Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica entre 1945 y 1953
Nació el 8 de mayo de 1884, en Lamar
(estado de Missouri) en el seno de una familia de emigrantes de
origen inglés. La familia, cuando Truman contaba siete años, se trasladó a
Independence (estado de Missouri). En 1901, abandonó los estudios para ingresar
en la academia militar de West Point, pero fue rechazado por problemas
oculares, de modo que comenzó a trabajar de librero, oficinista de Correos,
miembro de la Guardia Nacional, escribiente en un banco o granjero, hasta la
entrada, en 1917, de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, cuando
se alistó como voluntario. Enviado al frente francés, alcanzó al grado de
oficial de artillería. Acabada la contienda, contrajo matrimonio con Elizabeth
Bess Wallace y abrió un pequeño negocio de mercería en Kansas City, que fue un fracaso.
Interesado por la política, en 1922 ingresó en el Partido
Demócrata, optando, al puesto de administrativo local del condado de
Jackson, que consiguió gracias a sus buenas relaciones con el líder del partido
en el estado, Tom Pendergast. En 1924, abandonó dicho cargo a causa de una
alianza de demócratas ajena al poder de su mentor. Al tiempo que trabajaba en
el Kansas City Automobile, asistió a clases nocturnas de la Kansas
City Law School, institución en la que consiguió licenciarse en Derecho con
unas notas excelentes, lo que le permitió abrir su propio bufete en
Independence.
De nuevo, con el
apoyo de Pendergast, en 1926 se convirtió en juez-presidente del condado de
Jackson, donde permaneció ocho años. Aunque ayudó a la consolidación del
poder de Pendergast, nunca se vio envuelto en los innumerables casos de
corrupción y cohecho del primero: centró su actuación en la supervisión de los
edificios públicos y en la planificación y construcción de las carreteras del
estado, lo que no le impidió aceptar el ofrecimiento de Pendergast para ocupar
un puesto como senador en Washington, lo que consiguió en 1934 con la
ayuda de una turbia maquinaria electoral. En su nuevo puesto,
apoyó el New Deal del presidente Franklin D. Roosevelt y destacó en sus actividades
legislativas laborales y agrícolas, así como en la elaboración de la Civil
Aeronautics Act, del año 1938, y en la Transportating Act, de 1940. En
1940, reelegido, ya sin el apoyo de Pendergast, fue designado, presidente del Special
Committe Investigating National Defense (Comité Especial de Investigación
de Defensa Nacional), organismo encargado de revisar los gastos de defensa
durante la guerra. Truman reveló los despilfarros de todo tipo y la ineficacia
de los responsables, lo que le confirió un enorme prestigio en el Senado, a la
vez que captó la atención del propio Roosevelt, que acabó ofreciéndole la
posibilidad de presentarse, junto a él, en las siguientes elecciones como
vicepresidente, nombramiento que satisfizo a los dos sectores del Partido
Demócrata, el ala izquierdista liderada por Henry Wallace, y el ala conservadora
encabezada por el congresista James F. Byrnes. La pésima salud de Roosevelt
hacía prever que el vicepresidente se convertiría, tarde o temprano, en el
nuevo presidente de los Estados Unidos. Tal como se pensaba, a los 82 días de
su nombramiento, Harry S. Truman se convirtió en el nuevo presidente del país,
tras la muerte de Roosevelt, en abril de 1944, con el que tan sólo había
despachado en dos ocasiones.
Aunque era un
político veterano, carecía de la experiencia política necesaria en asuntos
exteriores en un momento tan delicado como aquél, lo que sembró la duda sobre
su capacidad para llevar las riendas de un país que ejercía el liderato en el
exterior. Sin embargo, muy pronto Truman dejó constancia de que poseía notables
cualidades políticas. Enseguida se esforzó por concluir la
guerra, exigió a las autoridades niponas la rendición incondicional. Ante la
negativa reiterada de los mandos militares, desestimó un bloqueo marítimo de la
isla, decidiéndose por la vía rápida, por lo que aprobó el lanzamiento de las
bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, los días 5 y 9 de agosto. Tres
meses antes, el 9 de mayo, Alemania había capitulado ante el avance de las
tropas soviéticas. La inexperiencia del nuevo presidente quedó demostrada en la
Conferencia de Potsdam, entre julio y agosto de 1945. Truman no tuvo
inconveniente alguno en continuar la misma línea de cooperación con la URSS
desarrollada por Roosevelt durante el tiempo de guerra. Pero, al darse cuenta
de que los planes de Joseph Stalin no eran otros que extender el dominio
soviético sobre los países del este de Europa, reaccionó con prontitud. Primero
promulgó, en septiembre de 1945, la Lend-Lease Act, por la que retiraba
los créditos de guerra a los aliados, sobre todo a la URSS. La segunda medida,
mucho más contundente, fue hacer pública la nueva línea que iba a seguir el
país en sus relaciones con el exterior, la Doctrina Truman, de 14 de
marzo de 1947, por la que Estados Unidos se comprometía a ayudar a Grecia y
Turquía, así como a todos los países que demandasen su ayuda para luchar ante
cualquier presión armada proveniente de un tercer país (una clara alusión a los
intentos de la URSS por controlar a ambos países y convertirlos en sendos
satélites de Moscú).
