Navío Real Felipe de España


Se le considera el primer navío español de tres puentes, construido en Guarnizo en 1732, a partir de planos de Ciprián Autrán. Desplazaba 1.965 toneladas y el proyecto le asignaba 114 cañones: 30 de a 36 libras, 32 de a 24, 30 de a 12 y 22 de a 8, aunque nunca montó cañones superiores a 24 libras. 

    Fue bautizado con este nombre en honor a Felipe V. Al entrar en servicio se dirigió a Barcelona, desde donde, con los navíos Santa Teresa y Galicia, pusieron rumbo a Nápoles como escolta de un convoy con tropas que se dirigían a Italia para sostener a nuestro futuro rey Carlos III en el trono de Dos Sicilias durante los comienzos de su reinado. 

    Destinado después, al Departamento de Cádiz, se convirtió en insignia del jefe de escuadra don Juan José Navarro. Al estallar la guerra entre España y Gran Bretaña el 23 de octubre de 1739, el gobierno español dispuso la reunión de las escuadras de El Ferrol y Cádiz, con objeto de que pasasen al Mediterráneo y así recuperar los dominios en Italia y formar un trono para el Infante don Felipe. 

    Navarro zarpó de Cádiz el 6 de mayo de 1741, regresando el 12 de junio, una vez unidas las dos escuadras. Navarro embarcó en el Real, que se encontraba en mantenimiento, el 5 de noviembre de 1741 saliendo a la mar con una escuadra de seis navíos y nueve mercantes armados, para dirigirse a Barcelona y proteger el tránsito de un convoy con tropas de refuerzo al ejército español en Italia. 

    Burlado el bloqueo inglés, atravesó el Estrecho, encontrándose con la inglesa del almirante Haddock a la altura de Cartagena, el día 20 de diciembre salió de este puerto la francesa con 13 navíos, al mando del general Mr. De Court de la Bruyére, que tenía orden de proteger a la de Navarro, aunque Francia no estaba en guerra con Inglaterra. Unidas ambas fuerzas, continuaron su travesía hacia Barcelona seguidas a distancia por Haddock. La noche del día 22 de diciembre, remontada la isla de Ibiza, un temporal del norte les obligó a buscar resguardo en el cabo de San Antonio. Sin más incidentes, llegaron a Barcelona el 4 de enero de 1742. El día 14 salió Navarro con un convoy de 52 buques, dirigiéndose a Toscana. Pero el día 19 un temporal, propio de la época del año y del golfo de León, dispersó el convoy, obligando al Real Felipe a arribar a las islas Hyeres. Reunido el consejo de oficiales la escuadra abandonó las Hyeres el día 27 de enero, desembarcando la tropa en Génova, emprendiendo el regreso el día 13 de febrero. 

    Otro temporal volvió a dispersar la escuadra el día 4, a la altura de las costas de Provenza, teniendo que dirigirse a Hyeres con varios navíos desarbolados. Ante el cariz de la situación, Navarro tuvo que seguir el consejo del general De Court y dirigirse a la rada de Tolón, en cuyo puerto entraron ambas escuadras el día 24 de febrero de 1742.

El Real Felipe en la Batalla del Cabo Sicié

    Esta campaña había puesto en evidencia que el Real Felipe, no contaba con la confianza de su comandante, su alistamiento en Cádiz dejaba mucho que desear, ya que con vientos bonancibles era el buque más velero de la escuadra, pero con temporal sufría su obra viva, haciendo agua por sus costuras. Lo cual demostraba que el sistema de construcción de Gaztañeta producía navíos de buen diseño, pero fabricados con técnicas rudimentarias que reducían su vida activa y su capacidad de aguante a los malos tiempos. 

