Bill J. Clinton, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1993 y 2001

 


Su nombre auténtico es William Jefferson Blythe IV, puesto por su madre, Virginia Cassidy-Blythe, en memoria de su padre, fallecido en accidente de tráfico cuatro meses antes de que él naciera en Hope, Arkansas, el 19 de agosto de 1946. Cuando tenía cuatro años, su madre se casó con Roger Clinton, un vendedor de automóviles de la región. Billy Clinton pasó parte de su infancia en una granja de Hope junto a sus abuelos; a los siete años, la familia se trasladó a Hot Springs, donde su madre le inscribió en el segundo curso de la Escuela Católica St. John. Los años de Instituto tuvieron gran importancia para el desarrollo de su personalidad, ya que se convirtió en un líder estudiantil, adquiriendo valiosos conocimientos que le ayudarían, tanto en su vida como en la política. Influido por el idealismo que embargaba a los estadounidenses en los primeros años de la década de los sesenta, el joven Clinton decidió afiliarse al Partido Demócrata tras escuchar al candidato John F. Kennedy en su campaña electoral.

Estudió leyes en las Universidades de Georgetown y Oxford, gracias a una beca, y en esta última universidad se graduó. En la ciudad británica destacó como líder estudiantil y acudió a manifestaciones en contra de la intervención de su país en la Guerra del Vietnam. Más tarde siguió estudios en la Universidad de Yale. Casado con la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, desde 1975, el matrimonio tuvo una hija, Chelsea, nacida en 1980.

Entre 1973 y 1976 fue profesor en la Escuela Universitaria de Derecho de Arkansas; más tarde fue elegido Fiscal General del Estado y en 1978 ocupó el cargo de Gobernador de Arkansas, hasta 1980 y de nuevo en 1983, puesto que mantuvo durante diez años seguidos. En 1992 se presentó como candidato por el Partido Demócrata, su partido, a las elecciones presidenciales, saliendo elegido frente al hasta entonces presidente George H. W. Bush, como 42º Presidente de los EE.UU., tomando oficialmente el cargo, como viene siendo tradicional en Estados Unidos, el 20 de enero de 1993.

Su política interior encontró serios obstáculos a causa de la oposición de un Congreso con mayoría republicana y entre sus mayores fracasos se situó la imposibilidad de seguir adelante con la reforma de la Sanidad Pública, un proyecto que había preparado su esposa Hillary Clinton.

En el campo internacional, jugó un papel irregular. No fue el presidente del liderazgo mundial, pero contribuyó a las procesos de paz en Haití, Oriente Próximo, Irlanda del Norte y la ex Yugoslavia. Obtuvo la ratificación del Tratado de Libre Comercio y del GATT, y ayudó a México en su delicada situación económica. No obstante, el aumento del bloqueo a Cuba, con la sanción de la polémica Ley Helms-Burton, y su declarada aversión a Irán, Irak, Libia y Sudán empañaron un tanto su gestión exterior.

 

El 6 de noviembre de 1996 fue, de nuevo, elegido presidente de Estados Unidos, después de ganar en 32 de los 50 estados y obtener 379 votos. En estos comicios, su contrincante fue el republicano Bob Dole, quien ganó en 18 estados y logró 159 votos. Su segundo mandato presidencial se caracterizó por los escándalos derivados de su activa vida extramarital y, en especial, por el “caso Lewinsky” sobre su relación con una becaria de la Casa Blanca. Si ya sus devaneos amorosos estuvieron a punto de arruinar su elección en 1992, con los casos Gennifer Flowers y Paula Jones, su comparecencia pública el 11 de septiembre de 1998 reconociendo y pidiendo perdón por sus contactos con Monica Lewinsky, después de verse acosado por la documentación aportada por el fiscal especial del caso, Kenneth Starr al Congreso, vino a poner en duda su continuidad en el cargo. Aunque descartó la dimisión, la Cámara de Representantes abrió el proceso para su destitución el 11 de diciembre, en base a los delitos presentados por Starr, tales como ocultación de pruebas, abuso de autoridad, manipulación de testigos, obstrucción a la justicia y perjurio conforme a la declaración presidencial de enero de 1998. Finalmente, el 19 de diciembre la Cámara de Representantes, con mayoría republicana, votó su destitución por perjurio y obstrucción a la justicia. Pero Clinton comunicó su decisión de no dimitir, y el 13 de febrero de 1999 fue finalmente absuelto por la Cámara de Representantes de las acusaciones de perjurio y obstrucción a la justicia.

En el plano puramente político, su gobierno continuó la línea emprendida en el primer mandato de apuesta por el desarrollo económico —baja inflación, aumento del empleo e incremento de la riqueza— y de defensa de los intereses norteamericanos en el extranjero. En este último capítulo, es de reseñar el bombardeo que ordenó sobre presuntas bases militares en Sudán y Afganistán en agosto de 1998, como respuesta al sangriento atentado terrorista sufrido por las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania.

Dentro de esta política exterior, 1998 estuvo plagado de amenazas por parte de Estados Unidos de bombardear Irak, ante la actitud de Sadam Husein de impedir a los expertos de la ONU inspeccionar ciertas dependencia armamentísticas de este país. Tras una tregua olímpica del 10 de febrero, y el acuerdo alcanzado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan y Sadam Husein, Clinton paralizó un posible ataque en la zona, y el presidente iraquí permitió la entrada de inspectores de la ONU en cualquier instalación del país. Pero este clima de entendimiento duró poco. El 11 de noviembre Bill Clinton reiteró su decisión de utilizar la opción militar contra Irak, si Saddam Hussein no cumplía sus compromisos con la ONU, y ordenó el envío a la zona de 129 aviones de combate y 3.000 soldados. La amenaza se hizo realidad el 16 de diciembre. Coincidiendo con la votación en la Cámara de Representantes para su destitución, inició un bombardeo en Irak que duró cuatro días, para el que contó con la ayuda y el apoyo del primer ministro británico, Tony Blair, pero al margen de la Organización de Naciones Unidas y con las críticas de la mayor parte de la comunidad internacional.




Durante los últimos años de su mandato, desarrolló un papel muy activo en la búsqueda de soluciones para poner fin al enfrentamiento entre israelíes y palestinos en Oriente Próximo, aunque abandonó la Casa Blanca el 20 de enero de 2001 sin conseguir que las dos partes alcanzaran el ansiado acuerdo de paz. En sus últimas horas en el Despacho Oval, admitió que había mentido bajo juramento cuando negó haber mantenido relaciones sexuales con Monica Lewinsky. Con este mea culpa, el presidente pactó con la Fiscalía un acuerdo que le garantizaba no ser procesado al abandonar la Casa Blanca. Aceptó realizar esta declaración pública, pagar una multar y permanecer apartado durante cinco años del ejercicio de la abogacía a cambio de que el fiscal diera carpetazo definitivo al caso Lewinsky.

En septiembre de 2004 se sometió a una cirugía de baipás cuádruple; volviendo a ser operado, en marzo de 2005, esta vez por un pulmón parcialmente colapsado. El 11 de febrero de 2010, fue trasladado de urgencia al New York-Presbyterian/Columbia Hospital en Manhattan, al quejarse de dolores en el pecho, y le implantaron dos stents coronarios. Tras esto, adoptó una dieta vegana que le habían recomendado los doctores Dean Ornish y Caldwell Esselstyn. Posteriormente, incorporó pescado y proteínas por sugerencia del Dr. Mark Hyman. Como resultado, ya no es un vegano estricto.


Bibliografía

  • WikipediA CNN en español y Biografías MCN.





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Ramón Martín

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