La inicial postura de
la Doctrina Truman se tornó más agresiva a raíz del problema de Berlín.
La URSS se negó al proyecto de unificación y control armamentístico de la
vencida Alemania y a la división de la capital en cuatro sectores. Ante la
probable amenaza de una intervención soviética, Truman convenció a sus antiguos
aliados occidentales de la necesidad de redefinir una nueva alianza militar,
por lo que el 4 de abril de 1949, se firmó el Tratado del Atlántico Norte,
rubricado por Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido y los países
miembros del Benelux. La nueva alianza vino a significar el abandono de la Doctrina
Truman por la Política de Contención, mucho más explícita y dura que
la anterior, con la misión de frenar, a toda costa, la expansión del comunismo
en cualquier parte del mundo; y el papel de potencia líder y guardián del
llamado bloque occidental que Estados Unidos no puso reparos en asumir. Con
la llegada a la secretaría de Estado de George Marshall, en 1947, en
sustitución de James Byrnes, Truman obtuvo un sonoro éxito con la aprobación de
la Economic Cooperation Act (Ley de Cooperación Económica), aprobada el
3 de abril, tras vencer una poderosa oposición por parte del Congreso, más
conocida como Plan Marshall, por la que, entre los años 1948 a 1952, el
Gobierno estadounidense donó en los países de la Europa occidental la cantidad
de 13,2 billones de dólares con el fin de relanzar las economías de estos
países, su base industrial y afianzar los regímenes democrático-burgueses. El
plan fue rechazado por la URSS, que impidió que la ayuda llegase también a sus
países satélites, lo que contribuyó a la división ideológica, económica y
política de la Europa de posguerra. La ayuda económica resultó un éxito, sobre todo
en el plano económico.
Por el contrario,
la Política de Contención desplegada por Truman en Oriente resultó mucho
menos efectiva y exitosa que en Europa. El desmembramiento del Gobierno chino
nacionalista de Chiang Kai-Check en 1949, tradicional aliado de Estados Unidos,
por las fuerzas del Ejército Rojo de Mao Tse-tung, produjo un cambio de
posturas y perspectivas para el Gobierno de Truman. La situación se agravó tras
la invasión de Corea del Sur por parte de las tropas comunistas norcoreanas de
Kim Il Sung, en junio de 1950, el cual estaba apoyado por la URSS y la China
roja de Mao. Truman, fiel a su política de contención y compromiso, envió
tropas a la zona, bajo el patrocinio de la ONU, para asegurar la integridad
territorial de Corea del Sur, al mismo tiempo que comenzó la negociación con
Japón de un tratado de paz por el que reconocía a este país como nación
soberana, con derecho a defenderse de cualquier ataque del exterior, en el que
se incluía una autorización a los Estados Unidos para mantener fuerzas armadas
en el archipiélago. Truman quiso reforzar, todavía más, su presencia en el área,
firmó otros dos acuerdos de carácter defensivo con Australia y Nueva Zelanda,
en el año 1951, además de comprometerse a ayudar al Gobierno colonial francés
en su lucha por imponerse en Indochina a las fuerzas nacionalistas del líder
comunista Ho Chi Minh. En Oriente Medio, la Guerra Fría condujo a la creación
del Estado de Israel y a la primera guerra árabe-israelí, por la que el pueblo
palestino fue desposeído de una tierra en la que llevaba asentado durante
siglos. Truman tampoco descuidó lo que en los medios políticos ya se llamaba el
«patio trasero», es decir, Sudamérica: fomentó la creación en el año
1948 en Bogotá de la OEA (Organización de los Estados Americanos),
organismo concebido como un remedio para evitar cualquier intentona de las
fuerzas comunistas para hacerse con los centros de poder, junto con el apoyo a
una cohorte de dictadores proestadounidenses: Somoza, Trujillo, Batista, Pérez
Jiménez, etc).
