiones y pertrechos. Pero entre tanto se había decidido Francia a declararles la guerra, por lo que quedó detenido y bloqueado en Lisboa por la escuadra francesa de Brest. Aquello dejó el Mediterráneo libre a los españoles, aprovechando para enviar refuerzos y provisiones a su ejército de Italia, mientras Navarro realizó dos cruceros, consiguiendo varias presas, hasta que una escuadra inglesa, al mando de Rowley le bloqueó en Cartagena con 21 navíos.

Así terminó la campaña de la batalla de cabo Sicié o de Tolón, con un claro triunfo español. De Court ante las críticas, se le quitó el mando y se le retiró del servicio. En cuanto a los ingleses: Mathews acusó a Lestock de insubordinación, este contraatacó acusándole de conducta temeraria. El Consejo de Guerra, condeno a Mathews a la separación del servicio, mientras que Lestock era absuelto. Además fueron condenados varios comandantes. Don José Navarro fue ascendido a Teniente General y recibió el título de marqués de la Victoria. 

Los partes españoles señalan tres comandantes muertos: Geraldino del Real Felipe, Iturriaga del Constante y Olivares del Neptuno más 147 muertos y 467 heridos. Los ingleses, reconocieron 400 bajas, entre las que se encontraban los comandantes Russell y Cornwall

Se suele decir que Sicié fue la victoria de los 12 navíos españoles sobre los 32 ingleses, pero es un dicho inexacto pues, los buques de Navarro que soportaron el combate, fueron cinco, contra los diez ingleses del centro más uno de la retaguardia y dos o tres de la vanguardia.

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