    La escuadra combinada permaneció dos años en el puerto de Tolón, bloqueada por la del almirante Thomas Mathews, que había sucedido a Haddock en el mando de la flota británica en el Mediterráneo. Tiempo empleado por Navarro para adiestrar a las dotaciones y procurar alistar los navíos. Decidida la salida para romper el bloqueo y atacar a la escuadra inglesa, la hispano-francesa lo hizo el 19 de febrero de 1744. Al amanecer del día 22 se encontraban ambas escuadras navegando hacia el sur en dos largas filas; la inglesa de 32 navíos a barlovento y la aliada de 17 franceses y 12 españoles a sotavento, ligeramente avanzada sobre sus oponentes. 

    A mediodía, los nueve navíos del centro británico con el Namur, insignia, a la cabeza, arribaron simultáneamente sobre los cinco españoles más avanzados de la retaguardia aliada (compuesta únicamente por españoles), con objeto de separarlos de la vanguardia francesa. El fuego que hacían los navíos produjo grandes averías en el Real Felipe, quedando desmantelado, sin vela alguna, cabullería, ni vergas mayores, herido mortalmente su comandante Geraldino, herido también Navarro y con muchas bajas en la dotación. Sin embargo, apoyado por el Hércules, causó daño al Marlborough, que era el matalote de popa de Mathews, quedó desarbolado del mayor y mesana, perdió la vida su comandante George Cornwall; el Namur quedó sin el mastelero de juanete mayor y rendido el bauprés, muerto su comandante John Russell. 

    Ante la resistencia presentada por el Real Felipe y los navíos españoles que lo apoyaban, ordenó Mathews a los suyos separarse de la línea de fuego a las cuatro y media de la tarde, dando así un respiro a las dotaciones y reparando en lo posible los descalabros sufridos. Circunstancia que aprovecharon los ingleses para que una fragata remolcara el Marlborough a Mahón completamente deshecho. El navío Brillante se situó a popa del Real, defendiéndole del grupo de enemigos que no atreviéndose a presentarle el costado, ni pudiéndose él gobernar, trataban de atacarle o abordarle por esta parte indefensa. Continuó el combate por una hora entre los navíos españoles Alcón, San Fernando, Brillante, Santa Isabel y Soberbio que apoyaban al Real por una parte, y por otra, los siete navíos ingleses del centro de Mathews, empeñados en acabar con la insignia de Navarro.



    Vista la inutilidad de sus esfuerzos a causa del vivo fuego español y al observar que la escuadra de vanguardia francesa de De Court se aproximaba en buen orden, el almirante inglés hizo la señal de retirada a las seis y media, abandonando el combate. El estado del Real Felipe, era lamentable, por lo que el Santa Isabel lo tomó a remolque y en conserva de la escuadra francesa y del resto de navíos españoles, arrumbaron hacia Rosas, navegando siempre a la vista del enemigo, que en ocasiones se acercó, pero sin llegar a incomodarles. A las 11 de la noche del día 24 falleció el capitán de navío don Nicolás Geraldino, comandante del Real Felipe, a consecuencia de las heridas recibidas en la frente durante el combate. Su comportamiento fue alabado por Navarro en el parte de campaña, pues aun herido de muerte no permitió fuese retirado del alcázar. 

    El día 25 de febrero, cuando se encontraba la escuadra española a unas 35 millas de Barcelona, el fuerte viento obligó a Navarro a dirigirse a Cartagena, donde fondearon el 9 de marzo de 1744. El Real Felipe salió de Tolón con 110 cañones montados y una dotación de 1.250 hombres. Resultó acribillado de balazos su costado y arboladura, inutilizado su velamen, cortadas sus jarcias y cabos de labor y desmantelado enteramente. En el combate murieron su comandante, 2 oficiales y 45 hombres de la dotación; fueron heridos, el general Juan José Navarro, 5 oficiales y 233 individuos, la mayoría, con pérdidas de extremidades, murieron posteriormente. Aunque el Estado de la Armada Real de España en el año 1746 lo considera listo para hacer una campaña, lo cierto es que, según Vargas Ponce, el Real Felipe no fue posible habilitarlo, ni quedó en estado de volver a la mar. Al parecer fue desguazado en Cartagena en 1750.



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