Truman se preocupó
por ampliar los ámbitos de acción y competencias del ejecutivo en detrimento
del legislativo, tal como hizo cuando decidió mandar tropas a Corea del Sur sin
la previa autorización de las dos Cámaras. Asesorado por su consejero
presidencial, Clark Clifford, Truman creó el Consejo Nacional de Seguridad y
la Central Intelligence Agency (CIA), organismo encargado de reunir,
coordinar y analizar los servicios de inteligencia extranjeros, pero que luego
expandió sus ámbitos de acción y prerrogativas a otras actividades. La
presidencia asumió poderes que, con anterioridad, estaban muy controlados por
sus respectivos comités senatoriales, lo que le permitió desarrollar su
política sin las restricciones y controles del Congreso, en especial en
cuestiones de política exterior. En septiembre de 1945, presentó
al Congreso su programa político, el Fair Deal (Trato Justo),
consistente en veinte puntos, entre los que destacaba el desarrollo de la
seguridad social, el aumento del salario mínimo, la renovación de los ghettos
urbanos y la protección de los recursos y riquezas nacionales, es decir, una
política proteccionista. Pero su desconocimiento en política fiscal y monetaria
desembocó en una serie de huelgas a lo largo de todo el año 1946, en las que el
sector minero fue el más perjudicado. El coste político no se dejó esperar: se
perdió la mayoría en las dos Cámaras en las elecciones al Congreso de ese mismo
año. Un año después, Truman intentó en vano utilizar el derecho de veto contra
la Taft-Hartley Act, ley contraria a los derechos de los trabajadores,
puesto que reducía el derecho de los sindicatos a representar y defender los
intereses de los trabajadores y se limitaba el derecho a la huelga de éstos.
La recuperación
económica de 1947 y la propuesta de un programa de legislación social más
acorde con el propósito de consolidar el Fair Deal, en el que se volvían
a incluir nuevas leyes para robustecer al sector agrícola y aumentar los
salarios de la clase obrera, contribuyeron a relanzar la imagen de un Truman
prácticamente derrotado en las primeras encuestas especializadas del país. En
noviembre de 1948, y a pesar de las fuertes críticas recibidas de amplios
sectores de su propio partido, volvió a ser elegido presidente, después de
derrotar al candidato republicano Thomas Edmund Dewey. A partir de ese momento,
se volcó en llevar adelante el Fair Deal. Se empeñó en hacer prevalecer
los derechos de la población negra y en que éstos fueran incluidos en las
Fuerzas Armadas. Ante la negativa constante del Congreso, resolvió colocar a un
juez de raza negra al frente del Departamento de Justicia. Antes de que
su posición interna se debilitase, logró mantener algunos aspectos básicos del Fair
Deal, como las subvenciones a los granjeros, la aprobación para construir
varios miles de viviendas públicas gracias a la Housing Act de 1949, y
la aprobación definitiva de un salario mínimo. Sin embargo, Truman no consiguió
abolir la vergonzosa Taft-Hartley Act. Durante los tres últimos años de
su presidencia, Truman debió hacer frente a un miedo desmesurado de la
población hacia el comunismo y a la posibilidad de que éste se infiltrarse en
los ambientes gubernamentales. El Congreso creó una comisión de actividades
antiamericanas presidida por J. Parnell Thomas, hecho que forzó al presidente a
crear un organismo paralelo encargado de vigilar la lealtad de los funcionarios
estatales. Finalmente, en el año 1948, Truman quiso vetar la Mundt-Nixon Act,
antecedente de la «caza de brujas» desatada por el senador Joseph McCarthy,
pero el intento fracasó. Las consecuencias de semejante sentimiento
anticomunista afectaron a amplios sectores del país, incluyendo a los
funcionarios, muchos de los cuales fueron despedidos ante el menor indicio o
sospecha de que simpatizaran con al partido comunista norteamericano.
En las elecciones
al Senado del año 1952, los partidarios del macarthysmo se impusieron a los
demócratas de Truman, por lo que, en marzo de ese mismo año, Truman anunció su
decisión de no concurrir a las elecciones presidenciales. Ofreció su apoyo a la
candidatura del gobernador de Illinois, Adlai Stevenson, que acabó perdiendo
frente al candidato republicano, el general Eisenhower. Una vez finalizado su mandato
presidencial, el 20 de enero de 1953, Truman se retiró a Independence, desde
donde apoyó a los candidatos demócratas a la presidencia, incluyendo a John F. Kennedy, en el
que no creía, y donde escribió sus memorias. La muerte, acaecida en Kansas City
(Misuri); el 26 de diciembre de 1972, cuando contaba 88 años.
Bibliografía
- WikipediA, CNN en español y Biografías MCN.
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Ramón Martín
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