Vladislao I zar de Rusia desde 1610 a 1613
Vladislao IV Vasa, nació en Lóbzow, cerca
de Cracovia, el 9 de junio de 1595. En 1610, con quince años, fue elegido por
los boyardos zar de Rusia con el nombre de Vladislao I, durante el Periodo
Tumultuoso que siguió a la muerte de Boris Godunov. Su elección
formaba parte de los planes de su padre Segismundo III, que pretendía
conquistar Rusia y convertirla al catolicismo. Sin embargo, nunca pudo reinar en
Rusia, ya que dependía de la política interna y de los boyardos. Razón por la
que se contentó con ostentar el título, sin ejercer el poder, hasta 1634.
Era muy dado a la
actividad física y un gran cazador, a pesar de sufrir, desde joven, de una
enfermedad renal que se agravaría con el paso del tiempo. Una enfermedad que lo
postraba en cama durante semanas. En 1621, participó en la batalla de
Jotín contra los otomanos, donde conoció a los cosacos. Entre 1624 y 1625,
con veinte años, se le hizo realizar una gira por las cortes de Europa occidental,
donde conoció a Pedro Pablo Rubens. Entre 1626 y 1629, combatió en la guerra de
Suecia, donde la derrota le hizo abordar una importante reforma militar en su
país: formó nuevas unidades de piqueros y mosqueteros entrenados por oficiales
extranjeros, al tiempo que modernizaba la artillería incluyéndola en las
unidades de campo; también empleó ingenieros para construir nuevas
fortificaciones, creando una línea de plazas fuertes en la costa báltica.
Mantuvo la tradicional caballería polaca, y reconstruyó la flota, perdida a
manos de los suecos. Con todos estos avances, Vladislao llevó a cabo dos
expediciones contra Moscú, entre 1612 y 1616-1618.
Heredó el trono
tras el larguísimo reinado de cuarenta y cinco años de su padre y resultó un
rey popular y bastante capaz, pero inconstante, ya que no logró reforzar el
poder estatal ni satisfacer las aspiraciones de igualdad de ortodoxos y cosacos.
Su atractivo personal, le allanó la tarea de obtener el trono a la muerte de su
padre, siendo aclamado rey en la elección que tuvo lugar en Wola. Manirroto en lo
referente a los gastos, a al año de su coronación tuvo que empeñar sus joyas
para pagar. Era dado a despilfarrar en sus amoríos y en partidas de caza, así
como en sus palacios y en los artistas a los que hacía de mecenas. Aunque los
desencuentros con el Parlamento no fueron muy intensos, la relación no fue
buena. Desconfiando de que el rey tratase de imponer un sistema absolutista,
los parlamentarios frustraron, a menudo, sus iniciativas militares. Estuvo obsesionado
por sus proyectos de expansión en el extranjero,
Las reformas
militares acometidas dieron su fruto en la guerra contra Rusia, que tuvo lugar
a comienzos de su reinado, cuando los rusos trataron de aprovechar el cambio en
el trono para recuperar Smolensk y otros territorios. En dicha guerra, demostrando
gran habilidad, cercó a los rusos que asediaban Smolensk y obtuvo su rendición
el 25 de febrero de 1634, y aunque la victoria, insuficiente para penetrar en
Rusia, le permitió obligarles a firmar el Tratado de Poliánovka en el
mes de junio, obteniendo los territorios de Dviná y el Dniéper, si bien
renunció al título de zar. Transformó la Paz de Deúlino, negociada por
su padre, en paz perpetua. Pese a los recelos de lituanos y de los nobles
ortodoxos ucranianos, rubricó una alianza defensiva con los rusos en 1647 para
proteger el sureste del país de las correrías de los tártaros de Crimea, aunque
la Rebelión de Jmelnitski la desbarató. Al igual que su padre, intentó
hacerse con la corona de Suecia, tras la muerte de Gustavo Adolfo en 1632.
Con objeto de obtener la colaboración de Inglaterra en la guerra que preparaba
contra los suecos, trató su casamiento con una nieta de Carlos I de Inglaterra; Vladislao deseaba que Inglaterra, Holanda
y otras potencias protestantes le ayudasen a apoderarse de Suecia. Aprestó una
flota y reunió un poderoso ejército, pero el Parlamento, receloso de sus planes,
los desbarató firmando un acuerdo con los representantes suecos el 12 de
septiembre de 1635. Los suecos devolvieron el Ducado de Prusia y
los barcos apresados años atrás, aunque conservaron Livonia.
Trató, entonces, coligarse
con Francia, aunque desechó la idea y casó con Cecilia Renata de Habsburgo, hija del
emperador Fernando II en 1637. El matrimonio tuvo un hijo, Segismundo
Casimiro en 1640, a pesar de que las relaciones entre los esposos fueron
tirantes: Cecilia sostuvo a la fracción católica de la corte, no logrando que
los Habsburgo apoyasen las aspiraciones de su marido de hacerse con la Corona
sueca. El 24 de marzo de 1644, tras dar a luz a una niña muerta dos años antes murió.
Esta muerte llevó, finalmente a la alianza con Francia mediante su casamiento,
en 1646, con María Luisa de Gonzaga, la princesa de Mantua y Nevers, criada en Francia, con la
que no tuvo descendencia. A pesar de ser rica e inteligente, no fue del agrado
del Parlamento, empeorando las relaciones con los reyes. Poco inclinado a la
vida conyugal, Vladislao tuvo varias amantes, numerosos escarceos amorosos y al
menos un hijo ilegítimo
Pese a su
catolicismo, Vladislao mantuvo una actitud tolerante con el resto de religiones
de sus súbditos. Necesitado del apoyo de los nobles protestantes y ortodoxos
para ser elegido soberano, le convenía mantener buenas relaciones con ellos,
tanto por sus ambición de apoderarse de la luterana Suecia como para reclutar
cosacos ortodoxos para sus campañas militares. Toleró a los grupos protestantes
y legalizó a la Iglesia ortodoxa, devolviéndola algunas iglesias. En 1646-1648,
hubo un intento de unir la Iglesia ortodoxa y la uniata a Roma, que no
fructificó por el rechazo de esta. Pese a todo, se sucedieron las revueltas
cosacas, que habían estallado en tiempos de su padre, aunque fueron aplastadas,
lo que dio una engañosa sensación de calma en las provincias surorientales
entre 1638 y 1648.
Vladislao falleció
el 20 de mayo de 1648 de una sobredosis de la medicina con la que le estaban
tratando unos cálculos renales.
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Ramón
Martín
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